Durante la semana del trig&eacute;simo aniversario del asesinato de &Oacute;scar Arnulfo Romero, miles de personas acudieron a su mausoleo, en San Salvador, dando tinte de profec&iacute;a a las palabras del arzobispo cuando, presintiendo que lo matar&iacute;an, asegur&oacute; que resucitar&iacute;a en el coraz&oacute;n del pueblo.

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Durante toda la semana del 22 al 26 de marzo, miles de personas acudieron a la tumba de monse&amp;ntilde;or Romero, en la Catedral Metropolitana de San Salvador, para rendirle tributo y reconocimiento.

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El 24 de marzo es una fecha especial para la guatemalteca Adriana Armas: es la fecha de su cumplea&amp;ntilde;os. Cuando ella naci&amp;oacute;, monse&amp;ntilde;or Romero ten&amp;iacute;a 15 a&amp;ntilde;os de haber sido asesinado. Este a&amp;ntilde;o fue todav&amp;iacute;a m&amp;aacute;s especial la coincidencia, pues Adriana celebr&amp;oacute; sus 15 a&amp;ntilde;os. Sin embargo, no quiso ni fiesta rosa ni otro regalo que no fuera visitar la tumba del arzobispo para pedir salud y sabidur&amp;iacute;a, para ella, para sus padres y para sus abuelos.

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Estudiantes de un seminario ecum&amp;eacute;nico romerista de Minessotta, provenientes de todos los rincones de los Estados Unidos y de diferentes religiones, se toman las manos en oraci&amp;oacute;n alrededor del altar donde fue asesinado monse&amp;ntilde;or Romero en la capilla del hospital La Divina Providencia. Cientos de extranjeros que consideran un santo a Romero visitaron el pa&amp;iacute;s durante la semana previa a la Semana Santa.&lt;br /&gt;

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Marta Avelar, vendedora ambulante, se especializa en la reventa de entradas para conciertos y partidos de f&amp;uacute;tbol. Sin embargo, durante la semana del aniversario d ela muerte de Romero, se dedic&amp;oacute; a vender art&amp;iacute;culos con la imagen del arzobispo, convencida de que no tendr&amp;iacute;a p&amp;eacute;rdidas porque su venta estaba de antemano bendecida por el que considera un santo.

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Una estudiante de la escuela Jorge Lard&amp;eacute;, en San Jacinto, San Salvador, observa la tarima lista para recibir un acto de conmemoraci&amp;oacute;n de la muerte de monse&amp;ntilde;or Romero, el 24 de marzo pasado.

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En el imaginario colectivo de los fieles cat&amp;oacute;licos salvadore&amp;ntilde;os, la figura de Romero ya forma parte del calendario -y pante&amp;oacute;n- festivo de santos, como lo demuestra este peri&amp;oacute;dico mural de la iglesia de Ayutuxtepeque.&lt;br /&gt;

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La figura de Romero se torna ecl&amp;eacute;ctica y mientras puede aparecer junto a figuras o s&amp;iacute;mbolos estrictamente religiosos, tambi&amp;eacute;n puede mezclarse con iconograf&amp;iacute;a m&amp;aacute;s profana, como la de bandas metaleras.

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&lt;p&gt;El canadiense Jim Berkley posa frente a la tumba de los sacerdotes jesuitas de la UCA, institución que celebró, la semana del 24 de marzo, un congreso teológico sobre Romero, el cual atrajo a muchos visitantes extranjeros.  Berkley es un activista político del partido de izquierda 'New Democracy', de la provincia de Alberta, al nor-este de Canadá, y se sorprendió de la sencillez y convicción de monseñor Romero.&lt;strong&gt;&lt;br /&gt;&lt;/strong&gt;&lt;/p&gt;

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El 24 de marzo, asociaciones pro romeristas llevaron a cabo una marcha desde el hospitalito de La Divina Providencia hasta la cripta en catedral, como acto previo a la celebraci&amp;oacute;n del 30o. aniversario del magnicidio.

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Dinora River tiene su casa tapizada con im&amp;aacute;genes de monse&amp;ntilde;or Romero. Su simpat&amp;iacute;a con las luchas justas y la matanza de estudiantes del 30 de julio de 1975 hizo que se comprometiera a trabajar en los grupos cristianos que m&amp;aacute;s tarde ser&amp;iacute;an los comit&amp;eacute;s eclesiales de base. Ahora, Dinora trabaja de lleno con la comunidad de la cripta de catedral, creyendo en la figura de Romero como un santo.

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'Yo no me perd&amp;iacute; ninguna homil&amp;iacute;a de Romero desde que lo nombraron monse&amp;ntilde;or', dice Nidia Grimaldi, quien ha venerado al religioso durante los &amp;uacute;ltimos 33 a&amp;ntilde;os. Grimaldi estuvo presente en el entierro de Romero, sobreviviendo a los tiros de los francotiradores apostados en los edificios adyacentes a la catedral metropolitana. En el tumulto, su nuera, embarazada de 8 meses, qued&amp;oacute; presa en el cripta de catedral y tuvo que abortar en ese lugar.

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Un mujer observa la sotana diaria de monse&amp;ntilde;or &amp;Oacute;scar Romero, la cual es exhibida en el museo de los m&amp;aacute;rtires en la UCA. Este museo, que exhibe art&amp;iacute;culos personales del arzobispo, fue visitado por cientos de personas en el marco de los 30 a&amp;ntilde;os del asesinato.

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Con el nombre de monse&amp;ntilde;or Romero han sido bautizados museos, calles, plazas y hasta una universidad, ubicada carretera a Chalatenango, la cual celebr&amp;oacute;, el 23 de marzo, un acto ecun&amp;eacute;mico-cultural en honor a su santo patr&amp;oacute;n.

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Silvia Guill&amp;eacute;n descansa luego de un largo d&amp;iacute;a de peregrinaci&amp;oacute;n por las actividades de Romero, en el acto religioso preparado en la cripta de catedral el 24 de marzo.

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La misa del 30o. aniverario del asesinato de monse&amp;ntilde;or Romero fue celebrada por el obispo em&amp;eacute;rito de San Crist&amp;oacute;bal de las Casas, M&amp;eacute;xico,  Samuel Ruiz, quien mostr&amp;oacute; su simpat&amp;iacute;a por el 'compromiso con la justicia' de Romero. Ruiz es un conocido luchador por los derechos de los pobres y de los ind&amp;iacute;genas en Chiapas y es&amp;nbsp; un seguidor de la teolog&amp;iacute;a de la liberaci&amp;oacute;n.&lt;br /&gt;

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&lt;p&gt;El reverendo William Wipfler muestra fotograf&amp;iacute;as tomadas en 1980, cuando visit&amp;oacute; El Salvador como parte de una misi&amp;oacute;n de religiosos enviada por el Congreso de Estados Unidos para investigar la situaci&amp;oacute;n del pa&amp;iacute;s centroamericano. En esa ocasi&amp;oacute;n se reuni&amp;oacute; con monse&amp;ntilde;or Romero. Wipfler fue testigo en el juicio contra el capit&amp;aacute;n &amp;Aacute;lvaro Rafael Saravia en Fresno, California, cuando se le conden&amp;oacute; por el asesinato del arzobispo.&lt;/p&gt;

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Ariana Argueta, de 5 a&amp;ntilde;os, observa los zapatos que simbolizan la tragedia ocurrida el 26 de marzo de 1980, cuando durante las exequias de monse&amp;ntilde;or Romero, unos francotiradores abrieron fuego contra la multitud reunida frente a catedral, provocando unos 40 muertos y varios heridos.

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La semana de San Romero