Opinión /

¿Cárcel en la Martín Pérez?


Domingo, 29 de agosto de 2010
Zulma Ricord de Mendoza*

Martín Pérez, es una de las islas que conforma un complejo insular de diez cuerpos de tierra emergente situado en el Golfo de Fonseca y el cual ha sido identificado como “prioritario” por el Proyecto Regional Corredor Biológico Mesoamericano. Este pedacito de isla de 2.2 kilómetros cuadrados se enclava como un pequeño centinela en la entrada del Golfo de Fonseca entre las Islas Zacatillo y Conchagüita, agregando a la riqueza ecológica de este sitio un paisaje espectacular de múltiples atractivos. Estos atributos hacen que esta pequeña formación insular sea de gran atractivo y potencial turístico ya sea para ecoturismo en general o para un turismo científico, poco o nada explotado en nuestro país.

En octubre del 2007, los presidentes de los tres países cuyas costas confluyen en el Golfo de Fonseca, Nicaragua, Honduras y El Salvador, firmaron lo que se llamó “la Declaratoria de la Paz” tres aguas un solo Golfo, cuyo contenido estaba orientado a que esta zona transfronteriza se gestionara como un territorio de paz, acto que fue calificado como “un mensaje al mundo de madurez política y un aporte para la lucha por la paz”. Dicha Declaratoria se firmó ante la presencia del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza. Este sitio trinacional es uno de los 11 sitios prioritarios identificados y declarados por la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo, CCAD, para ser “resguardados” por su alta biodiversidad.

El Puerto La Unión, recientemente inaugurado, fue marco para que la actual administración reiterara el desarrollo de este olvidado Departamento como una prioridad para el gobierno, el cual proyecta realizar una inversión de 30 millones de dólares en saneamiento, principalmente.

Tanto las Agencias de Cooperación Española como Japonesa, entre los donantes más fuertes, están invirtiendo en proyectos innovadores de desarrollo local, los cuales incluyen la formación y capacitación de las comunidades locales para asociarse y conformar pequeñas empresas, acompañado de programas de educación ambiental y lineamientos para el turismo sostenible, entre otras.

En medio de este escenario que busca dar un “salto de calidad” en la gestión territorial del Golfo de Fonseca,  Martín Pérez, de la noche a la mañana se propone como el sitio perfecto para enviar prisioneros al destierro. Pareciera concebirse como un paralelo a como se le ha visto a La Unión desde hace mucho tiempo y por muchas administraciones, buscando así de una manera efímera resolver problemas cuyas raíces son mucho más complejas que lo que se cree para solucionarlo “colocando agua y tierra de por medio”.

Martín Pérez, no es una Isla desierta, olvidada ni insignificante. Es uno de los pocos relictos de bosque seco tropical que no ha sido objeto de asentamientos masivos ni construcciones que atenten contra el sagrado valor de la Naturaleza. Es un pequeño pero significativo refugio para dar paso en su estrecha playa al arribo de tres especies de tortugas marinas: la tortuga prieta, Chelonya mydas, la Tortuga Golfina, Lepidochelys olivácea, y recientemente de la tortuga carey, Lepidochelys coriácea, por tal motivo ha sido manejada y respetada, desde hace al menos tres décadas, como un hábitat y sitio de nidación para estas especies en peligro de extinción. Es más, toda esta región se ha identificado en los últimos tres años como una de las regiones prioritarias para anidamiento/alimentación de la tortuga carey, especie que ha adquirido una alta relevancia para nuestro país El Salvador, en cuyas costas del Pacífico Este, (Jiquilisco – Golfo), permanece una de las poblaciones más grandes.

Deberíamos estar apostándole a este sitio como un lugar especial de nidación de la Tortuga marina, lo cual se puede potenciar como un punto científico, generando información para todo el Golfo de Fonseca y como un atractivo para miles de turistas que van en pos de observar estos procesos de reproducción “in situ”. Dicha actividad es al mismo tiempo una gran oportunidad para las comunidades locales quienes pueden establecer “excursiones” programadas brindando servicios no solamente de transporte sino también de alojamiento, fomentando el desarrollo del  turismo rural comunitario, muy mal entendido e implementado en nuestro país.

Por tanto es menester de una vez por todas descartar esta idea “descabellada” que atenta no solamente con la visión de lo que se quiere hacer de este sitio “trinacional”, sino que distaría mucho de armonizar con los convenios, acuerdos y proyectos que están ejecutándose en todo el Golfo de Fonseca resaltando el valor y la riqueza de nuestros recursos naturales.

Seamos más creativos, innovemos o si nos vemos limitados para esto “copiemos” de nuestros no muy distantes vecinos costarricenses que han sabido darle valor a la naturaleza, ingresando en sus arcas estatales varios miles de millones anuales por un Ecoturismo sostenible. 

*Bióloga
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