Opinión /

Antares: no brilla tanto como la estrella pero convence

Llyclovt, el grupo de rock ecléctico, como ellos se definen, debuta en la “industria” musical salvadoreña con Antares, un álbum que suena bastante diferente a lo que estamos acostumbrados a escuchar con sello de hecho en El Salvador.

Lunes, 15 de noviembre de 2010
Óscar Luna

Con toques de Zoé y, a veces, hasta de The Mars Volta, Antares te pasea por un lugar musical que no es digerible a la primera vez. Aparte de Abismo, que es la canción más amigable y proporciona un descanso del estrépito de las primeras cinco canciones -y no entiendo por qué la cantan en inglés-, las demás no se preocupan por crear éxito radial, sino porque el escucha explore la creatividad de composición con la que están hechas.

El disco se mueve entre el rock sicodélico y el ambiental, con sonidos y efectos que captan la atención y, a veces, distraen al escucha del otro contenido musical. Esto no precisamente es malo, si es lo que el grupo deseaba, pero eso no lo sabremos.

El reconocimiento y mérito de la producción es atreverse a hacer algo así de -llamémosle- raro en un medio que está acostumbrado más al latin pop y al tardío estallido de los reguetoneros nacionales.

Antares (el nombre de una de las estrellas más brillantes del firmamento) es un disco bastante conceptual, que no deja el mismo sabor de boca al escucharlo en desorden. El orden de las canciones resulta vital para disfrutar del disco, desde la introductoria “i”, que resume toda la esencia del álbum en el apartado instrumental: tiene un 'riff' con efecto y una distorsión matadora, en el buen sentido de la palabra, que te llega hasta el sistema nervioso.

Ablepsia, el segundo track del disco, inicia con algo que pareciera ser un loop de batería que suena durante la primera mitad de la canción. A este punto, Llyclovt te presenta a su vocalista, Gabo, con una buena y potente voz, que sólo se puede apreciar muy bien en vivo. En el disco sufrieron del eterno mal salvadoreño: la voz parece escondida, se nota que cantar puede, pero no sólo es de notarlo, sino de disfrutarlo y eso no lo lograron. Todos los que hemos visto a la banda en vivo sabemos que su capacidad vocal es muy grande, mientras que acá suena bastante opaca.

Otro de los cortes destacables es Somniorum. Su pegadizo estribillo “... me ha convertido en el astronauta torácico...” se te queda en la cabeza muy bien acompañado por la instrumentalización que lleva sello Llyclovt. Es imposible escuchar una canción de la banda y no saber que son ellos. Esta canción es bastante rock and roll y muy, muy bien lograda. No se puede etiquetar como la mejor sólo por, como ya lo mencioné, Abismo.

Diez canciones y un estilo, me atrevería a decir, único en el país. El disco tiene una alta cuota de creatividad, y como enamorado de los sonidos de sintetizadores, acá puedo decir 'muy bien logrados' y me atrevería a afirmar que se nota la mano del productor Jorge Lara.

Seguramente no será lo más brillante que escuchés en tu vida, pero sin duda Llyclovt ha logrado hacer la música que le gusta a sus integrantes y hacerla bien. Llyclovt no espera ser un fenómeno radial como REDD o Frigüey, pero ofrece una opción diferente y bien pensada para este país que, en serio, necesita discos como este.

Nota:

8 de 10

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