El Ágora /

'No pretendo que El Salvador sea bilingüe, sino que el náhuat sobreviva'

Este año, el Premio Nacional de Cultura se lo llevó un señor que tiene años inventando técnicas de resucitación, masajeándole el pecho a algo que para la mayoría no es otra cosa que un cadáver. Un cadáver estorboso, además. Un recuerdo incómodo de años y años, y por años, siglos, de agravio y de humillaciones. El señor este quiere revivirle la lengua al pasado. Si uno no es muy amigo de los títulos, Jorge Lemus es un lingüista, así, a secas. Ahora, si a uno, en cambio, le gusta pronunciarle el nombre y el apellido a cada cosa, Jorge tiene una licenciatura en lingüística; y en Estados Unidos estudió una maestría en antropología lingüística y luego un doctorado en lingüística teórica. O sea, que Jorge sí que es un lingüista. Ahora se le va la vida en el intento por conseguir que un puñado maltrecho de ancianos olvidados no se mueran antes de heredarnos una lengua antigua, y de conseguir que ellos desaprendan lo que duramente aprendieron durante siglos: que su lengua es una vergüenza, cuando no un motivo de muerte. A eso aspira Jorge Lemus.

Martes, 23 de noviembre de 2010
Carlos Martínez / Fotos: Bernat Camps

 

¿Existe una cantidad mínima de hablantes para que una lengua pueda sobrevivir?
Siempre el número suena como que es lo más importante. Pero el criterio más importante es si los niños hablan un idioma. Puede ser una comunidad de mil hablantes, o de 500, pero si en estos encontramos gentes de todas las edades, entonces es un idioma saludable. En Brasil hay comunidades que hablan 100 o 200 personas, pero tienen un idioma saludable.

¿Es una aspiración que El Salvador sea un país bilingüe?
El náhuat siempre será una segunda lengua. En este contexto de El Salvador no vamos ha ser un país bilingüe. Sería un trabajo demasiado grande, yo no pretendo eso, yo quiero que sobreviva en las comunidades. Quizá ya después puede irse pensando en que se extienda.

Más allá del valor científico, ¿por qué debería ser relevante para nosotros que no muera una lengua mínima como el náhuat? El euskera,  por ejemplo, genera para el País Vasco todo un sentido de identidad, que incluso trasluce sus conflictos políticos e ideológicos. El náhuat no. ¿No será que la preocupación por el náhuat es artificial, un ejercicio de esnobismo cultural?
Eso que me acabas de decir es una apreciación materialista, netamente capitalista. ¿Para qué me sirve en términos de dinero, mejorar mi capital social, hablar una lengua en peligro de extinción? Cuando comencé con la escuela eso fue lo que me dijeron. Tuvimos una reunión con parte de la comunidad y hubo un grupo que se oponía fuertemente a que le enseñáramos náhuat a los niños de Santo Domingo de Guzmán. Querían que les enseñáramos inglés. Decían: ¿para qué van a gastar el dinero en eso si lo pueden gastar para enseñarnos inglés? La pregunta tuya es la mentalidad de la gente. Es el triunfo de la transculturación. Tú estás transculturizado en el sentido de que te fuiste de tu cultura a otra cultura.

Entonces creo que planteé mal mi pregunta. Vuelvo al ejemplo: los vascos saben que fuera de su país su lengua no es útil.  Vaya usted a decirles que no hablen esa lengua,  que mejor aprendan inglés. ¡Lo apedrean! Se definen a través de su lengua. Me costaría creer que hoy por hoy en El Salvador haya quienes de forma colectiva aprecien el náhuat como símbolo de quiénes son, quiénes quieren ser y  quiénes quieren que sean sus hijos. ¿Decir que este idioma es signo de lo que somos no es artificial?
Todo esto tiene razones históricas. Igual el euskera. Es difícil encontrar esa identidad de la que tú hablas en el salvadoreño en general. Si vamos a la calle y le preguntamos a la gente, quizá sienta curiosidad, pero no es que se sienta pipil. Si vamos a Sonsonate, Izalco, Nahuizalco, tal vez encontramos gente que se identifica, pero no tiene esa identidad como en el País Vasco. ¿Por qué? Porque fueron obligados a perderla. La clave –esta es parte de mi propuesta- para revitalizar el idioma es recuperar la identidad. Si en lugar de sentirte orgulloso de lo que eres adoptas la identidad de la mayoría,  jamás revitalizarás tu idioma.

¿A cuenta de qué vamos a convencer a una colectividad diciéndoles “siéntete pipil”? O me siento parte de una cultura o no.
A ver: este es un proceso que lleva una o dos generaciones. Entonces podemos hablar de la generación de los ancianitos -300, 400, 500 que hablan el idioma-; la generación de los hijos, y la de los nietos y los niños. De estas tres generaciones, ¿a cuál podemos crear en ellos una identidad que les pertenece? ¿A quiénes podemos recuperar? No a la de en medio, no a los ancianos. Entones son los niños. El objetivo es que sientan que ellos tienen una historia detrás. Ellos se ven en el espejo y ven que son iguales al resto de niños de la comunidad. Hablan un idioma raro, extraño, y hoy ellos lo están aprehendiendo. “Esto me pertenece”. Es algo importante. Culturalmente es importante rescatar mi cultura, lo que me es propio. La salvadoreñidad es todo esto, pero hay un pedazo que también es pipil; hay otro que es salvadoreño pero es negro, porque hay negros en El Salvador. La diversidad cultural es una realidad en el país.

¿Usted diría que El Salvador es multicultural?
Sí. Pero no es reconocido por el Estado.

¿Nuestra multiculturalidad proviene de qué?
Lo que te acabo de mencionar: grupos indígenas muy identificados, los cacagüiras, los lencas, los pipiles... son grupos pequeños pero representativos en sus comunidades. Los minusválidos...

¿Una minusvalía te hace parte de otra identidad cultural?
Sí. Compartes algo con un grupo que los demás no toman en cuenta.

Desde ese punto de vista, todos los países del mundo son multiculturales.
Todos. El género, ser hombre, mujer, ser homosexual, son grupos sociales aparte. En El Salvador tu cultura no es la misma que la de las maras. En antropología a eso le llaman microculturas. Los grupos religiosos forman microculturas. Ellos forman un patrón de comportamiento que es único para ese grupo cultural.

Soy salvadoreño, hispanohablante, he abrevado de las mismas corrientes que el resto de salvadoreños. Ser minusválido u homosexual,  o mujer, ¿no son solo variantes de una misma identidad cultural?
Lo que explicaba: tienes una macrocultura, y dentro hay microculturas. Cuando me preguntan de esto siempre pongo el ejemplo de un plato de ensaladas que tiene tomate, lechuga, rábano. Pero independientemente de que cada quien es tomate, que pertenece a un grupo cultural macro y entran en una olla donde todo se cuece y se convierten en una sola cultura, la cultura estadounidense, por ejemplo. Ese es un concepto equivocado y, de hecho, ha causado conflictos dentro de los Estados Unidos porque no han reconocido la existencia de todos estos grupos minoritarios dentro de esta cultura.

Pero ese ejemplo que menciona se diferencia bastante del ejemplo que nos ponía antes, es decir,  si soy italiano, por ejemplo, me voy a vivir a los Estados Unidos y mimetizo, supongo que por efectos prácticos, pero he abrevado de mi familia, y la familia de mi familia ha abrevado de un manantial cultural distinto. Si soy minusválido u homosexual sigo siendo, dentro de la ensalada, tomate, solo que uno al que le gustan los tomates de su mismo sexo. Digo, eso no nos hace un país multicultural.
No, porque tu experiencia no se compara con la experiencia de El Directo, por ejemplo.

Definitivamente.
Porque tú has crecido en un ambiente cultural diferente al ambiente en que esta persona creció. Eso lo que te vuelve es dueño de tu microcultura, un grupo social aparte. Podemos decir que la clase media de El Salvador es una misma cultura porque es un grupo pequeño.

Visto así, cada familia es un microcosmos cultural.
Puedes verlo así, igual que en los idiomas, el idioma que yo hablo es mi propia versión del español, el que tú hablas es tu propia versión. Hablamos el mismo español, pero variamos incluso de hablante a hablante, no digamos de comunidad en comunidad, o de país en país. Pero esto que estoy mencionando yo son diferencias compartidas por grupos minoritarios, ahí viene la diversidad cultural. Si tú nunca reconoces que existe esa diversidad, entonces no hay tolerancia. Cuando no hay tolerancia, hay violencia y hay crisis. ¿Has oído hablar alguna vez de la filosofía indígena, de los aportes a la poesía, a la literatura?

Poco.
Entonces se perdió. Algunas de esas ideas, digamos, de esa forma de ver el mundo, todavía subsisten en estas personas y todavía se pueden rescatar y conocerlas. Eso es como para el conocimiento universal, es interesante e importante conocer todas estas cosas de las culturas individuales, de todas las culturas que existen.

Entiendo que los esfuerzos que no fructificaron, como el del esperanto, tenían como ideal la posibilidad de abonar al entendimiento universal entre los seres humanos. Visto de otra manera, homogenizar. Siguiendo esa lógica la multiculturalidad nos divide y los esfuerzos como el del esperanto nos unen.
No. Una respuesta corta y es no.

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.