Opinión /

Inversión en desarrollo humano


Domingo, 29 de mayo de 2011
Carlos Calles

Durante su visita a Washington D. C para asistir a la 41 Conferencia de las Américas., en entrevista sostenida en una radioemisora del área metropolitana de Washington, el Presidente Funes sostuvo la idea de que es el grado de Recurso Humano lo que atrae las inversiones. Ante el cuestionamiento de que son la inseguridad y  la violencia lo que obstaculiza la inversión, el Presidente Funes utilizó la comparación entre México y El Salvador para sustentar la tesis de que son los niveles diferentes de Recurso Humano, con que cuenta cada país, el factor que prima en las decisiones de los inversionistas.

México, pese a los muy bien conocidos niveles de violencia, es una fuerte plaza para las inversiones, el segundo después de Brasil, ello es debido, según el Presidente Funes, a que México tiene programas sostenidos de inversión en Recurso Humano, en contraste con lo que sucede en nuestro país. Para beneficiarnos de la oportunidad del momento, es hasta ahora la mejor oportunidad, expresó el Presidente Funes, debemos invertir en Recurso Humano y para ello debemos fortalecer las políticas fiscales para que el Estado posea los recursos que se requieren en los programas públicos que fortalezcan los tejidos productivos y, así, conjurar la especulación financiera que privilegió ARENA a través de sus gobiernos.

El impuesto a los grandes patrimonios, de ex profeso para recaudar los más de 300 millones que requiere el plan de seguridad, es la fuente para implementar el plan de seguridad que es componente sustancial para obtener niveles de efectividad de la política de cooperación del Presidente Obama -Asocio para el Crecimiento- y  de la iniciativa Bridge que impulsa el Departamento de Estado. Esta propuesta de crecimiento, amén de que es consustancial al propósito estadounidense de reformular su estatus hegemónico en la región y reacomodar su competitividad con las grandes potencias mundiales, es la construcción del empalme que sostendrá la reconstrucción de los tejidos productivos, fundamentalmente la agricultura y la producción de alimentos.

En resumidas cuentas estamos ante un propósito muy bien estructurado para establecer, entre otras, condiciones de competitividad en el ámbito internacional, resolver el deterioro de la matriz productiva agropecuaria, abordar el problema del desempleo, y tener mejores condiciones para la lucha contra la extrema pobreza. El gran empresariado debe comprender y asumir que el gravamen a las grandes riquezas es para su beneficio; su compromiso con la nación es romper esa perniciosa práctica de transferir el pago de impuestos,  que les corresponde, a los consumidores a través de los precios de venta. Deben estar seguros que el mejor indicador de eficiencia de esta iniciativa es la capacidad adquisitiva del salario, habrá más ventas.

Este propósito gubernamental tiene como marco de referencia la teoría del capital humano. A partir de esta, se explica y se entiende que parte del crecimiento del producto nacional y de la renta misma proviene de una nueva calidad del trabajo, y ella depende de inversiones en salud, educación, transferencia tecnológica, condiciones de trabajo y desempeño del trabajo mismo. Además de los objetivos en el crecimiento económico, esta iniciativa busca instalar los procesos y los modos de erradicar la lacerante condición social que genera la pobreza  absoluta, y la relativa, también. En el proceso de desarrollo del capital humano se superan las condiciones de degradación social, se  reduce la separación en el disfrute y distribución de la riqueza producida; ayuda en la estructuración de una sociedad moderna.

Este proceso de desarrollar el capital humano, estas inversiones en recursos humanos de las que habla el Presidente Funes, son el componente de estructurar condiciones de desempeño económico-productivo en una asociación. Son componentes y marco referencial para resolver, actualizar y modernizar el sistema productivo; el desarrollo de los recursos humanos no está referido a los marginados y desposeídos, es el desarrollo de los poseedores del capital y de los poseedores de la fuerza de trabajo, es el desarrollo de ambos sujetos que conforman el sistema productivo. Son ellos los recursos humanos responsables de la generación de la riqueza.

Pero abordar el Desarrollo Humano implica que, además de ese escenario generador de bienes materiales, debe estar comprendido el escenario de convivencia y de relaciones de las personas humanas, tanto las que trabajan como las que se benefician del trabajo; me refiero al capital social. En el capital social se han destacado tres fuentes que lo conforman: la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales; son factores que nos generan acercamientos, acercamientos que producen vías y modos de acción colectiva para obtener niveles de bienestar del grupo, niveles de bienestar social. Estos tres factores son los que califican los logros productivos, son los que definen la convivencia ciudadana, son, en resumidas cuentas, la plataforma de existencia de las condiciones democratizantes y de democracia, son la calidad de ciudadanía.

Obtener los diversos y progresivos grados de Desarrollo Humano, dotar de irreversibilidad a esos grados alcanzados, tienen como condición la consiente participación de la población toda, sin distingos de riqueza y educación; ello es un proceso en el que estamos transitando y debemos estar seguros de que hemos iniciado este paso hacia mejores condiciones de pertenencia y existencia en lo que es la salvadoreñidad. Falta mucho por hacer, necesitamos mucho más de lo obtenido, la insatisfacción es producto de no comprender que estamos conjurando una larga historia de marginalidad y exclusión. Estamos en esa construcción de caminos que nos alejarán de nuestro pasado y construiremos ese incierto futuro para nuestra sociedad.

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