Opinión /

Las derivas de la Unión Europea


Domingo, 3 de octubre de 2010
Luis Fernando Valero

En Europa se observan situaciones que distan mucho de responder a los ideales de Estado de Derecho Social, de libertad, de acogida, de respeto a la persona, que conformaron la creación de la UE.

Un connotado filósofo europeo, Daniel Innearty, ha escrito: “Para entender a una sociedad es más útil examinar sus temores que sus deseos. Dime a qué tienes miedo y te diré quién eres…

… El miedo a la muerte causada por los otros induce a los individuos a la construcción de una sociedad civil y política que garantice la seguridad. La reacción auto conservadora está en el origen del artificio estatal moderno. Someterse al soberano es el precio que hay que pagar para dejar de temer a nuestros semejantes.”

Hace dos semanas el país que era el paradigma del sueño europeo Suecia, ha tenido elecciones y el resultado marca una época, por primera vez en su historia un partido conservador ha salido reelegido; conviene recordar que en los últimos 74 años los socialistas han gobernado 61 años, y en los pequeños lapsus en que gobernaron otros partidos, éstos, nunca fueron reelegidos, ahora sí y además, por si ello no fuera poco, en el Parlamento sueco ha entrado la ultraderecha con el 7.4% de los votos, traducido en 20 diputados, que pueden ser el fiel de la balanza del  nuevo gobierno y del tiempo político, cierto que todos los partidos se han conjurado en no pactar con ellos… pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama.

En Europa se ha instalado el miedo. La crisis está removiendo los cimientos del Estado de Bienestar, una conquista europea; y generalmente cuando el ser humano tiene miedo es muy proclive a echarle siempre la culpa a otro, nunca a sí mismo y además, ese otro suele ser, el otro diferente. El otro, el extranjero angustia, inquieta, al asimilarlo, se teme perder identidad propia, pues se puede contaminar el original, ya que él tiene otra cultura, otra religión, otra ideología, otra lengua, incluso en el trabajo y en afán de sacrificio, en demasiadas ocasiones nos supera, obliga a replantearse cómo somos en la comodidad.

En una sociedad global como la actual, la UE observa que ya no es tan importante, más aún, que ya no es lo que era y la tecnología se ha convertido en una máquina de generar  riesgos e incertidumbres; las fábricas necesitan muchos menos obreros, donde hacían falta 100 trabajadores ahora no hace falta ninguno. La política se muestra incapaz de hacer frente a estos desafíos.

Vemos que un país como Suecia la ultraderecha xenófoba se abre camino, y lo mismo está ocurriendo en Austria, Alemania, Holanda, España, Italia, Reino Unido, Irlanda.

En el Reino Unido con la publicación de la memoria de Blair nos enteramos de cómo la política consiste en demasiadas veces en que al pueblo, a la ciudadanía no se le tiene en cuenta  para gobernar. Solo hay que adularla a la hora de las elecciones, en inmediatamente se llega al poder se ignora todo lo prometido y el poder en seguida  se plantean al nivel del poder mismo, sin ningún contacto con ese pueblo que se necesitó para llegar al gobierno.

El reciente líder de los laboristas, Ed Miliban, apoya un camino que a todos extraña por su discurso ya que, con los votos de los sindicatos, que son el ala más radical del laborismo, se alza con la victoria. Reniega de la era del Nuevo Laborismo, del que fue delfin y que dio unos éxitos a esa formación de la izquierda británica nunca antes igualados. Asustado por los comentarios de su victoria, a la media hora de ganar,  se lanza sin paracaídas a distanciarse de los que le dieron el voto ganador, los sindicatos y la izquierda más ideologizada. Todo ello como se comprende aleja a los ciudadanos de la política y desprestigia lo esencial de la misma.

En España, el presidente Rodríguez Zapatero dice cada día una cosa diferente o contraria a la del día anterior; incluso dice en el mismo momento que bajar y subir impuestos es progresista. Es decir que el blanco y el negro son el mismo color.

Acaba de tener una huelga general que ha sido calificada “paripé entre amigos”. Los sindicatos que han estado con él en todas sus negaciones de que había crisis, de que se iba a salir de la situación a pesar de los 4 millones y medio de parados, el 20.75% de la masa laboral, se han sentido “traicionados” cuando a mitad  de la carrera Rodríguez Zapatero cambia de caballo y se ha ido con los mercados y con los fondos soberanos, legislando congelación de pensiones, baja del 5% de los salarios a los funcionarios y una reforma laboral en donde los empresarios pueden reducir plantilla y despedir trabajadores si “sospechan” que en un futuro próximo pueden tener pérdidas.

“Eldorado” español se ha evaporado y el horizonte es: el paro, la deuda y un callejón sin salida. Y son muchos, una vez más, los que piensan en los países emergentes como Brasil u otros países de Iberoamérica o Asia para llevar sus empresas o emigrar ellos. Uno de los programas que más éxito está teniendo en la televisión es el de “Españoles por el mundo”. Evidentemente solo salen los triunfadores. Y eso es un gran reclamo.

En la Italia  Berlusconi y Fini se enfrentan en una guerra en donde se pone a la luz a lo que es gobernar para “el pueblo” y si Berlusconi dice que no está dispuesto a aguantar 'un partido dentro del partido'.  Y eso que Fini fue fundador del partido, Fini acusó a Berlusconi de gobernar con “una mentalidad autocrática, una mentalidad más propia de un ejecutivo industrial que de un mandatario”  y él se arroga ser el garante del “amor a la patria, la unidad nacional, la justicia social, la legalidad en el sentido más completo del término, pero también en la ética pública, el sentido del Estado público y el respeto por las reglas”. Una pelea de gallos en el mismo corral e Italia impávida.

La UE en estos momentos tiene una deriva que no sabe hacia dónde va y lo que es peor, se observan en lontananza que la UE va camino de una Europa de varias velocidades lo que no es bueno para nadie por injusto y discriminador a la propia esencia de la UE.

Esperemos que se corrija el rumbo.
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