Opinión /

El zoológico


Miércoles, 13 de octubre de 2010
Alex Hasbún*

Los primeros zoológicos iniciaron en China y Egipto y fueron en realidad colecciones privadas de animales que en su mayoría pertenecían a reyes o aristócratas, con el tiempo se fueron transformando en centros de recreo y/o educación hasta llegar a ser lo que ahora son y existen en el mundo centenares de zoológicos.

Con el trascurrir del tiempo los conocimientos sobre los animales, su hábitat y el beneficio que la vida silvestre balanceada trae al ser humano en el planeta fue desarrollándose utilizando los mecanismos tecnológicos que ayudaron en gran medida a entender un ecosistema y sus beneficios en una sociedad, la sociedad fue entendiendo cada vez más la función de cada espécimen en el ecosistema, su forma de vida, su interacción y la interrelación de los animales con la salud humana. Así, ahora el uso de tecnología en los animales como el sistema de posicionamiento global, cámaras adaptadas al cuerpo de estos, sistemas de monitoreo en los hábitat y nuevos e innovadores métodos de estudios biológicos nos han permitido aprender su valiosa participación en el planeta y además su aporte al bienestar humano.

Como ejemplo, ahora podemos monitorear desde el internet los patrones de movimientos de la tortuga marina en El Salvador y conocer su aporte al balance de los océanos. Así también, las migraciones de aves y cómo estas participan en el beneficio del bienestar forestal y su participación en el control de otras especies como los insectos que en poblaciones desproporcionadas son considerados una plaga para el hombre, entendemos también cómo las actividades humanas depredadoras con técnicas inapropiadas de los recursos naturales están repercutiendo en el entorno biológico del planeta y su afección a corto, mediano y largo plazo a la vida humana.

Y luego observamos el zoológico nacional, detenido en el tiempo. Entramos contentos y salimos tristes. ¿Es así la forma que queremos que las nuevas generaciones se eduquen referente a la vida silvestre?

Rodeado por la urbanización desordenada que genera todas las condiciones inapropiadas para el bienestar de los animales. Con una mala ubicación actual y una infraestructura desfasada que no encaja con todo lo que hemos aprendido sobre la vida animal y su hábitat. ¿Cómo esperamos que los animales estén bien? Si hay ruido constante de motores de automóviles, humo que generan los buses, un colegio al lado que con su banda de guerra truena sus tambores, trompetas y bombos sin contemplar los meses de práctica antes del 15 de septiembre, un río que hace 50 años cuando se construyó el zoológico era limpio y generaba vida, ahora es un transportador de contaminantes que pasa por el medio del zoológico, los animales silvestres no se pueden adaptar a este modo de vida, se estresan, su sistema inmunológico decae, se enferman, algunos de forma crónica, y luego mueren.

Los veterinarios se desgastan, se gasta recursos, no hay beneficio a las necesidades nacionales, pero la causa inicial del problema que les afecta persiste y es la de nunca acabar. A eso le sumamos que los ingresos que genera se van a un fondo común y que su retorno económico de reinversión en mejoramiento se limita a los pocos fondos entregados para su manutención. En definitiva es admirable el aguante de algunas de las especies animales exóticas que esforzadamente sobreviven a estas condiciones de vida y la perseverante astucia de los veterinarios, biólogos y técnicos para resolver las necesidades con las limitaciones presentes.

La UICN (Unión Mundial para la Naturaleza) afirma que en El Salvador hay más de 45 especies en peligro de extinción y somos la segunda nación más degradada en Latinoamérica aparte de Haití. Ahora reflexionemos en el desbalance ambiental que se genera al no tener una especie, ya no digamos más de 45: Cuando una especie se extingue en un ecosistema se produce un desbalance en el hábitat ocasionando caos, es como cuando a un vehículo le falta una llanta o una bujía, y por tanto deja de caminar o camina de forma inadecuada. Así sucede en un ecosistema desbalanceado por que le faltan especímenes que cumplan su función en el ambiente natural.

Considerando que, entre otros, el Art. 117 de la Constitución de la República de El Salvador dice: “que es deber del estado proteger los recursos naturales, así como la diversidad e integridad del medio ambiente y se declara de interés social la protección, conservación, aprovechamiento racional y restauración de los recursos naturales, que la vida silvestre es imprescindible para conservar un medio ambiente sano y equilibrado para el bienestar de las presentes y futuras generaciones, que el deterioro del hábitat ha provocado que algunas especies se encuentren en peligro de extinción, que para lograr la conservación de especies amenazadas es necesario establecer regulaciones específicas sobre su protección para contribuir al desarrollo social y económico del país”.

Debemos reconsiderar cual es la función actual del zoológico nacional, cuál es el deber ser, reestructurar su misión y establecer una visión lógica basada en las necesidades actuales del país. Un zoológico nacional reubicado que albergue fauna silvestre nacional y que las generaciones venideras aprendan la importancia de las especies en los ecosistemas nacionales y su beneficio a la población salvadoreña. Que el zoológico sirva para la educación y las futuras generaciones aprendan cómo conservar un pájaro chipe, un pato real, un gavilán blanco, un cusuco, un mero o un mono araña, a saber el beneficio de tener viva una tortuga marina nacional y no necesariamente un animal africano o asiático confinado en El Salvador.

Un zoológico que realice investigación y esta genere resultados para reproducir especies nacionales con el objetivo de repoblar áreas en donde los animales silvestres nacionales ya están extintos o en peligro, así como la guara roja que se reporta extinta desde aproximadamente el año 1955.

Un zoológico que trabaje en coordinación con los ministerios de Medioambiente y Recursos Naturales y con El Ministerio de Agricultura y Ganadería, cumpliendo con lo requerido en la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que todos los animales decomisados por la Policía de Medioambiente sean llevados al zoológico y utilizados para los programas de reproducción y enriquecimiento genético de las poblaciones existentes.

Un zoológico que desarrolle programas o proyectos sociales basados en el bienestar de la biodiversidad y que estos proyectos generen ingresos económicos contemplando la conservación ambiental, así como actualmente en FUNZEL se contempla el desarrollo social costero marino basado en el programa de viveros de tortugas marinas, el cual ya tiene raíces en las comunidades de la costa para que sus pobladores inicien sus propios viveros de tortuga marina y estos sirvan como una fuente de ingreso económico por medio de turismo de liberación de neonatos al mar.

Necesitamos un zoológico participativo, involucrado en la necesidad nacional, que contemple educación, desarrollo social, salud, investigación, reproducción, repoblación de hábitat silvestre de especies nacionales de una forma efectiva y con resultados perceptibles.

 

*El autor es presidente de la Fundación Zoológica de El Salvador

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xóticas que esforzadamente sobreviven a estas condiciones de vida y la perseverante astucia de los veterinarios, biólogos y técnicos para resolver las necesidades con las limitaciones presentes.

La UICN (Unión Mundial para la Naturaleza) afirma que en El Salvador hay más de 45 especies en peligro de extinción y somos la segunda nación más degradada en Latinoamérica aparte de Haití. Ahora reflexionemos en el desbalance ambiental que se genera al no tener una especie, ya no digamos más de 45: Cuando una especie se extingue en un ecosistema se produce un desbalance en el hábitat ocasionando caos, es como cuando a un vehículo le falta una llanta o una bujía, y por tanto deja de caminar o camina de forma inadecuada. Así sucede en un ecosistema desbalanceado por que le faltan especímenes que cumplan su función en el ambiente natural.

Considerando que, entre otros, el Art. 117 de la Constitución de la República de El Salvador dice: “que es deber del estado proteger los recursos naturales, así como la diversidad e integridad del medio ambiente y se declara de interés social la protección, conservación, aprovechamiento racional y restauración de los recursos naturales, que la vida silvestre es imprescindible para conservar un medio ambiente sano y equilibrado para el bienestar de las presentes y futuras generaciones, que el deterioro del hábitat ha provocado que algunas especies se encuentren en peligro de extinción, que para lograr la conservación de especies amenazadas es necesario establecer regulaciones específicas sobre su protección para contribuir al desarrollo social y económico del país”.

Debemos reconsiderar cual es la función actual del zoológico nacional, cuál es el deber ser, reestructurar su misión y establecer una visión lógica basada en las necesidades actuales del país. Un zoológico nacional reubicado que albergue fauna silvestre nacional y que las generaciones venideras aprendan la importancia de las especies en los ecosistemas nacionales y su beneficio a la población salvadoreña. Que el zoológico sirva para la educación y las futuras generaciones aprendan cómo conservar un pájaro chipe, un pato real, un gavilán blanco, un cusuco, un mero o un mono araña, a saber el beneficio de tener viva una tortuga marina nacional y no necesariamente un animal africano o asiático confinado en El Salvador.

Un zoológico que realice investigación y esta genere resultados para reproducir especies nacionales con el objetivo de repoblar áreas en donde los animales silvestres nacionales ya están extintos o en peligro, así como la guara roja que se reporta extinta desde aproximadamente el año 1955.

Un zoológico que trabaje en coordinación con los ministerios de Medioambiente y Recursos Naturales y con El Ministerio de Agricultura y Ganadería, cumpliendo con lo requerido en la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que todos los animales decomisados por la Policía de Medioambiente sean llevados al zoológico y utilizados para los programas de reproducción y enriquecimiento genético de las poblaciones existentes.

Un zoológico que desarrolle programas o proyectos sociales basados en el bienestar de la biodiversidad y que estos proyectos generen ingresos económicos contemplando la conservación ambiental, así como actualmente en FUNZEL se contempla el desarrollo social costero marino basado en el programa de viveros de tortugas marinas, el cual ya tiene raíces en las comunidades de la costa para que sus pobladores inicien sus propios viveros de tortuga marina y estos sirvan como una fuente de ingreso económico por medio de turismo de liberación de neonatos al mar.

Necesitamos un zoológico participativo, involucrado en la necesidad nacional, que contemple educación, desarrollo social, salud, investigación, reproducción, repoblación de hábitat silvestre de especies nacionales de una forma efectiva y con resultados perceptibles.

 

*El autor es presidente de la Fundación Zoológica de El Salvador

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