Opinión /

¿Cambio?


Lunes, 14 de marzo de 2011
Alberto Valiente Thoresen

Este 22 y 23 de marzo, El Salvador recibirá una visita oficial del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. De acuerdo al ministro de relaciones exteriores Hugo Martínez, 'desde el inicio (del gobierno del presidente Funes)... definimos que nuestra política exterior se basaría en el respeto mutuo y en el respeto a la soberanía y la autodeterminación. Es lo que Estados Unidos también ha declarado y ha cumplido'. Esto parecería augurar una nueva era de relaciones entre El Salvador y los Estados Unidos. Sin embargo, lo más seguro es que la visita girará en torno a temas tradicionales en la relación entre estos países durante las últimas décadas: el tema migratorio, la lucha contra el narcotráfico y la asociación económica entre ambos países en condiciones de libre comercio. Pero si es cierto que hay una nueva relación entre los Estados Unidos y El Salvador, basada en el respeto mutuo, respeto a la soberanía y la autodeterminación, podríamos esperar otros temas de discusión durante esta visita. Uno de los más actuales es el tema comercial entre los Estados Unidos y El Salvador, y su relación a la seguridad alimentaria.

El 21 de febrero pasado, el presidente Funes inauguró un Plan de Agricultura Familiar, con la entrega de 2014 escrituras de propiedad de tierra a familias campesinas y de escasos recursos. Estas entregas se sumaron a 12 mil títulos de propiedad entregados a familias campesinas de escasos recursos el año pasado. La meta es haber entregado un total de 20 mil escrituras de propiedad en el transcurso de 2011. De acuerdo a la presidencia de la república, el 46.5% de los hogares pobres del país están en el sector rural y el 33% en las ciudades. De acuerdo al censo agropecuario de 2008, alrededor 324,000 familias practican una economía de subsistencia, representando un 82 % del total. El 18 % restante (equivalente a cerca de 70,500 unidades productivas) llevan adelante una Agricultura Familiar Comercial. Es decir, producen para el mercado. De hecho, el PIB agropecuario en El Salvador ha crecido más despacio que el resto de países centroamericanos, desde la década de los '60. Además, la balanza comercial agropecuaria de El Salvador es deficitaria, a diferencia de la balanza comercial agropecuaria del resto de países centroamericanos en el CAFTA. Tan solo 1,25 % del PIB se destina a la política agrícola, mientras el sector agrícola representa el 11 % del PIB de El Salvador. Un 86 % de las parcelas cultivadas son menores a 3 hectáreas, y son administradas por familias. Por ello, la presidencia desea enfocar su política agropecuaria en la familia y ha iniciado este Plan de Agricultura Familiar, como un componente central del Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional, administrado por el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional.

La política agrícola familiar brindará opciones al crédito para la producción agropecuaria; también intentará ayudar a las familias a salir de la pobreza a través de la producción agropecuaria; al mismo tiempo, brindará apoyo, sirviendo como enlace, entre productores agropecuarios y comerciantes; y finalmente, fomentará el desarrollo e innovación en el campo. Todas estas iniciativas son muy buenas. Lo que resulta un poco difícil de comprender es cómo tales medidas pueden resultar exitosas, si no se toma en cuenta el contexto comercial en el cual El Salvador se encuentra.

El fracaso del sector agropecuario en El Salvador no se debe únicamente a la falta de políticas y de atención al sector agropecuario. Se debe más bien a la falta de políticas integrales, que dieran prioridad al sector agropecuario. Aquí es posible incluir muchas variables de política, pero es suficiente enfocarse en los aspectos de política de comercio internacional. En este sentido, el modelo de desarrollo impulsado por las presidencias de ARENA ha jugado un rol fundamental. Tal modelo de desarrollo se basaba en el fomento de una economía exportadora, la cual generaría crecimiento económico, empleos y divisas. Estas se usarían para comprar las nuevas importaciones, que vendrían como resultado de la liberalización del comercio en el país. Esta política se inició con el proceso de desgravación arancelaria de 1989. Si bien hubo un crecimiento de exportaciones no-tradicionales desde el inicio de este proceso, así como una mayor entrada de divisas, estas divisas llegaron en mayor medida por transferencias de salvadoreños en el exterior (que se fueron del país por falta de empleos buenos), más que por nuevas exportaciones. Además, los pocos empleos generados por el sector exportador en el país fueron de baja calidad y de salarios muy bajos. Estas nuevas exportaciones no venían del sector agropecuario. El sacrificio del sector agropecuario del país era de hecho parte de la estrategia de convertir al país en una gran maquila. De esta manera, la entrada de productos importados, muchas veces fuertemente subsidiados, terminó por arruinar la agricultura comercial local. Casi lo único que quedó de la agricultura salvadoreña fueron los cultivos de subsistencia. La agricultura comercial se limitó a unas escasas industrias pequeñas, y a lo poco que los agricultores de subsistencia pueden vender en los mercados para comprar otros bienes necesarios. El resultado de esta política fue una emigración masiva del campo al extranjero, así como a las ciudades de El Salvador, en donde tampoco había empleo bien remunerado. Por ello, más del 50 % de la fuerza laboral del país trabaja en el sector informal de la economía. Como bien sambemos, el hacinamiento, resultado de esta emigración masiva a las ciudades, así como la desintegración familiar producida por la emigración del país, han contribuido a causar otra serie de problemas sociales, entre ellos, los elevados niveles de violencia.

Una de las secuelas de la mentalidad que justificó la política de ARENA en su momento es el Tratado de libre comercio entre Centroamérica, República Dominicana y los Estados Unidos de América - CAFTA-DR (por sus siglas en inglés). Este tratado fue fuertemente impulsado por el presidente George W. Bush y fue negociado en gran medida con los centroamericanos por el responsable de comercio exterior estadounidense del momento, Robert Zoellick. Como los políticos de ARENA, los artífices del CAFTA-DR utilizaron la retórica de las teorías de libre mercado/comercio internacional en competencia perfecta, para justificar sus acciones. Al hacer esto, parecieron haber olvidado/ignorado que incluso aceptando estas teorías, los resultados del libre comercio internacional no son siempre positivos para todos los actores. Por ejemplo, la teoría clásica de comercio internacional nos dice que la liberalización comercial entre dos países, en condiciones de competencia perfecta, modificará los precios relativos de los bienes de las economías, incrementando el precio relativo de las exportaciones y reduciendo el precio relativo de las importaciones, para cada economía. La explicación de este fenómeno es que la liberalización comercial entre dos o más economías en condiciones de competencia perfecta, aumenta la demanda de las exportaciones de cada economía y al mismo tiempo la oferta de las importaciones. De manera que si un país exporta paraguas e importa agua, la liberalización del comercio en condiciones de competencia perfecta con otro país, implicaría un aumento de los precios relativos de los paraguas, y una reducción del precio relativo del agua, para ese país. Pero si en este país llueve mucho todo el año, la liberalización no será beneficiosa para la sociedad, a pesar de que sea beneficiosa para los productores de paraguas. Además, si la industria de paraguas puede aumentar la producción sin generar más empleos, las nuevas divisas generadas por la venta de paraguas, beneficiarán en mayor medida a los dueños de fábricas de paraguas, pero no al resto de la sociedad.

Sustituyamos los paraguas por exportaciones industriales no tradicionales, y el agua, por bienes agrícolas. Veremos en seguida en cierta medida lo que ha sucedido en El Salvador. El precio relativo de las exportaciones industriales creció en El Salvador, con la liberalización comercial, debido a una mayor demanda de bienes industriales salvadoreños en el exterior (por ejemplo, los textiles industriales procedentes de la maquila). Al mismo tiempo, el precio relativo de los bienes agrícolas salvadoreños bajó en El Salvador. Esto quebró a los agricultores comericales salvadoreños y redujo los ingresos de lo poco que los agricultores de subsistencia salvadoreños venden en ocasiones, para adquirir otros bienes necesarios en el mercado. Esto sucedió en condiciones en las cuales hubiera sido perfectamente posible producir estos bienes agrícolas en el país, sin necesidad de importarlos del exterior. También fue el caso que las nuevas exportaciones tradicionales no generaron todos los empleos prometidos, y no hubo programas gubernamentales para garantizar una trancisión ordenada del campo a la maquila.

A esto hay que sumar las problemáticas introducidas a la teoría clásica de comercio internacional, por las investigaciones de Paul Krugman en los '70s y '80s, en las cuales se vuelve evidente que la competencia perfecta no existe en el comercio internacional. De hecho, las economías de escala, que muchas veces se asocian a las condiciones de competencia imperfecta (como los monopolios y los oligopolios), tendrán ventajas comparativas para la exportación en el comercio internacional. Muchas veces, estas condiciones de competencia imperfecta son estimuladas por políticas gubernamentales deliberadas de protección y subsidio a ciertas industrias nacionales. Tal es el caso de los apoyos y protección que las economías ricas dan a su sector agropecuario. Otras veces, la competencia imperfecta se desarrolla por otros factores no necesariamente relacionados a los gobiernos.

En este contexto es importante recordar cómo el desarrollo económico visto en Estados Unidos y Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial, se debe en gran parte a la política deliberada de protección, subsidio, fomento y desarrollo de los sectores agrícolas de estas economías. Tanto en Estados Unidos como en Europa Occidental, la seguridad alimentaria, tan necesaria para la soberanía nacional, no se alcanzó en un contexto de libre mercado, en donde los sectores agrícolas quedaron desprotegidos. Al contrario, los gobiernos de Estados Unidos y de Europa Occidental potenciaron conscientemente el desarrollo de economías de escala en la agricultura, haciendo uso de políticas integrales, en las cuales el comercio nacional e internacional en estas industrias claves ha estado regulado. En El Salvador, la protección comercial del sector agropecuario contra importaciones fuertemente subsidiadas y producidas en condiciones de economía de escala e intensivas en capital, permitiría el desarrollo de la agricultura comercial en el país. Tales condiciones motivarían a los agricultores de subsistencia a producir más para vender y permitiría a otros inversores desarrollar industrias agrícolas. Esto permitiría una política de distrito, que quizá quitaría un poco de presión demográfica de las ciudades, reduciendo al mismo tiempo la emigración al extranjero.

Como Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de El Salvador, la protección al sector agropecuario salvadoreño debe empezar por ese lado. Por ello, una nueva relación a los Estados Unidos, basada en el respeto mutuo, el respeto a la soberanía y la autodeterminación, empezaría por discutir la renegociación de un tratado de libre comercio antidemocrático, apresurado y aprobado por ideólogos dogmáticos, que, o no entienden plenamente las teorías económicas que profesan, o las manipulan calculadamente para servir sus intereses. Esta petición de renegociación del CAFTA-DR no implicaría una confrontación con el presidente Obama y los demás líderes de Centroamérica (y República Dominicana). De hecho, el presidente Obama parece entender de los problemas con las ideologías dogmáticas de libre mercado de sus predecesores en el gobierno de los Estados Unidos. Este también es el caso en el clima político de Centroamérica y República Dominicana, que actualmente cuentan con presidentes que no apoyan dogmáticamente una ideología económica de libre mercado desenfrenado. De hecho, sería posible concebir una Política Agrícola Común centroamericana (PACC), que podría imitar los éxitos de la Política Agrícola Común - PAC europea. Esta política es uno de los ejes más importantes de la integración europea, y se empezó a implementar en 1960, mucho antes que se desarrollaran plenamente las instituciones de la Unión Europea. Irónicamente, los líderes centroamericanos firmaron el año pasado un tratado de asociación con la Unión Europea, en donde el libre comercio juega un rol importante. El presidente Funes tuvo un papel fundamental en estas negociaciones.

Estos temas de política internacional tienen que ver con el modelo de desarrollo que el gobierno de El Salvador ha escogido. ¿Seguirá el gobierno impulsando una estrategia fracasada de desarrollo a través de escasas exportaciones, crecimiento moderado, desempleo, excesiva importación de bienes de consumo extranjeros y fuga de divisas? ¿O entenderá el gobierno que el desarrollo empieza por proteger industrias clave, como la agricultura, como nos ha enseñado Estados Unidos y la Unión Europea? Esto implica no solo proteger al sector agroindustrial nacional, sino también a las familias que producen en condiciones de auto subsistencia. El presidente Funes ha expresado su deseo de ayudar a estas familias con su nuevo Plan Agrícola Familiar. Sin embargo, esto no será suficiente. Solo la protección garantizará la soberanía alimentaria, los empleos en el campo, la menor desintegración familiar y la mejor inversión de divisas en el desarrollo nacional. Tal visión requiere un cambio de mentalidad, en donde el objetivo del quehacer económico no es que unos pocos vivan mejor, comprando bienes importados, a costa de los demás, si no vivir bien, juntos, como sociedad. Tanto el presidente Obama como el presidente Funes usaron extensamente el lema de cambio en sus campañas presidenciales. ¿Veremos algo de ello durante su próxima reunión en El Salvador?

 

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