Opinión /

Desilusión


Jueves, 26 de agosto de 2010
Luis Fernando Valero

Una amable lectora bajo el epígrafe “desilusión” ha puesto un comentario a mi reflexión “Ser joven en Iberoamérica”. Ella afirma que ser joven va más allá del estado ocupacional y cree que es demasiado grande mi título. Es posible que tenga razón, pero voy a intentar explicar lo que yo pretendía.

La juventud actualmente es una categoría social, es algo más que una etapa de la vida humana en donde podría afirmarse que se prepara para entrar, de lleno, en el acontecer de las responsabilidades.

En el proceso evolutivo humano se ha ido retrasando el acceso a la vida adulta. Para nadie es un secreto que a los 14 años en la edad antigua y media los de esa edad era faraones, reyes, emperadores, conquistadores santos, ejemplos desde la Virgen María que no tendría no más de 14 años cuando se “desposó” con José,  a Alejandro Magno, Juana de Arco, Genghis Kan y algún que otro Papa, fue entronizado con esa edad etc.

El ser humano ha ido retrasando el acceso al mundo del trabajo y de la responsabilidad y en la actualidad, “ser joven”, es una categoría que se proyecta para llamar así a personas de 40 años, dado que la adolescencia que hace 50 años, todos los psicólogos la definían entre los 14 a los 18 hoy muchos afirman que esa categoría se lleva hasta los 30.

En 1983 la ONU definió la juventud  como una etapa entre los 15 y los 24 años. Y hay países como Perú que su Consejo Nacional de la Juventud incluye a las personas entre 15 y 29 años según su artículo 2º.

El acceso al trabajo es cada día mas difícil. Usted, estimada lectora, reconoce que: “Estoy finalizando mi licenciatura y no logro ni una sola oportunidad de trabajo”.

Durante 15 años he dado la asignatura de “Educación y Trabajo” en la carrera de Educación Social y quizás de ahí provenga mi deformación profesional, de considerar que la ocupación estructura la personalidad. Cuando alguien pregunta quién eres, qué haces, es decir cuál es tu sentido de vida como persona, se señala su profesión: carpintero, albañil, maestro, médico, abogado o lo que ejerces aunque tu título profesional o preparación sea otro: administrativo, político, periodista, informático. “Parado”.

Y este es el problema que quería resaltar: que si la juventud, en niveles excesivos, no hace “nada”, se convierte en un serio problema para las sociedades, incapaces de ofrecerles alternativas.

Esto quería resaltar que si Iberoamérica desea salir significativamente de la pobreza en grandes capas sociales, si Iberoamérica desea incorporarse mas activamente al contexto de una sociedad global, necesariamente tiene que ofrecer posibilidades a la juventud sobre todo a la que se está formándose, como el caso que usted misma se señala, o ya está formada.

En España en algunos programas de televisión y radio se ha hablado del impresionante triunfo que están teniendo los deportistas españoles en el deporte mundial desde la Copa del Mundo de Futbol, la Copa de Europa, a triunfos individuales como Nadal, Contador, Lorenzo, Pedrosa, Freire, Díaz, los hermanos Gassol o colectivos, como Natación sincronizada, baloncesto, balonmano. Y ello ha conllevado una cierta polémica.

 Uno conocido filósofo, González Faus, mandaba una carta a un conocido periodista, Iñaki Gabilondo: “En tu programa de CNN+ el pasado jueves, te preguntaste varias veces cómo ha surgido entre nosotros esa joven generación de deportistas que, además de su gran calidad, son chicos serios, sencillos, disciplinados, trabajadores y humildes: ¿son una rara excepción o un indicio prometedor en nuestra sociedad?

Creo que los que te respondieron en el programa recurrieron a tópicos de rigor y que tu pregunta -como tantas otras que planteas- merece una reflexión más seria. Quizá yo hablo desde mis muchos años, pero aquí va un elemento de respuesta.

Esos deportistas han tenido algo que no tienen hoy nuestros jóvenes: una formación basada en el esfuerzo, la disciplina, la paciencia y la aceptación de muchas derrotas.

… Creo que en eso del esfuerzo y la capacidad de renuncia reside la diferencia entre esa generación de deportistas y buena parte de nuestra juventud.”

Quizás como viejo que soy, estimada lectora, no supe ajustar el titulo, pero el problema de fondo que me impulsa es, como en una ocasión solicité a mis alumnos, analizar la siguiente frase: “El futuro de la juventud es la vejez”.

Yo le pregunto a usted con toda sinceridad y humildad: qué futuro le espera a usted si no consigue trabajo durante mucho tiempo o su trabajo es un trabajo precario, temporal y mal pagado.

Le agradezco su comentario que me ha dado ocasión a ampliar cual era mi intención y espero que no sea la última vez que tenga la dicha de leerla.

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