Opinión /

Linchamiento mediático


Domingo, 6 de diciembre de 2009
Luis Fernando Valero

La semana pasada ocurrió en España un hecho que muestra la fragilidad a que puede estar sometida la dignidad de una persona, ser acusado de crímenes horrendos y ser inocente, pero mientras se aclara la cuestión, que en este caso fue relativamente rápido, aunque el mal sufrido le dejará huella irremediable.

Diego Pastrana, de 25 años fue detenido como presunto autor de violación y de las heridas que causaron la muerte a la hija de su novia, de tres años. Los malos tratos incluían golpes y quemaduras. Los hechos fueron un cúmulo de errores. Los médicos erraron todo su diagnóstico: ni había violación, ni quemaduras, ni señales de malos tratos y el fallecimiento de la niña es perfectamente compatible con la caída del columpio que el falso culpable alegó en todo momento.

Diego estaba con la hija de su novia, de tres años de edad, en un columpio y la niña se cayó, la llevó inmediatamente a urgencias donde no le dieron mayor importancia.

El martes, Diego y la madre de Aitana llevaron a ésta a Urgencias al ver que no respiraba. El jueves por la noche la niña perdía la vida. En un primer informe de un médico se afirmaba que las lesiones que tenía la pequeña podían ser debidas a malos tratos y abusos sexuales por ello se dio parte a la Guardia Civil, como ordena la ley, lo que motivó la detención de la pareja de la madre de Aitana. La autopsia posterior demostró que la menor de 3 años había fallecido  porque no se detectó el sábado anterior que tenía un coágulo tras una caída desde un columpio en la urbanización donde vivía como había dicho el acusado en todo momento.

Lo triste es que el reconocimiento realizado a la menor en el Centro de Salud local le diagnosticó distintos traumatismos en el cuerpo, así como lesiones por quemaduras en la región dorsal y lumbar. Lo lamentable es que en el informe médico inicial se puso de manifiesto la existencia de lesiones a nivel vaginal y anal en el cuerpo de la menor, lo cierto es que en el informe forense se ha demostrado que no se observan lesiones traumáticas a nivel genital ni anal sugestivas de agresión sexual.Y el juez lo ha exonerado de todos los cargos.

Pero Diego fue fotografiado y fue titular de todos los medios de comunicación con adjetivos adecuados a la información que se vertía en el primer momento.

Cartas en los periódicos, comentarios en los blogs y en las tertulias de radio en donde se daba por supuesto que era un culpable, la encarnación del mal y la certificación de que el mal existe. Un error. Y eso que él lo negaba continuamente.

El interrogatorio a que  fue sometido fue de esta lid según se narra en los diarios:

Detenido cinco días en un 'zulo de dos metros por dos'. En vez de bocadillos, a Diego P. 'le daban agua y pan'. Los agentes le decían que era 'un violador' y un montón de cosas más.

'Le obligaron a sentarse frente al ordenador y le fueron pasando las imágenes de la autopsia de la pequeña que le tenían preparadas. Fotos con la niña muerta y desfigurada. Una, otra, otra más... Le forzaban a ver y le gritaban: '¡Asesino, te vas a pudrir! ¡Mira, mírala, cabrón! ¡Mira lo que has hecho con la niña!'.

Diego viene de una familia de obreros. Son personas humildes. Su novia siempre defendió la inocencia de Diego pues se dedicaba con cariño a la niña y la cuidaba aunque no era su padre.

Hoy Diego recibe atención médica y ha afirmado que va a denunciar a dos médicos y al Servicio Canario de Salud porque han existido negligencias. En el primer informe médico le dijeron que la niña era de goma, le recetaron Dalsy y la mandaron a casa. Él insistió en que le hicieran más pruebas, pero le dijeron que no era necesario. Cuando volvió el martes, ya fue tarde.

Todo este cúmulo de despropósitos plantea claramente la fragilidad de la persona frente a unos medios que cada día, como señaló Umberto Eco, 'un diario no se completa por las noticias que verdaderamente hay, sino por el número de páginas a llenar'.

Lo triste es cuando se observa cómo se tratan unas noticias y otras.

Hace unos días fueron imputados varios prohombres económicos, ex políticos y políticos en activo de corrupción, cohecho  y malversación de fondos, y la prensa protestó de que fueran mostradas su caras y cómo esposados debían recoger sus pertenencias para entrar en prisión; se habló de la presunción de inocencia, del derecho a la intimidad y a la imagen y de que nadie es culpable hasta que no ha sido y vencido en juicio.

Diego no ha tenido el mismo trato en la prensa. Hasta el momento nadie ha asumido responsabilidad alguna por dicho diagnóstico, que culpaba de gravísimos delitos a este inocente.

 

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