Opinión / Política

Más posibilidades hispanoamericanas


Lunes, 17 de enero de 2011
Luis Fernando Valero

La crisis, entre otras muchas cosas, ha hecho que las palabras cambien su significado o por lo menos que la realidad se denomine de otra forma.  Al pavoroso fracaso de Cuba, que cuando ocurrió en 1989 con La URSS, ahora Rusia, se llamó colapso y derrumbe total, ahora en Cuba se llama “reordenamiento laboral'; trabajadores 'disponibles. La clase dirigente cubana, eso que se denomina la nomenklatura, que predicó la utopía de la sociedad sin clases. Se ha demostrado  incapaz  y por ello la suerte del castrismo está echada, por más que la represión desee prolongar la agonía del régimen. La reconversión es tan brutal que, como ha señalado un economista cubano, es 'digna de un ajuste del Fondo Monetario Internacional': el comunismo cubano faro durante años de la izquierda revolucionaria iberoamericana  ha acordado  que se compense a los trabajadores  a razón de un mes de salario por cada diez años trabajados, en algunos casos puntuales con alguna ayuda extra .En seis meses 500.000 serán puestos de patitas en la calle y en un año y medio otro millón más seguirá el mismo camino. 


Es interesante comparar cómo el otro régimen comunista que queda imperante, China, ha optado por otra solución y que es el capitalismo puro y duro, sin libertades, pero capitalismo, es otra manera de ver la realidad y que por lo que está consiguiendo de los demás países, tiene éxito, ya que miran para otro lado en el problema de la libertad y de los derechos humanos. Cierto que el Nobel de la Paz se lo han dado a un luchador por esos derechos en ese país, pero en la práctica  queda subsumido en nada, ya que China, por curioso que parezca es, en estos momentos, es el sostenedor del capitalismo con “libertad”. Aunque millones y millones de chinos no se enteren y a los millones y millones de parados de occidente de poco le sirve ser libres.

Es interesante analizar lo que este 2011 nos está empezando a deparar: el comunismo llamado clásico se ha derrumbado definitivamente; la versión latinoamericana, el socialismo bolivariano, hace aguas y se hunde como referente de futuro -véanse los problemas de Evo Morales y los ingentes problemas de Chávez  y de la economía venezolana-; Ecuador no arranca y de Nicaragua no se puede decir nada más que el país lleva camino haitiano.

A pesar de estas tristes realidades, el año nuevo ofrece relativos augurios para la zona iberoamericana: Para el 2011 se prevé un desarrollo para la zona iberoamericana de un 4.2% y de un 3% de renta per capita. CEPAL, en su  Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe, afirma que habrá una mayor entrada de capitales. Esto tiene dos lecturas: hay quien le observa positivo pero otros no. La historia ha demostrado que en principio si se administran bien pueden crear riqueza siempre que haya garantías jurídicas,  pero en general no tiene por qué ser malo.

La cuestión es si Iberoamérica será capaz de apartar algunos datos que pueden poner en peligro la  transformación socioeconómica que actualmente tiene lugar; los países que pueden ser decisivos son: Brasil, Perú, Argentina, Venezuela..

En Brasil Dilma Rousseff deberá seguir la senda de la liberalización y controlar esa tendencia que tuvo Lula de navegar, por el filo de la navaja del socialismo del siglo XXI, que de vez en cuando mostraba en sus últimos meses sobre todo, en política exterior.

El Perú, crece a un buen ritmo  8% que ha puesto al país en la senda del desarrollo. Las elecciones de abril deben seguir por este camino pero deben controlar seriamente la corrupción; para ello hay que parar a los herederos de Alberto Fujimori, que desear regresar al poder.

Argentina en octubre tendrá elecciones. Habrá que ver si  la presidenta actual perpetúa la era Kirchner o se da un salto en la revolución tecnológica lograda por los agricultores privados y se llega a un equilibrio entre lo privado y la intromisión de lo público con un intervencionismo excesivo.

Venezuela no pasa por un buen momento. Sus datos económicos no son brillantes. La inflación con un 24.6% y un crecimiento de menos 1.6% a pesar de los precios del petróleo. La derrota sufrida en las últimas elecciones legislativas y las acciones del presidente Chávez que se ha dedicado a una política de tierra quemada para quitar posibilidades a la nueva Asamblea Nacional que se constituirá en enero con un bloque opositor que le impide hacer lo que desee sin más. La autoconcesión de facultades para gobernar por decreto no es una buena práctica democrática. Habrá que ver en queda la tensión entre estos dos polos.

Ya se ve, por lo visto en Bolivia, que el socialismo bolivariano del Siglo XXI no pasa por sus mejores momentos. Morales ha tenido que dar marcha atrás y no se observa que todas las medidas que se han hecho hayan logrado modernizar la industria boliviana ni aumentar su producción de combustibles refinados. Y la polémica nacionalización de la industria gasística tampoco ha sido la panacea anunciada –ya que le  produjo  conflictos  con Brasil y después con Argentina y siguió una tensión política con las provincias autonomistas por el  reparto de millonarios beneficios. Da la impresión de que Evo Morales se da cuenta de que una cosa es predicar y otra dar trigo.

Pero es evidente que en estos momentos ibero América es una zona mucho más positiva para los negocios que Europa, y por ejemplo, en España, bastantes empresas están cubriendo su deficiente negocio europeo con inversiones y desarrollo en Hispanoamérica, pues la tasa de crecimiento económico del continente ha sido 5 por ciento en promedio este año, bastante por encima de los propios Estados Unidos y Europa; y su deuda asciende al 25 por ciento del producto bruto interno de la región PIB.

Y China ya se ha observado cómo desea tener tratos preferenciales con los países de la zona convirtiéndose en un comparador importantísimo de materias primas.


Por todo ello ibero América necesita que esos cambios socioeconómicos  se refuercen con un desarrollo institucional que ofrezca garantías jurídicas, se controle la violencia de algunas zonas y usar esa riqueza para superar la pobreza que aún es excesiva y alcanzar una masa crítica que cree, en torno a su nuevo modelo, defensas contra las tentaciones populistas y demagógicas de dar al pueblo subvenciones por todo, en vez de crear trabajo y riqueza.

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