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Aquí se construye... Ciudad Papel

21 meses después de haber sido presentada al país, Ciudad Mujer -el proyecto insignia para las mujeres ofrecido por Mauricio Funes- es poco más que papeles. Y tres 'primeras piedras' y sus respectivas placas fueron poco más que un show. Ciudad Mujer tiene gerenta desde hace seis meses, aunque aún no tiene presupuesto porque aún sigue siendo una promesa.

Lunes, 29 de noviembre de 2010
Rodrigo Baires Quezada

El bloque de concreto apenas es visible en aquel terreno en la entrada a Santa Ana. Lo tapan los rastrojos de un zacate que creció sin medida en el último año y que fueron podados hace pocos días. Cuando fue mostrado en público, el 3 de marzo de 2009, tenía una placa metálica con letras negras. “Aquí se construirá Ciudad Mujer”, anunciaba la placa. De ella, hoy solo quedan los restos de un pegamento epóxico y los huecos donde alguna vez estuvieron los cuatro pernos que la aseguraban al cemento.

El minimonumento a las promesas electorales está sobre el Bulevar los 44. En él hay solo dos colochos en alto relieve que en algún momento estilizaban la figura de una mujer cargando a un niño, logotipo del proyecto insignia para la mujer salvadoreña de la gestión del presidente Mauricio Funes. En este terreno nunca habrá una de las 14 unidades de Ciudad Mujer prometidas 21 meses atrás.

Ciudad Mujer fue una de las promesas insignia del candidato Mauricio Funes. Y, una vez presidente, comenzó una febril actividad para divulgar que su promesa iba caminando. Para mediados de septiembre del año pasado, Funes ya había colocado tres 'primera piedra' en tres departamentos distintos del país. Pasó el tiempo y aunque en ningún caso las piedras germinaron y Ciudad Mujer ni siquiera puede verse en papeles, desde hace seis meses el proyecto tiene una gerenta. Las autoridades lo que argumentan es que el plan nunca se concibió como algo que iba a realizarse en cuestión de meses, sino para ejecutarse en todo el quinquenio de Funes. Y lo que admiten es que lo que se vendió durante la campaña luego tenía que validarse con la realidad de estar en el gobierno.

Tres semanas antes del acto en Santa Ana, el candidato presidencial efemelenista había hecho la presentación del proyecto en un hotel capitalino. El paquete incluía los programas “Madre feliz”, destinado a las mujeres en período de gestación y a sus hijos mejores de cinco años, y “Madre productiva”, una línea de crédito para pequeñas y microempresas de mujeres La presentación en el hotel Sheraton Presidente incluía un vídeo que mostraba un viaje virtual por lo que sería el edificio circular de las unidades del proyecto. “Un espacio que va a concentrar varias acciones y programas destinados a mejorar la vida de las salvadoreñas”, se escuchaba decir a una voz mientras las imágenes ilustraban uno a uno los diferentes servicios de Ciudad Mujer. 45 segundos de propaganda electoral.

Quienes estuvieron en el lanzamiento oficial ese 12 de febrero vieron una versión larga del anuncio que se pasaría en televisión posteriormente. “Quiero que El Salvador tenga, por primera vez en su historia, un gobierno que trabaje todos los días para mejorar la vida de las salvadoreñas, que les garantice más salud, más seguridad y más y mejores empleos. Para eso voy a crear programas como Ciudad Mujer”, dijo Funes, quien en esos días, aunque aparecía generalmente arriba en todas encuestas, mostraba solo una precaria ventaja sobre el candidato presidencial de Arena, Rodrigo Ávila.

Ciudad Mujer incluía atención sicológica, jurídica y en salud para las mujeres salvadoreñas, talleres vocacionales con “salida laboral”, asistencia en microcréditos para crear o mejorar negocios y guarderías, en las que podrían dejar a sus hijos mientras recibían todos estos servicios. “Apoyar la mujer será una gran prioridad de mi gobierno. Conmigo pueden estar seguras de que ustedes tendrán un grande amigo y aliado”, afirmó Funes ante el público invitado, y la gente, la mayoría de ellas mujeres, que vieron entre murmullos el spot publicitario, aplaudieron.

Lo que el entonces candidato no dijo fue que su promesa carecía de financiamiento, que no se conocía todavía cómo se iba a echar a andar ni plazos, y tampoco dijo que Ciudad Mujer era, al final, solo una idea muy abstracta sin un plan concreto que explicara cómo iba a desarrollarse. Funes, sin embargo, continuó con su discurso, claramente orientado a seducir al sector femenino del electorado: “Es así, usando la cabeza y el corazón que vamos a cambiar la vida de la mujer salvadoreña”. Era una oferta 31 días antes de la elección.

Luego, la televisión comenzó a mostrar el anuncio, en una versión más corta. “Propaganda electoral, así como lo hicieron en la campaña de Antonio Saca, para ganar votos de mujeres... eso fue lo que pensé cuando vi ese spot, porque Ciudad Mujer me la desayuné en la televisión”, recuerda América Romualdo, de la organización feminista Las Dignas.

Ahora, los encargados de echar a andar el proyecto en el gobierno reconocen que tenían solo ideas generales, pero que nadie sabía, por ejemplo, cómo se coordinarían las diferentes instituciones, algunas de ellas de fuera del Ejecutivo, que intervendrían en Ciudad Mujer.

En todo caso, durante la campaña no era necesario presentar los planes o los programas, solo proponer y decir que Ciudad Mujer estaba supeditada a que se ganara la eleccióno del 15 de marzo. 20 días después del lanzamiento oficial, la esposa del candidato efemelenista, Vanda Pignato, viajó hasta Santa Ana para poner aquella primera piedra de lo que aseguró sería el primer edificio del proyecto. Y llegó con periodistas, con gente de “Los Amigos de Mauricio”, con la alcaldesa de Apopa, Luz Estrella Rodríguez, y con tres alcaldes efemelenistas de municipios santanecos: Mario Rodríguez, de Chalchuapa; Francisco Monterrosa, de San Sebastián Salitrillo, y un sonriente y vestido con los colores del partido alcalde electo de Santa Ana, Francisco Polanco.

21 meses después, el bloque de concreto sigue ahí. De Ciudad Mujer, ni un ladrillo. El terreno donde se hizo el acto proselitista ya está vendido a particulares. De los 3 mil 250 metros cuadrados originales, solo queda una porción de 650 metros cuadrados, todo parte de la Lotificación Sinaí, un proyecto habitacional de Ivan S.A. de C.V.

-Si está interesado en comprar, ese terreno no creo que lo vendan -dice un vigilante de un negocio aledaño.

-¿Este? ¿No era del Estado?

-No... es de un señor que vive al otro lado de la calle, en la urbanización El Trébol... Ya lo compró hace ratos pero no ha hecho nada en él... -¿Aquí no se iba a hacer una cosa del gobierno? -No sé... ahí hay un volado que pusieron... creo que ahí sigue... -¿Y está seguro de que no lo venden? -No, el de al lado, sí. Tiene 10 metros de frente y 65 de largo, ese vale como 70 mil dólares, me han dicho. A la entrada de Santa Ana está el vendedor. ¿Le interesa?

En donde iba a erigirse el primer edificio de las 14 unidades departamentales de Ciudad Mujer solo queda ese 'volado', rodeado de un frijolar, que es un cultivo de subsistencia de un vigilante de la lotificación. Ah, también hay un hormiguero creciendo en uno de los huecos de aquellos pernos que sostuvieron la placa.

En su anuncio en el hotel de San Salvador, Funes también había detallado que cada unidad tendrían un área de 3 mil metros cuadrados de construcción y requeriría una inversión aproximada de un millón y medio de dólares. La información oficial del candidato es que ya tenían elegidos los terrenos para iniciar las obras en La Unión, Apopa, Santa Ana y Santa Tecla.

Después de Santa Ana, Vanda Pignato viajó por el oriente del país pregonando los beneficios del proyecto y, seis días después, estaba develando otra placa de Ciudad Mujer. Esta vez, en Santa Tecla. Era el 9 de marzo de 2009, siete días antes de la elección. Pignato vestía jeans azules, camisa blanca arremangada con el logotipo de Ciudad Mujer bordado. A su lado, el alcalde tecleño, Óscar Ortiz, de traje negro y pala en mano. A sus pies, una placa de bronce reluciente y con letras negras que anunciaban que ahí también se construiría Ciudad Mujer.

El tiempo mostraría que todo el acto, incluyendo los globos, los aplausos y los asistentes, solo era parte de la campaña electoral a la presidencia. Ciudad Mujer estaba lejos de realizarse. Ni la placa ni la primera piedra estaban en el lugar donde se construiría nada del proyecto. El mismo Ortiz lo dijo a los periodistas unos minutos después del acto. La idea era que entregaría en comodato o bajo otro tipo de compromiso el terreno donde funcionaría Ciudad Mujer.

Ah, ¿y que la placa no marcaba el lugar preciso donde se construiría? No, no necesariamente. En ese momento, dijo el alcalde, tenían identificados tres terrenos que cumplían con las necesidades pero nada estaba definido. El primero, ahí donde se estaba poniendo la primera piedra, toda vez que se comprara un terreno adyacente que estaba en venta. Pero eso era muy improbable, porque además de la compra de ese terreno requeriría que se sumara el que ya ocupaba el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), al lado de la alcaldía tecleña.

Según el estudio que hizo la comuna, también se podrían echar mano del terreno que ocupaba una cancha de fútbol frente al Mesón de Goya, sobre la carretera Panamericana, a la entrada de la ciudad. Otra posibilidad era tierras adentro del complejo deportivo de El Cafetalón.

Pero la placa, mientras tanto, se ubicó en el parqueo de la comuna tecleña. Semanas después, cuando se pavimentó el estacionamiento, la placa desapareció y ahora nadie da cuentas de ella.

-La placa estaba ahí -dice una señora, empleada de la alcaldía.

-¿Dónde?

-Al lado de ese palito de almendro...

-Del segundo palito...

-Sí, creo... justo donde está estacionado el carro rojo.

-¿Ahí, donde crece esa mata de chichipince?

-Sí, creo que sí.

-¿Y ahora dónde está?

-No sé. ¿Por qué no pregunta en Comunicaciones?

Ese día que la pusieron, los encargados estaban tomando fotos. Un año y medio después, en el departamento de comunicaciones no saben dónde quedó la placa ni dónde están las fotos del acto. “Era una actividad partidaria”, resume una encargada de prensa de la alcaldía tecleña. “Las fotos las tomó el partido, porque ellos organizaron todo. Las que tomamos nosotros, también se les enviaron al partido”, dice, y promete buscar en su archivo y, de encontrar alguna, las enviaría vía electrónica El Faro. Hasta ahora no las ha enviado.

Acabada la campaña, las inauguraciones de las sedes de Ciudad Mujer terminaron. El proyecto cayó en letargo. La página del proyecto en Facebook, abierta el 22 de febrero de 2009, dejó de actualizarse el 6 de marzo de ese mismo año. El 1 de junio, cuando Funes dio su discurso de toma de posesión, Ciudad Mujer no tuvo cabida entre las menciones presidenciales.

 

Casa Presidencial dice que Ciudad Mujer, así como los otros proyectos prometidos en campaña, estaban supeditados a conseguir fondos internacionales para realizarlos. La situación financiera del Estado heredada por Funes era crítica y el Ejecutivo no contaba con dinero para hacerle frente a esta y otras promesas electorales. Ante los cuestionamientos sobre el futuro de la promesa presidencial, Vanda Pignato aseguró en julio de 2009 que la promesa no estaba muerta y que se buscaba el financiamiento afuera del país: “Tengo varios ofrecimientos (pero) no quiero todavía dar detalles de quiénes son. Vamos a buscar los lugares con mayor necesidad para inaugurar el primer centro Ciudad Mujer”, dijo, durante un foro organizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

 

Luego volvieron a pasar semanas de nada. Cuando el gobernante se acercaba a cumplir sus primeroso 100 días de mandato, Ciudad Mujer despertó del letargo. A finales de agosto, el presidente anunció la inauguración de Ciudad Mujer en Usulután. Lo recordó el 1 de septiembre, en la inauguración del mes cívico; y lo reiteró un día después, durante una entrega de ambulancias al sistema de salud público. Nuevamente lo anunció el 7 de septiembre, en Acajutla, Sonsonate, cuando cumplía su día número 99 de gobierno, un momento mediáticamente relevante, porque al llegar a los 100 días, muchos medios hacen un repaso de promesas de campaña y nivel de cumplimiento. “Otra obra, también que las mujeres esperan y que es un sueño de mi esposa Vanda, como secretaria de inclusión social, pronto se va a convertir en una realidad. El martes 8 del mes de septiembre, allá en Usulután, vamos a poner la primera piedra del Centro Integral de Atención a la Mujer, que llamamos Ciudad Mujer”, dijo Funes.

 

Ante las dudas que comenzaban a surgir en público sobre la realización del proyecto, el presidente subrayó el 2 de septiembre que su oferta no había tenido solo el propósito de obtener votos. “Estamos ayudando a los salvadoreños de carne y hueso. No son ofertas lanzadas en el contexto de una campaña electoral. Ya ganamos la elección. Ahora tenemos que ir a la obra, a la acción concreta, a demostrar que lo que se ofreció es una realidad.'

Hasta allá llegaron el día 8 el presidente y la primera dama. Era el día 100 de gobierno. Ella, ya sin la camiseta con el logotipo de Ciudad Mujer que exhibió durante la campaña electoral, usaba un vestido blanco largo y un suéter. Funes fue el encargado de hablarle a los asistentes. Detrás de él, una pancarta decía: “Ciudad Mujer comienza a ser una realidad”. El anuncio parecía apurado. Para entonces, no se tenía estudios técnicos para la construcción del edificio y, mucho menos, se había definido cómo funcionarían todos los programas dentro de Ciudad Mujer.

 

Lo medianamente seguro era el monto de la inversión requerida, que ascendía a 3.9 millones de dólares. Ese monto no iba a entrar a los bolsillos del gobierno como dinero contante y sonante, sino que sería dado en colaboración directa en la construcción de la infraestructura por parte del cuerpo de ingenieros del Comando Sur, del ejército de los Estados Unidos. “El apoyo que el gobierno de Estados Unidos brindará a Ciudad Mujer consistirá en asistencia en la construcción, equipamiento y asistencia técnica, según sea requerida”, dijo Robert Blau, encargado de Negocios de la embajada estadounidenses, uno de los invitados de honor al acto de colocación de la tercera primera piedra.

 

De nuevo, y tal como había sucedido en la presentación del proyecto en plena campaña electoral, esta vez no se dijo cosas importantes: por ejemplo, que los fondos para Ciudad Mujer estaban restringidos a que no ocurriera ningún tipo de desastre natural en la región. Según cuenta ahora Carlos Rafael Urquilla, director general de la Secretaría de Inclusión Social (SIS), todo se vino abajo con la tormenta tropical Ida, en noviembre de 2009. Los fondos dispuestos para Ciudad Mujer fueron redestinados en ayuda humanitaria a diferentes países de la región. Así fue como El Salvador obtuvo un tercer lugar con una placa en la que se anunciaba que ahí se construiría Ciudad Mujer.

 

'La primera piedra se colocó porque era una cuestión de que a los días se comenzaba el proceso de construcción. Si eso no hubiera pasado, estoy casi seguro de que Ciudad Mujer ya estuviera funcionando en Usulután”, asegura Urquilla, rechazando las posibilidades de que todo hubiera sido demagogia.

 

La seguridad con la que habla el gerente general del SIS choca contra el trabajo que en este momento se está haciendo en la institución y la misma dirección de Ciudad Mujer, encabezada desde hace seis meses por Gilda Parducci: hacer los planes operativos para que el proyecto camine, para que funcione. ¿No había, cuando se prometió, un plan o un diseño de cómo funcionaría Ciudad Mujer? “Obviamente al principio había una idea, y esta idea había que llevarla a término de desarrollo”, dice Urquilla. Para hacerlo se necesitará más tiempo.

 

Y, con todo, tres piedras no fueron suficientes. En julio pasado, el gobierno anunció que había comprado una construcción adecuada para albergar la primera unidad del proyecto. Esta vez era en Lourdes, Colón, La Libertad.

 

Urquilla y Parducci dicen que el problema principal fue que para pasar de la promesa, de esa idea, a la realidad, solo se podía hacer una vez se conociera las interioridades de ser gobierno. “Y hay muchos detalles que hay que implementar y que solamente son identificables una vez que se está dentro de la administración pública”, explica Urquilla.

 

La gerenta de Ciudad Mujer coincide en ese argumento: “Cuando no formas parte de la administración pública, definitivamente no podés imaginarte un modelo. Muchas veces no es el mejor modelo porque no corresponde a la realidad de lo que ves en la acción pública, ¿me explico?'

 

Ese es uno de los principales puntos que preocupan a diferentes organismos no gubernamentales que trabajan en la promoción de derechos de la mujer en el país. Por ejemplo, para atender a víctimas de violencia intrafamiliar se necesitaría un equipo de médicos, sicólogos, abogados e investigadores. En esas tareas se requeriría la atención del sistema de salud público, la Policía Nacional Civil, la Fiscalía, el Instituto de Medicina Legal, la Procuraduría General y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, todos involucrados antes de pasar cualquier caso al sistema judicial.

 

De esas instituciones, solo dos son dependencias del Ejecutivo, y cada una tiene sus propios protocolos, reglamentos o normativas de atención, en muchos casos contradictorios entre sí, y los esfuerzos para unificarlos vienen desde mediados de los años 90s sin haber tenido éxito. A la larga, las contradicciones en la atención que se presta terminan revictimizando a las mujeres que se atreven a denunciar casos de violencia familiar, alegan organizaciones que velan por los derechos de las mujeres.

Ese punto es el problema principal, dice Yanira Argueta, directora de la Asociación de Mujeres de El Salvador (AMS): hacer realidad Ciudad Mujer, para casos de violencia, depende de hacer reglamentos unificados de atención que aseguren el cambio en las estructuras de funcionamiento en todas las instituciones y generar alrededor de ella la confianza suficiente para que las mujeres denuncien.

Y la atención de la violencia hacia la mujer es solo uno de los servicios prometidos. ¿Cómo funcionaría el servicio de microcréditos? ¿Será banca privada o pública la encargada de financiar los proyectos de emprendedurismo de las mujeres? ¿Cómo y quién garantizará la salida laboral para las mujeres que fueran capacitadas en los talleres vocacionales que prometió el proyecto? Según Urquilla y Parducci, se está trabajando en ello y el resto de detalles que hagan funcionar a Ciudad Mujer. En otras palabras, en estos meses se está diseñando el proyecto, un proceso que se aceleró con el ofrecimiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de financiarlo.

“Desde noviembre de 2009 hasta marzo de 2010 se siguieron haciendo gestiones (financieras) en este tema. Cuando se realizó la visita al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la secretaria de inclusión social sostuvo una reunión con el BID y planteó el proyecto”, recuerda Urquilla. Según el gerente de la SIS, el BID está entusiasmado con el proyecto. En la página web del organismo financiero, Ciudad Mujer se promociona como uno de los proyectos de inversión directa del BID para la igualdad de género y empoderamiento de la mujer en América Latina.

“Al BID le ha parecido el proyecto muy importante y, desde marzo que se da la visita hasta el día de hoy, estamos trabajando permanentemente con ellos en la construcción y formulación del proyecto”, dice Urquilla. “Es un asunto que tiene que ver con el diseño de Ciudad Mujer, el diseño en toda su oferta de servicios”.

-¿No van tarde con el proyecto?

-Yo creo que no. Creo que vamos en los tiempos... vamos con los márgenes adecuados -dice Urquilla.

-Muchos, cuando critican el trabajo de este gobierno, se preguntan en este momento dónde está Ciudad Mujer.

-Se está haciendo.

-Eso le digo a nuestros lectores: “Ciudad Mujer existe en documentos”.

-Eh...

-Es un momento de gestión, digamos...

-Está en construcción, en elaboración, en desarrollo. O sea, ninguna campaña electoral te dice: “A partir del día siguiente que llegue, sucederá esto”. O sea, Ciudad Mujer es una meta del gobierno de la administración Funes, no es una meta de 12 o 18 meses. Es una meta del quinquenio, es una meta que va a ser cumplida.

La secretaria de inclusión social, Vanda Pignato, no respondió a las repetidas peticiones de entrevista que le hizo El Faro. Sin embargo, sí divulgó el domingo 28 de noviembre que se encaminaba hacia Naciones Unidas a gestionar apoyo político para Ciudad Mujer. El lunes, el sitio web de Casa Presidencial informó que la secretaria adjunta de ONU-Mujeres, Michelle Bachelet, había expresado no solo su entusiasmo con el proyecto, sino que se comprometió a visitar El Salvador para cuando se inaugure la primera sede. Según Bachelet, Ciudad Mujer resume los objetivos por los que lucha esta agencia de Naciones Unidas.

El proceso de formulación de todo el proyecto tendría que terminarse para abril de 2011, cuando se espera que se apruebe el préstamo de inversión específica por 20 millones de dólares que se ha solicitado al BID. Una suma posiblemente no tan fuera del alcance de los recursos estatales, tomando en cuenta que los 20 millones son menos de la mitad de los 48 millones de dólares que el Ejecutivo pidió a la Asamblea que le aprobara en concepto de 'gastos imprevistos' para 2011.

Después de elaborar el proyecto y tras conseguir el visto bueno del BID para promete fondos, Ciudad Mujer dependerá de los tiempos políticos de la Asamblea Legislativa, donde se debe aprobar el préstamo y posteriormente ratificarlo. En un año preelectoral.

'Lo que se prometió fue pura propaganda en el contexto de una campaña electoral”, dice América Rumualdo, coordinadora de la organización feminista Las Dignas. Propaganda electoral, así como lo hicieron en la campaña de Antonio Saca, para ganar votos de mujeres... Eso fue lo que pensé cuando vi ese spot, porque Ciudad Mujer me la desayuné en la televisión.'

 

 

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