Opinión /

Pobreza rural y desarrollo


Lunes, 25 de enero de 2010
Mauricio Silva

En varias ocasiones se ha señalado en el último mes en nuestro medio, la importancia de reducir la pobreza y la desigualdad para impulsar el desarrollo y lograr la paz. Así lo manifestaron en sus recientes visitas a nuestro país los expertos en el desarrollo Francis Fukuyama y Enrique Iglesias. Los organismos internacionales han manifestado lo mismo en repetidas ocasiones y varias publicaciones: si no reducimos la pobreza, no lograremos una mejor calidad de vida. La pobreza afecta de manera severa no solo a los pobres, sino también a toda la sociedad. La pobreza es causa de muchos de nuestros problemas, por lo que si no la enfrentamos, no podremos potencializar nuestro desarrollo.

Un reciente estudio por Manuel Delgado y Melissa Salgado, “Crisis y pobreza rural en América Latina: el caso de El Salvador” (se puede acceder al mismo en www.rimisp.org/dtr/documentos) nos hace ver la importancia del sector rural en la lucha contra la pobreza, los efectos especialmente severos de la crisis económica mundial en ese sector y señalan algunas medidas para mitigar sus impactos. Este artículo se basa en el contenido y datos de esa publicación.

Según dicho estudio, en el área rural de El Salvador se concentra el 40% de la población, es decir dos de cada cinco salvadoreños, así como la mayor parte de la pobreza. Según la Encuesta de Hogares del 2007: (i) la escolaridad promedio del país es de solo 5.9 años. Para el área urbana, es de 7 años; para el área rural, 4 años; (ii) el 74% de los hogares salvadoreños cuenta con servicio de agua por cañería; en el área rural únicamente el 50.5%; y (iii)  solo el 3.2% de los hogares no cuenta con servicio sanitario, en el área rural, el 17.7%. Por lo que cualquier esfuerzo contra la pobreza debe priorizar a dicho sector.

La pobreza en El Salvador disminuyó durante los 90´s. Sin embargo, la pobreza en el área rural crece en ese miso periodo. En el campo existen unos 350,000 hogares pobres, de los cuales 200,000 están en extrema pobreza. Por otra parte, en nuestro país existen altos grados de desigualdad: el 20% de la población más pobre recibió el 6.1% del ingreso nacional, mientras que el 20% más rico recibió el 48% de los ingresos. La pobreza es más probable en los hogares rurales más grandes y en aquellos en los cuales el jefe de hogar tiene menor nivel educativo. 

Otras características de la zona rural determinan su especial vulnerabilidad ante la crisis económica mundial. Factor clave es la dependencia de muchos hogares rurales en las remesas y el papel que ellas juegan en la economía de la zona. En el campo, 21.6 % de los hogares reciben remesas y estas constituyen el 12.5% del ingreso familiar. En el campo, dada la crisis del sector agrícola de la década de los 80´s y la caída de los precios de nuestros principales productos agrícolas, el consumo juegue un papel clave en su economía. Factor importante de ese consumo son las remesas. El 68% de las remesas se destinan al consumo en dicha área geográfica.

Las exportaciones de maquila y las inversiones en construcción son sectores que tradicionalmente han absorbido mano de obra rural. En este sentido, los sectores rurales compiten con la clase media – baja urbana (tercer quintil) por esos empleos y pueden entrar a competir con ellos por los empleos del sector informal.

Dadas esas características del sector rural, el estudio de Delgado y Salgado señala que debido a la crisis a nivel mundial: (i) la caída de las remesas es una de las manifestaciones que más repercutirá en la pobreza; (ii) se prevé un aumento  del desempleo debido a la disminución de las exportaciones de maquila y las inversiones en construcción; (iii) aumentara la pobreza en hogares no pobres más vulnerables; y (iv) la liberalización del comercio y la dolarización limitan en gran medida la capacidad del  estado para hacer frente a la crisis, siendo el único instrumento ara actuar la política fiscal.

Las políticas de estado hasta ahora no han tenido entre sus prioridades un impulso sostenido al sector agrícola. En promedio, el presupuesto estatal para el agro en la década de los noventa fue de 2.5%, y en los años subsiguientes ha sido de 1.3%, lo que evidencia un bajo y cada vez menor apoyo del estado a la agricultura. Del presupuesto para desarrollo económico, que es solo el 7.8% del total, el 16% se destina a la agricultura, sector que todavía ocupa como el 40% de la población rural en nuestro país.

El estudio señala que dadas estas características del sector rural y con el fin de mitigar los impactos de la actual crisis económica internacional, en especial sobre la pobreza rural, el país puede priorizar las siguientes acciones: (i) expandir los programas de protección social existentes orientados a dar acceso a servicios básicos a los grupos vulnerables, como es el caso de Comunidades Solidarias Rurales, (ii) crear un programa de protección al sector agrícola, cuyo propósito sea aumentar la rentabilidad de las unidades productivas del mismo, con herramientas como transferencias de tecnología, fuentes de riego y energía renovables, etc.; y (iii) fomentar la inversión privada en la agricultura. Además se podría desarrollar un programa de apoyo a los salvadoreños en el extranjero buscando, entre otros, incrementar las remesas.

Todo lo anterior recuerda la importancia de la lucha contra la pobreza para nuestro país, el papel clave que la pobreza rural tiene dentro de la misma y los efectos importantes que la crisis económica internacional está teniendo de manera especial sobre los pobres del campo. También señala la baja prioridad que el sector rural ha tenido en las políticas del estado y plantea algunas medidas para apoyarlo más.

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