Opinión /

Sabios y pragmáticos


Domingo, 14 de marzo de 2010
Alberto Valiente Thoresen

Durante la reciente visita del presidente Funes a Washington, pidió a la Organización de Estados Americanos y a la Secretaría de la Integación Centroamericana que readmitan a Honduras, a pesar de que Honduras y su gobierno legítimo nunca ha sido excluída. Los excluídos de estas organizaciones han sido los golpistas en Honduras y su gobierno de facto. Funes también exhortó a la región a que reconozca al gobierno de Porfirio Lobo. El día anterior a este pronunciamiento, el presidente Obama elogió al presidente Funes por su posición “sabia y pragmática” ante la crisis en Honduras. De hecho, desde el 9 de diciembre del año pasado, la secretaria de Estado Hillary Clinton instó al Ministro de Relaciones Exteriores a que el presidente Funes asumiera un papel protagónico en la resolución de la crisis en Honduras. Estos esfuerzos diplomáticos de  Clinton se repitieron a inicios de marzo, durante la reunión que sostuvo con los mandatarios centroamericanos. Efectivamente, unos días antes de esta reunión, el presidente Funes junto al presidente de Guatemala Álvaro Colom, anunciaron que abogarían por la inserción del gobierno de facto de Honduras en la SICA. Al mismo tiempo que condenó violaciones a la institucionalidad de Honduras, el presidente Funes se presentó de esta forma como un camino intermedio entre las otras dos vías opuestas a la crisis.

La primera vía ante la crisis en Honduras es liderada por los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América—ALBA  y consiste en no reconocer al gobierno de Lobo y las elecciones de noviembre del año pasado. El argumento es que dichas elecciones se desarrollaron en una situación irregular, caracterizada por represión, falta de libertades y usurpación ilegítima del Ejecutivo de la república. La segunda vía ante la crisis es liderada por los Estados Unidos y consiste en darle legitimidad a las llamadas elecciones en Honduras, independientemente de las condiciones en las que estas se llevaron a cabo y la usurpación ilegítima del poder en Honduras. El impasse entre estas dos posiciones irreconciliables fue retóricamente resuelto por el experimentado comunicador y ahora presidente Funes, quien autoró lo que algunos consideran una actitud pragmática ante la crisis en Honduras.

Recientemente, la Unión Europea también adoptó la alegada actitud pragmática del presidente Funes. El jefe de la Delegación de la UE para Centromaérica y Panamá, Mendel Goldstein, expresó: 'Pensamos que hay que reconocer la realidad de las cosas y ser pragmáticos. No podemos excluir a un país de manera permanente'. Una vez más, este comentario olvida que no se trata de excluír a Honduras, sino de saber a cuáles actores políticos hondureños incluir como legítimos representantes de la república. Además Goldstein añadió, 'hemos llegado a la conclusión de que las elecciones en Honduras se desarrollaron de manera transparente y equitativa, reflejando la libre voluntad de la mayoría de los hondureños. Hemos insistido la importancia de algunos temas al presidente Lobo: la reconciliación, a través del cumplimiento de los Acuerdos Tegucigalpa/San José y la conformación de un gobierno de unidad nacional, y el respeto de los derechos humanos, investigando lo que ha ocurrido antes y después del golpe a través de una Comisión de la Verdad. Creemos que el gobierno del presidente Lobo está cumpliendo con estas condiciones y no hay motivos para dejar afuera a Honduras de las negociaciones'. El objetivo de tal pragmatismo es la reanudación de las negocaciones para la firma del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Centroamérica en mayo de este año.

Tal actitud de la UE contrasta con los constantes reportes de violaciones a los derechos humanos en Honduras provinientes de organizaciones como la Asociación Nacional de Empleados Públicos de Honduras—ANDEPH, Central Nacional de Trabajadores del Campo—CNTC, Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras—COFADEH, Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras –COPINH, Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras—COCOH, Movimiento Unificado Campesino del Aguan—MUCA, FIAN Internacional, Organización Fraternal Negra de Honduras—OFRANEH, Vía Campesina y demás miembros del Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado. Las palabras de Goldstein también resultan interesantes al considerar la controversial amnistía decretada para los responsables del golpe de Estado en Honduras. El presidente de facto Roberto Micheletti Baín incluso ha sido nombrado diputado vitalicio y se le han otorgado condecoraciones, a pesar de todas las acusaciones en su contra. Tomando esto en consideración, la política de derechos humanos de la UE en Honduras es bastante diferente a la que la Unión mostró contra Cuba, al imponer sanciones diplomáticas a la isla en 2003 por el uso de la pena capital. Sin embargo, está más en línea con la política que la Unión ha tenido hacia los Estados Unidos, con respecto al uso de la pena de muerte y la tortura.

Fue de hecho durante un evento internacional en Europa, como la XIX Cumbre Iberoamericana celebrada en Estoril, Portugal en noviembre- diciembre de 2009 que el presidente Funes hizo pública su llamada actitud “sabia y pragmática” ante la crisis política en Honudras. Durante esta reunión, el presidente Funes emitió un comunicado en el que reiteraba su condena al golpe de Estado y explicó que no reconocería al gobierno de facto de Micheletti, ni las elecciones de noviembre de 2009. De acuerdo con el presidente Funes, dichas elecciones se efectuaron en condiciones de “inestabilidad institucional y con señalamientos críticos de varios sectores de la sociedad hondureña”. Curiosamente, el comunicado también expresó que dichas elecciones de inestabilidad institucional y criticadas por la sociedad hondureña también abrían “un nuevo momento político en la búsqueda de alternativas a la crisis”. Con esto, consideró la posibilidad de eventualmente reconocer al gobierno de Porfirio Lobo. Momentáneamente, este reconocimiento requeriría el establecimiento de un gobierno de unidad que incluyera al presidente Manuel Zelaya. Sin embargo, este elemento fue desapareciendo paulatinamente de los pronunciamientos del gobierno de Funes. Al final, la política del presidente Funes ante Honduras se volvió a la vez confusa pero de consecuencias claras. Por un lado no reconoció el proceso político de golpe y fachada electoral, pero por otro lado acabó reconociendo los resultados de este proceso al cual se opuso: la presidencia de Porfirio Lobo, las violaciones sistemáticas a los derechos humanos de la resistencia, amnistía a los responsables del golpe de Estado y condecoraciones al gobierno de facto.

Con la ayuda de las campañas de relaciones públicas de los gobiernos, los comentaristas políticos corren el riesgo de confundir tal actitud contradictoria con pragmatismo político sabio, que desemboca en una tercera vía. Este es precisamente el objetivo de la estrategia de relaciones públicas. El truco retórico de esta estrategia consiste en reconocer a todas las partes involucradas en un conflicto, lo cual explica el carácter aparentemente contradictorio de la política. Pero al mismo tiempo, y muy cuidadosamente, el arte de esta estrategia implica sigilosamente tomar partido con uno de los bandos en el conflicto. De esta manera se evitan los compromisos y transformaciones costosas a las condiciones que dan lugar al conflicto en un principio. Esto se consigue al mismo tiempo que se incrementa la posibilidad de convencer a ciertos contrincantes políticos, preferiblemente a todos, manteniendo al mismo tiempo el status quo, aunque este sea injusto. De hecho, los que implementan la estrategia dirán explícitamente que todos los compromisos y transformaciones deben posponerse, y que solo vendrán como resultado del apoyo brindado a una de las partes en el conflicto. La estrategia termina sacrificando ciertos valores, a favor de la facilidad de no hacer cambios ni de retar a los poderosos. Pero realmente, ¿qué tiene de pragmática esta estrategia? ¿Y qué tiene de sabia?

El pragmatismo se define como una corriente filosófica en donde el significado de las aseveraciones solo tiene valor en relación a las consecuencias de dichas aseveraciones. De manera que las proposiciones poco factibles que no pueden ser instrumentales para la adquisición de un objetivo, deben rechazarse. Quiere decir que teóricamente, para ser pragmática, la actitud del presidente Funes ante la crisis hondureña debe considerar las consecuencias de la actitud. Además, debe ser una actitud muy factible e instrumental para la adquisición de ciertos objetivos. El pragmatismo no implica facilidad o temor a tener un compromiso con ciertos objetivos.

Traduciendo esto a la práctica es evidente que casi cualquier actitud política puede jactarse de tomar en cuenta las consecuencias, factibilidad e instrumentalidad para la adquisición de ciertos objetivos. En otras palabras, casi cualquier política puede ser pragmática. Pero hay diversos grados de pragmatismo. La pregunta clave es entonces ¿qué tan pragmática es una política en relación a otras? Para resolver esto, hay que responder a ciertas preguntas secundarias ¿A qué consecuencias responde la política, de todas las posibles? ¿A quién afectan estas consecuencias? ¿Para quién son prácticas las actitudes? Y ¿qué objetivos se persiguen con la instrumentalidad de la política?

La actitud de Funes y sus repercusiones afectan principalmente a los hondureños, pero también al resto de la región. Es un pragmatismo que dice tomar en cuenta estas consecuencias. Sin embargo, una política que ignora la destrucción de las instituciones hondureñas y las violaciones a los derechos de los hondureños, no toma verdaderamente en cuenta todas las consecuencias que el golpe y el gobierno de Lobo tienen. El pragmatismo de Funes afecta positivamente a ciertos intereses de la región que quieren más acceso al mercado hondureño. También afecta positivamente a una mal concebida política geoestratégica de los Estados Unidos, que desea ampliar su base de gobiernos serviles en Centroamérica. Pero es un pragmatismo que teme comprometerse y afecta negativamente a los americanos que aspiran por los objetivos interrelacionados de la democracia y el Estado de Derecho.

Fueron efectivamente filósofos como William James, Charles Sanders Peirce y John Dewey, quienes exaltaron a la democracia como un sistema político preferible. De acuerdo a estos filósofos de la corriente pragmática, la democracia es un buen sistema porque responde a la mayoría de intereses y a las consecuencias para la mayoría en la sociedad. John Dewey propuso incluso una versión de democracia participativa; sistema defendido por el presidente Zelaya y la resistencia al golpe de Estado en Honduras. Este sistema contrasta con las tiranías y demás sistemas más autoritarios, que solo toman en cuenta las consecuencias que los actos políticos tienen para una minoría elitista.

La política de Funes hacia Honduras apoya efectivamente los intereses de una minoría elitista en el continente americano. Esta élite cree equivocadamente beneficiarse de la usurpación ilegítima del poder en Honduras. Dicha minoría impide el desarrollo de un sistema más democrático en la región, basado en un pragmatismo político que tome más en cuenta las consecuencias de los actos políticos para la mayorías. Además, la política de Funes parece ignorar el conocimiento existente sobre la historia política lationamericana. El presidente Funes parece haber olvidado o parece no entender los procesos políticos que llevaron a nuestro contientente a catástrofes políticas. Con él, los que lo elogian por su actitud política ante la crisis en Honduras demuestran que en este caso en particular lo que no tienen de pragmáticos, tampoco lo tienen de sabios.

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