Veintiseis mil millones de espectadores (26.000.000.000), casi cuatro veces la población mundial, vibrarán con el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Ello viene derivado de que 210 países tendrán la cobertura televisiva del Mundial de Futbol.
19.000 profesionales de la comunicación se han trasladado a Sudáfrica entre los televisivos, los de los medios impresos, los de la radio y los fotógrafos.
Casi 900 millones de euros cuesta el mundial en este mes de duración. Más de 5.000 millones de euros las obras de infraestructura en su globalidad y los turistas se dejarán unos 1.000 millones de euros en el país anfitrión. 207.000 euros recibirá cada una de las 208 organizaciones nacionales de la FIFA y ésta 900 millones en beneficios.
Si ya en 1995 Sudáfrica usó el deporte, en aquel caso el rugby para consolidar el país liberado del Apartheid, ahora usa de nuevo el deporte, en este caso el fútbol, el deporte global por excelencia, para presentar su país al mundo y llamar a la puerta para estar en el panorama internacional sin ningún resquemor, aunque la realidad en ocasiones es terca y Mandela, el héroe nacional y global, ve cómo en su país, aunque legalmente y sin discriminación, la renta media de un negro es de 400 euros y la de un blanco de 2.500 euros, por eso dieciséis años después de su revolución el mundo debe abrir a este país la posibilidad de que no se vuelva atrás y que la violencia que un subsiste se vaya desterrando y la plaga del SIDA sea erradicada.
Es obvio que la ocasión del fútbol es algo más que el deporte como excusa, es la posibilidad de inyectar a esa nación y a sus habitantes, sin distinción de razas ni colores de piel, la necesidad de una autoestima y proyectar hacia este mundo global el ser uno más en la comunidad mundial sin ninguna discriminación y sin ninguna atadura con la historia obscura pasada.
Su inauguración ha sido la muestra palpable de que los sudafricanos, y por extensión todo el continente, muestran sus ganas de vivir y de enterrar, de una vez por todas, su pasado de tierra olvidada y discriminada.
El tiempo nos dirá si ese deseo se ha conseguido.
