Un viejo problema, un viejo olvido
La matanza de 72 indocumentados en el norte de México es demasiado evidente como para que los gobiernos de los países involucrados no digan nada. Pero a veces, como han dicho algunos funcionarios mexicanos, pareciera que apenas están descubriendo el fenómeno de los narcos lucrándose de la desgracia de los migrantes. Hace tres años ya que los cárteles de la droga disputaban territorio fronterizo con las bandas de coyotes, y El Faro así lo reflejó en su extensa cobertura "En el camino" publicada a lo largo de 2009.
Varias crónicas revelaron al mundo cómo Los Zetas hacían redadas sistemáticas en los trenes para secuestrar en una sola operación a decenas de seres anónimos que ni siquiera llegaban a convertirse en números oficiales de muertos o desaparecidos. El Faro le ofrece dos de aquellos textos que debieron haber servido de luz de alarma para los gobiernos centroamericanos, que ante la magnitud de la tragedia prácticamente nada han hecho en favor de sus ciudadanos en éxodo. Además, una entrevista con un experto en el tema, el cura Alejandro Solalinde, que recriminaba la escasa diligencia de los gobiernos de El Salvador y el resto del istmo para resolver el problema.
Cuando el narco manda, los migrantes pagan