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Oportunidad y amenaza de los biocombustibles para El Salvador

Países como El Salvador tienen condiciones favorables para la producción de biocombustibles. Así lo da a conocer un informe de Funde, sobre las oportunidades de esta industria. Sin embargo, advierte que la factura por ingresar a la producción de etanol y biodiesel puede ser alta, si no se cumple con la creación de políticas que regulen dicha actividad.


Jueves, 4 de febrero de 2010
Jimena Aguilar y Gabriela Castellón

Cañaveral de azúcar.
Cañaveral de azúcar.

En momentos en que el mundo vive un entusiasmo ante la posibilidad de hallar alternativa los combustibles derivados del petróleo, una investigación concluye que El Salvador es un país con grandes condiciones para ingresar a la producción de los biocombustibles, pero a la vez advierte de los potenciales riesgos ambientales, sociales y económicos que podría acarrear si no se hacen las cosas de forma adecuada.

Según un estudio que la Fundación Nacional de Desarrollo (Funde) está en camino de hacer público, los tratados comerciales con Estados Unidos y Europa son algunas de las ventajas que favorecen a El Salvador y al resto de Centroamérica. Sin embargo, el informe llama la atención sobre la posibilidad de que esta oportunidad se convierta en espejismo. '(Los países de la región) se han dejado seducir por los supuestos beneficios atribuidos a la producción de biocombustibles', dice el estudio 'Primera aproximación a las oportunidades y amenazas de los biocombustibles en Centroamérica'.

Ante el alza indetenible de los precios del petróleo, el mundo se vio enfrentado, en 2008, a costos récord en su producción, lo que hizo que muchos volvieran la mirada hacia alternativas menos onerosas. Así fue como la tentación de producir etanol y biodiésel a gran escala se diseminó por diversas latitudes, incluida Mesoamérica. En El Salvador hubo quienes anunciaron proyectos ambiciosos para dedicar masivamente el cultivo de la caña de azúcar a producir etanol, pero pronto surgieron voces que sembraron dudas sobre la conveniencia de hacer ese giro.

12 hallazgos de la investigación

En el informe se detallan la situación de El Salvador, señalando, por ejemplo, lo que considera 'reserva' o 'precaución' del gobierno respecto de los biocombustibles, dado que no ha realizado hasta la fecha gestiones de carácter legal.

De toda Centroamérica, El Salvador se llevó ya el primer lugar en exportaciones de etanol, según la Renewable Fuels Association (RFA) en 2006 y 2007, cuando desde el país salieron 146 y 277 millones de litros de etanol, respectivamente. Que El Salvador sea el mayor exportador de etanol del istmo no significa que sea el país que más etanol produce. El informe de Funde indica que La Cabaña, el único ingenio azucarero que produce etanol en este país, tuvo en 2007 una producción 9 millones 400 mil litros de etanol, es decir un 3.39% de lo que se exportó ese mismo año.

El estudio abarca toda Centroamérica, con la excepción de Belice y Panamá, y fue realizado en el marco de un proyecto que inició en julio de 2007 y finalizó en 2009. En 2007, El Salvador destinó cerca del 8% de su producto interno bruto a sufragar la factura petrolera. La investigación fue liderada por el consultor Miguel Ramírez, y se ha venido presentado a públicos restringidos desde finales de 2009.

Dentro del informe se señala que una de las ventajas que posee El Salvador para la producción de etanol es que este tiene las puertas abiertas al mercado estadounidense gracias a la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC). Desde 1989 se permite que los países miembros de la ICC exporten a Estados Unidos el equivalente al 7% del mercado doméstico libre de impuestos, siempre y cuando estos fueran elaborados a partir de materias primas locales. A medida que crece el mercado doméstico estadounidense crece la cuota de exportación de los países adscritos a la ICC, que incluye naciones del Caribe y de Centroamérica.

El Tratado de Libre Comercio con Centroamérica (CAFTA) absorbió los acuerdos de la ICC en 2004, permitiendo que los países miembros mantuvieran sus privilegios en cuanto a la exportación de biocombustibles. Estos tratados, aunque privilegian el uso de materias primas locales, mantienen ciertas flexibilidades que permiten la exportación de etanol que no es producido en los países miembros.

Este agujero en el convenio comercial permite que compañías extranjeras, como American Renewable Fuel Suppliers (ARFS) -que tiene una planta deshidratadora en el puerto de Acajutla- y Gasohol importen a El Salvador etanol hidratado, para deshidratarlo en el país y, posteriormente, exportarlo a Estados Unidos libre de aranceles. Por el momento la exportación de etanol deshidratado no limita las posibilidades de exportación de producto local. Nunca se ha sobrepasado el límite del 7% del mercado establecido en los tratados.

El etanol hidratado y el deshidratado, o anhidro, se diferencian por el porcentaje de agua que contienen. El hidratado es aproximadamente 5% agua y el deshidratado tiene un contenido de agua de cerca del 0.5%. Ambos son biocombustibles y se pueden utilizar en vehículos. El etanol deshidratado se mezcla con gasolina en diferentes porcentajes y el hidratado se puede utilizar en un 100% en autos adaptados para su uso.

Los privilegios de exportación que tiene El Salvador no se limitan al mercado estadounidense, pues también abarcan el europeo gracias a que recibe exenciones en pago de aranceles en algunos productos dentro del acuerdo SGP (sistema generalizado de preferencias) plus. El Salvador puede exportar a Europa etanol y biodiesel libre de aranceles, siempre que este sea elaborado a partir de productos locales.

Estas facilidades vienen emparejadas con ciertos requisitos que podrían dificultar a los países centroamericanos la exportación de biodiesel, el cual se fabrica a base de aceites vegetales. La norma de calidad exigida por la Unión Europea establece un límite en el índice de yodo contenido en el biodiesel, que solo se cumple con aceites producidos a partir de ciertas materias primas como la colza, productos que serán favorecidos para su exportación.

Para la producción de biodiesel, en el informe se recomienda la reutilización de aceites provenientes de diferentes industrias como lo utilizados en restaurantes o provenientes de desechos orgánicos como el café. El uso de este tipo de aceites contribuiría a disminuir el impacto negativo en los mantos acuíferos, ya que al no haber una regulación sobre tratamiento, estos terminan en botaderos o en los alcantarillados y contaminan el agua, impidiendo el intercambio natural de gases.

Además de los diferentes tratados comerciales, hay otras condiciones que favorecen el florecimiento de la industria de biocombustibles en El Salvador y Centroamérica. En el caso del etanol, es clave la ya alta producción de caña de azúcar. Según el informe de Funde en el país se cultivaron 57 mil 298 hectáreas de caña para la zafra, entre 2006 y 2007. La caña es una materia prima ideal para producir etanol. Estados Unidos, el mayor productor de etanol del mundo, elabora este producto a base de maíz, ya que no puede cultivar caña.

Julio Arroyo, gerente ejecutivo de la Asociación de Azucareros de El Salvador, asegura que una hectárea de caña produce el doble de la cantidad de alcohol que puede producir una misma área de maíz. “El maíz no compite con la caña. Por eso es que Estados Unidos no le abre las puertas al etanol de Brasil. En un mercado abierto, los brasileños con su caña acaban la producción de maíz de los estadounidenses. En el caso de El Salvador, podemos cultivar caña y hay suficiente área”, dijo.

Además, producir etanol a base de maíz ha sido ligado a riesgos en la seguridad alimentaria, ya que existe la posibilidad de que se sustituya la producción de maíz para alimento, por la producción del grano para la elaboración de etanol. En México ocurrió, en 2008, un repunte en los precios del maíz debido al interés en utilizarlo para producir etanol. El alza en los precios dejó el grano fuera del alcance de muchos habitantes debido al alto precio. La clásica tortilla para tacos volvió prohibitivo el producto para muchos mexicanos. El 25 de junio de ese año el periódico La Jornada publicó una nota sobre un informe de Oxfam International, en el que se advertía que la producción de biocombustibles agudizaría la crisis alimentaria.

Arroyo, sin embargo, aseguró que este caso no se daría en El Salvador: “Los cultivos no se han usado solo para alimentos. El algodón es un cultivo especifícamente para producir fibra y ahí ha estado toda la vida. El otro ejemplo es que Brasil tiene 40 años de producir etanol y nunca nadie había hablado de crisis alimentaria porque Brasil utilizara caña para producir etanol”.

Una de las recomendaciones del documento es que cualquier política que se elabore sobre la producción de biocombustibles debe ser coherente con las políticas sobre seguridad alimentaria, que incluyan líneas de acción específicas para minimizar la competencia entre cultivos para alimentos y los energéticos. El informe, además, considera un riesgo real que la producción de biocombustibles pueda desestabilizar la seguridad alimentaria.

En El Salvador aproximadamente un millón de personas viven con menos de un dólar al día, y el país está atrasado en los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) que tienen que ver con pobreza y hambre. El último reporte sobre avances en los ODM decía que El Salvador difícilmente iba a lograr las metas en esos dos puntos para el año 2015.

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