El Ágora /

'No pretendo que El Salvador sea bilingüe, sino que el náhuat sobreviva'

Este año, el Premio Nacional de Cultura se lo llevó un señor que tiene años inventando técnicas de resucitación, masajeándole el pecho a algo que para la mayoría no es otra cosa que un cadáver. Un cadáver estorboso, además. Un recuerdo incómodo de años y años, y por años, siglos, de agravio y de humillaciones. El señor este quiere revivirle la lengua al pasado. Si uno no es muy amigo de los títulos, Jorge Lemus es un lingüista, así, a secas. Ahora, si a uno, en cambio, le gusta pronunciarle el nombre y el apellido a cada cosa, Jorge tiene una licenciatura en lingüística; y en Estados Unidos estudió una maestría en antropología lingüística y luego un doctorado en lingüística teórica. O sea, que Jorge sí que es un lingüista. Ahora se le va la vida en el intento por conseguir que un puñado maltrecho de ancianos olvidados no se mueran antes de heredarnos una lengua antigua, y de conseguir que ellos desaprendan lo que duramente aprendieron durante siglos: que su lengua es una vergüenza, cuando no un motivo de muerte. A eso aspira Jorge Lemus.

Martes, 23 de noviembre de 2010
Carlos Martínez / Fotos: Bernat Camps

 

¿El náhuat se habla nada más en El Salvador o pasa por la región de Honduras, Guatemala?
Es exclusivo de El Salvador, solo aquí se habla. A la venida de los españoles todavía se hablaba en el sur de Guatemala en la parte del Pacífico, se hablaba en Nicaragua también, en la parte pacífica de Nicaragua.

¿El náhuat con t es una lengua ágrafa, que nunca se escribió?
Existe una historia de un manuscrito náhuat. Hay unos que dicen que es un códice náhuat. Aunque nunca nadie lo ha visto, aparece en varias referencias bibliográficas. Pero para todo propósito no sabemos que alguna vez se haya escrito. Muchos investigadores en el pasado lo han escrito de acuerdo con el alfabeto español.

¿Pero nunca se ha conocido la grafía original, si es que la hubo?
No, porque todas estas lenguas amerindias no tenían sistemas de escritura fonéticos sino que eran...

¿Simbólicos?
Sí, como los jeroglíficos digamos, o sea eran de ese tipo.

Otra: ¿También es posible dividir el náhuat en los mismos componentes de las lenguas actuales: adjetivos, adverbios, sustantivos...?
Sí, todo lo que tú encuentras en español o en inglés o en cualquier idioma está en náhuat, o sea, esa es parte universal.

¿Hay alguna palabra pipil para designar a los españoles? A los invasores, pues.
Fíjate que no. No sé si existía pero en la actualidad no existe, ellos solo saben la diferencia entre ladino -el que no es indígena- e indígena. De hecho, ellos no se llaman indígenas, ellos a sí mismos se llaman “naturales”.

En algunas partes de Guatemala, por ejemplo, todavía persisten algunas palabras arcaicas:  llamarle al fusil algo parecido a arcabuz y al español se le llama castilla. ¿No existen palabras como estas que pervivan en el pipil?
Existen bastantes. De hecho al idioma español ellos le llaman castilla también aquí en El Salvador. Hay palabras de cosas que han sido “nahuatilizadas”, por ejemplo: perro aquí en El Salvador es “pelu” en náhuat. Existen bastantes préstamos y cuando no existe un préstamo o no existe la palabra, ellos lo construyen usando un comodín que es “chiwa”, que quiere decir “hacer”. Entonces digamos dicen “chiwa recordarme” están hablando en náhuat y usan el “chiwa” y después el verbo en español y eso quiere decir que están usando el verbo como un prefijo casi porque es otro verbo en náhuat.

¿Para los ancianos que hablan náhuat es motivo de orgullo o el uso de este idioma es vergonzante en términos de mirada social?
Te voy a hablar de un antes y un después: cuando yo comencé a trabajar con estos pueblos, sí se avergonzaba la gente de hablar el idioma. Cuando llegué por primera vez, allá por 1985, a Santo Domingo de Guzmán, no pude encontrar a un hablante de náhuat. Tuve que ir tres veces para poder encontrar al primer hablante de náhuat. Luego descubrí que había 100 o 200. O sea que había una cantidad de hablantes que por un lado tenían miedo de hablar el idioma y por el otro lado les daba vergüenza. “Una bayuncada”, decían.

¿Y miedo por qué?
Porque durante el levantamiento del 32 hubo una prohibición explícita de hecho de hablar el idioma.

Pero ha llovido desde el 32...
Por supuesto, pero todo ese pensamiento sigue vivo. Hoy ya cambió, por eso te digo, ese es el antes. Ahora creo que todavía hay personas que les da vergüenza, pero no temor y me alegra decirte que muchos ya no, los que antes se avergonzaban hoy salen y te dicen que hablan náhuat, lo hacen muy bien, pero en el pasado no era así, te estoy hablando de hace 20 o 25 años. Eso empezó a cambiar.

¿Usted se considera pipil en alguna manera?
No, no me considero pipil. Me considero salvadoreño. Ese es otro error de las personas el querer considerarse miembro de un grupo social. O sea, yo no me voy a convertir en pipil solo porque digo que soy pipil, aunque estudie y trabaje con ellos.

¿No es tan peligroso como el olvido la folclorización de estas cosas?
Sí, es igual. La práctica nacional ha sido esa, precisamente, de folclorizar, presentarlo como un show. Presentar con un traje típico a algún niño que sale y dice algunas palabras en náhuat o dice alguna canción. Entonces es un show y la gente dice qué bonito y aplauden y todo. Por siete años yo me la pasé tocando puertas y buscando al Ministerio de Educación, por ejemplo, y jamás obtuvimos una ayuda de parte del Ministerio de Educación. Este año por primera vez recibimos una subvención del Estado para poder abrir la cuna allí en Santo Domingo y para poder capacitar a los maestros. Primera vez en la historia. Y nos la dan y luego nos dicen, un par de meses después: “Miren, el otro año ya nos les vamos a dar nada”.

¿Ya les cortaron las ayudas?
¿Verdad? O sea que... me entiendes... yo tengo la esperanza de que con todos estos indicios por parte el gobierno de dar el Premio de Cultura, de pedir perdón, de formar una comisión del presidente para la cuestión de los pueblos indígenas, de que puedan haber acciones concretas más adelante...

¡Pero le acaban de retirar la subvención!
Sí, ajá, de parte del Ministerio de Educación, pero el Estado no es el Ministerio de Educación...

¿No le da miedo que lo utilicen, Jorge?
Mira, no veo cómo podrían utilizarme, ¿verdad?

“Presidente, el problema indígena a usted le da exactamente igual”... “Claro que no, miren a Jorge, le he dado un premio”.
Bueno, no creo que eso suceda, o sea, creo que el presidente es más inteligente que eso.
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