Opinión /

Lecciones de las elecciones del sur


Miércoles, 13 de octubre de 2010
Mauricio Silva

Las recientes elecciones de Venezuela y Brasil dejan varias lecciones valiosas para nuestro país, especialmente para sus partidos políticos. En Venezuela el presidente Chavez y su partido socialista (PS) obtienen la mitad de los votos, confirmando una tendencia a la baja en el voto popular, lo que cobra importancia ante las próximas elecciones presidenciales. En Brasil la candidata del partido oficial, Dilma Rousseff, obtienen una amplia mayoría pero debe ir a una segunda vuelta. Dilma, hasta hace varios meses poco conocida, logra la victoria por el fuerte apoyo de Lula, quien termina su mandato con más del 80% de popularidad.

Ambos presidentes jugaron un papel decisivo en los resultados obtenidos por sus partidos. Dilma estaba empatada en las encuestas con José Serra, su contrincante más cercano, hasta julio de este año cuando Lula decide hacer campaña con ella. Su plataforma de gobierno es, en términos electorales, dar continuidad a las políticas y programas de Lula. La campaña del PS es liderada por Chavez, las elecciones se vuelven sobre todo un referéndum sobre su gobierno. Sin embargo, a pesar de la popularidad de ambos presidentes, ninguno obtiene el resultado abrumador que deseaban, Dilma debe ir a una segunda vuelta y el PS pierde la mayoría calificada.

Ambos países tienen una historia de democracia mucho más solida que la de El Salvador, ambos son países donde  el centro izquierda y la izquierda ya han gobernado y donde ha habido transformaciones y logros importantes en los campos sociales y políticos. Sin embargo, ambos partidos necesitaron una coalición para poder ganar.

Miembros del partido socialista venezolano señalan dos lecciones claves producto de las pasadas elecciones y de cara a las futuras elecciones presidenciales. La primera, el partido necesita democratizarse, el poder está muy concentrado en un reducido grupo de personas alrededor del presidente. Ello ha llevado a un sentimiento de exclusión por parte de varios y a ineficiencia en algunas áreas de la gestión gubernamental. Segundo, es necesaria una mayor definición del rumbo al que se quiere llevar al país mas allá de la retorica, es necesaria una mayor definición del Socialismo del Siglo XXI. En palabras de esos miembros del PS, Venezuela es un país que necesita de la empresa privada; el venezolano aprecia a la empresa privada y ve en ella un jugador clave para el desarrollo de su país. La definición no clara del modelo a seguir, especialmente en lo relativo al papel que el sector privado jugará y la definición de reglas claras del juego para ella, son contraproducentes para el partido y el país.

Hace ocho años cuando Lula corría como candidato, su oposición lanzó una gran campaña a nivel nacional con el objetivo de amedrentar a la población, si ganaba Lula venía el comunismo; la realidad fue todo lo contrario, algunos de los empresarios son ahora grandes apoyos de Lula. Muchas empresas privadas han obtenido grandes logros durante los ocho años de gobierno de Lula. Pero su popularidad y la victoria de Dilma no se deben a ello, se deben principalmente a los logros en los sectores sociales.

En los ocho años de la administración de Lula el porcentaje de población en pobreza pasó del casi 27% al 15%; el coeficiente Gini, que mide la inequidad, bajó cinco puntos; el ingreso real por persona subió en un 25%; los años promedio de escolaridad subieron de 6.6 a 7.6; y el porcentaje de población con conexiones de alcantarillado subió en 7 puntos.

Varias son las lecciones importantes de esas elecciones en los países del Sur para El Salvador. La primera es lo que dijo el ex – presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso sobre los resultados de Brasil: “Estas elecciones han demostrado que nadie hace aquí lo que le da la gana, ni Lula”, lo cual es también válido para el caso de Venezuela. La democracia bien establecida hace muy difícil el manejo de un país por caudillos, por muy populares que sean. Los mecanismos de control democrático funcionan. Segundo, en ambos casos los ganadores necesitaron de coaliciones y buscar posiciones realistas que aporten beneficios concretos para el pueblo. En ambos casos los logros en el área social fueron claves para la popularidad de los partidos oficiales. Tercero, los grados de madurez democrática en América Latina hacen ya poco eficaces las campañas que buscan amedrentar a la población con los viejos fantasmas del comunismo. Por el contrario, los partidos más populares son aquellos que pueden convertir sus políticas y retórica en programas concretos de beneficio popular.

 

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