Hace años, los ríos que cruzan el territorio de la capital salvadoreña eran atractivas fuentes de agua limpia. Ahora, los mismos ríos, ahogados en los desechos de la población, siguen sosteniendo la sobrevivencia de los más desposeídos y marginados.
Lunes, 14 de junio de 2010
Mauro Arias
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
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