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A las mujeres, del sistema penitenciario... con amor

La dieta que los recién nacidos en el penal de Ilopango tenían asignada por las autoridades cuando la Procuraduría de Derechos Humanos hizo su diagnóstico era de salchichas. Las condiciones en que el sistema tiene a las mujeres presas son tan graves que ni siquiera se les da toallas sanitarias.

Domingo, 14 de marzo de 2010
Carlos Martínez

Raquel Caballero de Guevara. Foto Mauro Arias
Raquel Caballero de Guevara. Foto Mauro Arias

En mayo del año pasado, la Procuraduría de Derechos Humanos (PDDH) presentó un reporte que tenía por título “Informe especial sobre la situación de los derechos humanos de las mujeres privadas de libertad...” En él se recita la liturgia clásica de los centros penales salvadoreños: abarrotados hasta las paredes, en condiciones que harían padecer a un animal, sin la más mínima posibilidad de rehabilitación o reinserción... Pero en el caso de las mujeres tiene algunos matices extras, como la carencia de una sola mesa ginecológica en todo el sistema, y que ninguna reclusa tenga acceso a toallas sanitarias.

En 1996 había 430 mujeres presas, distribuidas en todos los reclusorios del país. Esos eran buenos tiempos, pues en Ilopango, por ejemplo, la sobrepoblación era solo de un poco más del doble de la capacidad del recinto. Aunque había algunos inconvenientes: en Chalatenango, por citar alguno, las chicas dormían en cuartos que no fueron construidos para albergar a seres humanos, no había servicio ginecológico y, aunque había una escuela, estaba prohibido que asistieran “por razones de amores entre ellos y ellas”.

En 2002, en el centro penal de Ilopango ya había el triple de personas que caben y las mujeres fueron confinadas solo en tres cárceles. En 2005 fue encontrada muerta, con la cabeza destrozada por una roca, Margarita Parada Grimaldi y, a partir de ese año, se escogió a las cárceles de Sensuntepeque para las pandilleras de la mara Salvatrucha y la de Quezaltepeque para las de la mara 18.

Para 2009, Ilopango ya reunía a una población cinco veces superior a la capacidad de la cárcel, y de ellas, el 62% seguían siendo legalmente inocentes, pues solo el 38% estaban condenadas. 'Cárcel de Mujeres' no cuenta con una sola mesa ginecológica para que los médicos puedan evaluar correctamente a sus pacientes y a nadie se le provee de toallas sanitarias. Y esta era, según el informe de la PDDH, la cárcel que mejores condiciones presenta para albergar mujeres.

Sin embargo, el título del documento va más allá de 'Informe especial sobre la situación de los derechos humanos de las mujeres privadas de libertad...' Sigue así: “... y las niñas y los niños que viven con sus madres en los centros penales de El Salvador”. Ahí el problema se agudiza más. Ilopango alcanza para tener hacinamiento para todos, incluso para los niños: 49 menores de cinco años convivían en un espacio diseñado para 25. Y desde entonces, dice Raquel Caballero, procuradora adjunta para la mujer, el espacio no se ha ampliado, pero sí la cantidad de niños. Ahora serán más de 100.

Después del hacinamiento, los desaciertos se suceden uno tras otro en contra de los bebés. El sistema penal contempla como dieta para un recién nacido una salchicha. Si la madre no consigue producir leche, el bebé tomará agua con azúcar o 'agua de arroz', que no es sino una bebida producto de hervir y azucarar un puñado de granos de arroz. Cuando termina esta entrevista, a Caballero se le había olvidado contarnos algo: “¡Ah, tampoco los asientan! Como no pueden ir a la alcaldía, los niños que no tienen familia afuera quedan sin asentar, porque las mamás no pueden ir a la alcaldía, así que cuando son separados de sus madres, a los cinco años, no tienen papeles... será más o menos el 50% de los casos los que están en esta situación”.

Me gustaría que nos ayudara a hacernos un panorama general sobre la situación de las mujeres privadas de libertad en el país.
Actualmente la situación penitenciaria de las mujeres es bastante alarmante. En el penal de mujeres en Ilopango hay capacidad para 220 plazas y en mayo del año pasado había mil 108 mujeres. El hacinamiento es tremendo en el único centro penal que fue construido para albergar a mujeres.

¿Qué particularidades debe tener un centro penitenciario para mujeres?
Esto tiene que ver con las necesidades de las mujeres. Por ejemplo, las clínicas de atención a las mujeres son bastante precarias. Intentamos hacer una jornada médica y... increíbles las situaciones que encontramos: ¡no tenían mesa ginecológica, ni tampoco en el Sibasi al que le corresponde Ilopango!

¿En la cárcel de mujeres no hay una mesa ginecológica?
No, no hay. La situación es bien precaria. Hay diferentes problemas. Una cosa es la infraestructura: Ilopango es la única cárcel construida para albergar a mujeres. Otros centros penales, como el de Sensuntepeque, ese está construido sólo para hombres. Ahí no hay cunas, no hay condiciones para niños, por ejemplo. Cuando nosotros hicimos nuestra visita de diagnóstico, en Sensuntepeque sólo había dos recién nacidos, de mujeres que llegan embarazadas. En San Miguel no permiten niños, porque el recinto es extremadamente pequeño.

¿Y si la reclusa entra embarazada?
O sea que las mujeres embarazadas que son de Gotera son trasladadas a Ilopango y no reciben visitas porque sus familias están lejos y tienen problemas económicos para trasladarse. En San Miguel el hacinamiento es tremendo, entre un camarote y otro habrá unos 50 centímetros y hay gente durmiendo debajo del camarote, en el suelo, y muchas están durmiendo obligadamente juntas, porque ya no hay ni colchonetas para ellas. Y en Ilopango, la dieta alimenticia para los bebés, los recién nacidos, son salchichas.

¡No´mbre!
¡Sí, eso es! Ellas se las comen. A un niño de dos meses, ¿cómo le va a dar una salchicha?

A ver, despacio: ¿cuando el centro penal le da comida a las mujeres para sus bebés, les da una salchicha?
Claro, esa es la comida, al menos mientras nosotros hacíamos el diagnóstico.

¿Y por qué no mejor les dan leche?
Eso lo tiene que traer un pariente. Es un problema cuando la mujer no produce leche en sus mamas.

¿Qué se hace? ¿Le dan una salchicha?
Es un gran problema, les dan agua azucarada. Ahora que el procurador ha estado mediando en la mesa penitenciaria, se ha logrado que dejen ingresar alimentos y la leche. Y la otra es que antes no permitían ingresar pampers.

¿Por qué no dejaban entrar pampers?
Porque como todo es negocio, entonces se los vendían. Así están las mujeres: ellas ponen de sus medios. Y a las presas que están en su período menstrual no se les da toallas sanitarias. A saber cómo harán.

¿No están contempladas las toallas sanitarias en una cárcel de mujeres?
¡No, a eso nos referimos!

Pero las mujeres embarazadas sí permanecen en un sector apartado, ¿no?
Sí, claro. Son cuatro penales que albergan mujeres: Ilopango, Sensuntepeque -que no es una infraestructura creada para mujeres-, San Miguel y Quezaltepeque, que cuando las visitamos estaban en unas condiciones infrahumanas; para el 28 de marzo de 2008 había 54 mujeres; cinco meses después había 108 mujeres en el mismo espacio, algunas dormían literalmente a la intemperie, hasta que consiguieron una lona, que fue una burocracia horrorosa para comprar una pinche lona. El quinto es el centro abierto, donde están las mujeres en programa de semilibertad. Esa es una casita de tres habitaciones y en cada una hay seis mujeres y también en el pasillo. Salen a trabajar o a estudiar, pero en el noche tienen que llegar a dormir. Hay una mujer que tenía cinco años de estar ahí, porque tienen que cumplir unos cursos que no les programaban.

¿En todos hay niños?
Sólo en Quezaltepeque e Ilopango. En Sensuntepeque porque ni modo, la mujer llegó ya embarazada y ahí dio a luz y estaba otra mujer con un bebé recién nacido también.

¿Y a ellas las apartan?
No, las tienen ahí mismo. Cuando yo la vi estaba como está una mujer de ocho días de parida: demacrada, además de la alimentación que es un problema. Con el cambio de administración ha cambiado un poco, porque había mucha queja de comida arruinada, incluso casos de ratas recién nacidas en medio de la comida. Ojo que esto son denuncias, no lo pudimos verificar, pero ellas se quejaban y no una ni dos, sino algo bien generalizado. Les daban una comida... embutidos, que es desperdicios de carne, yo eso sí lo vi: una mortadela como de un centímetro de grueso, una cosa horrorosa, más un arroz insípido y una tortilla. Eso es el almuerzo.

Básicamente sólo Ilopango tiene sector materno.
Y Quezaltepeque también. Ahora en Ilopango creo que hay mil 200 mujeres y las dividen en procesadas, condenadas, adultas mayores, sector materno y fase de confianza. Cuando hicimos nosotros las investigación en el diagnóstico había 16 mujeres embarazadas y ya teníamos como 42 niños.

¿Cuántos niños en total había en todo el sistema penitenciario?
Casi 60.

Ahorita podrá haber más de 60.
Ya deben de haber más de 100. Esa es como una cifra probable, dados los cambios que diariamente se dan, porque las mujeres que llegan ahí con sus niños no se van hasta cumplir sus penas.

Perdón, me quedé con esto en la cabeza: si hay más de 100 niños, ¿no existe un rubro en el presupuesto para alimentarlos? Contemplando el hecho demostrado de que los niños recién nacidos no comen salchichas.
No.

Si una presa no tiene una familia con capacidad económica de llevarle fórmula a su hijo, ¿no tiene acceso a ella?
No, por supuesto que no, no hay forma. Les toca agua azucarada, agua de arroz. Es claro que eso desnutre a los niños. Esa es la realidad. Y como en nuestro país no hay control de la natalidad... porque ellas llegan embarazadas, porque no reciben visita íntima, le cuento. Sólo las que pueden acreditar quién es la persona que las visita. En cambio en Mariona a los hombres les puede hacer visita íntima cualquier mujer.

Si ellas no demuestra que un tipo es su esposo...
No hay forma de que entre. Por eso llegan embarazadas, no se embarazan ahí. De los 100 niños tal vez uno fue concebido dentro de la cárcel. La que logró una visita íntima.

¿En el centro abierto ellas pueden llegar a dormir con sus niños?
Hay una mujer con un niño. Sale con su niño, se va donde la familia y duerme con él. En el censo lo que encontramos es que son niños recién nacidos y no pasan de dos años. Sólo había como tres niños mayores de tres años cuando hicimos la investigación, o sea que estamos hablando de niños chiquitos. Ellos pueden estar ahí hasta los cinco años. El niño tiene derecho a estar con su madre, el problema es que el niño está también privado de libertad, o sea que es una situación compleja.

En su estudio ustedes señalan que a veces se restringía a los niños la libertad de salir.
Por ejemplo, llega el papá y se lo quiere llevar, hay problemas para sacarlo y el niño no está preso. Todo lo que pasa es inaudito.

¿Por qué no hay niños de mayor edad? ¿Por qué son tan pequeños?
Eso nos pareció curioso también. Podría responder a que las mujeres que están en el sector materno no necesariamente están condenadas, sino sólo en proceso, entonces salen y salen con sus niños.

La ley les permite estar con sus hijos hasta los cinco años. En el momento de la separación, ¿ellas o los niños tienen algún tipo de asistencia sicológica?
No, eso no existe. Si la mujer tiene familia que les reciba a la criatura, se les entrega. Pero en la mayoría de casos también el marido está preso, sobre todo por extorsiones. Así es el caso en la mayoría. Si no tiene familiares va al ISNA.

¿Cómo se estableció, quién lo estableció y con qué criterios se estableció el límite de cinco años?
La verdad es que es imperdonable. Aquí estamos ante dos situaciones: el derecho del niño a estar con su madre y el derecho a gozar de plena libertad. También se había pensado hacer un centro de desarrollo infantil (CDI) dentro de la cárcel, pero es como tenerlos enjaulados.

¿Están escolarizados?
Sí. Había un kínder y los llevaba el personal penitenciario. Resulta que a los niños les parecía traumático que los otros los molestaran con que su mamá estaba presa. Eran discriminados. Entonces surgió la idea de construirles un CDI dentro del penal, pero entonces eso sería como construirles una jaula de la que no pueden salir nunca. Hay una colisión de derechos: estar libre y estar con su madre.

Bueno, bien o mal, estos niños están escolarizados, de forma que al salir pueden insertarse en una escuela.
Supuestamente sí, porque sí los llevan.

A los cinco años, cuando son separados, ¿existe algún procedimiento para ello?
Llorar y entregar a su niño, porque eso dice la ley. Las mujeres lloran. Es cierto que han violado la ley, pero son personas, y los derechos humanos nunca se pierden. No son animales.

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