Opinión /

Sin vergüenza


Miércoles, 29 de junio de 2011
El Faro

Durante los 17 años que Hernán Contreras estuvo al frente de la Corte de Cuentas, esa institución fue un monumento al oscurantismo, la negligencia y la incapacidad. Su administración, contra lo que dicta la ley, no fue nunca auditada por una Asamblea que mantenía la correlación conveniente para reelegirlo cada vez que terminaba su periodo, a cambio de que perpetuara su negligencia sin ser auditado. Pero no estaba solo. Lo acompañaron en buena parte de estos años tristemente célebres para la Corte de Cuentas los dos magistrados que hoy también lo acompañan en su despedida: Abdón Martínez, de Arena, y Mártir Arnoldo Marín, del PDC..

Estos tres, que nunca han rendido cuentas de su trabajo, que nunca fueron capaces de hacer de la manera más básica lo que el cargo les exigía, que era velar por el buen uso de los recursos del Estado; estos tres, que cuando se abrió una ventana a la corrupción con las denuncias contra los inspectores en oriente lo que hicieron fue secuestrar los archivos de la oficina de oriente y trasladarlos a San Salvador; estos tres que siempre son los últimos en enterarse de la corrupción; estos tres que impidieron investigación y castigo en varios casos… Estos tres, estos mismos tres, se han recetado decenas de miles de dólares como “indemnización” por sus años de “sacrificios” en aras de velar por la patria. Y de hacerlo de tal forma que hasta el servicio diplomático consideraba a la Corte de Cuentas una institución 'poco confiable y tal vez corrupta'. 

Contreras, el masón pecenista que pasó casi dos décadas con un jugoso sueldo del Estado, sin pagar siquiera gasolina, dice ahora que merece un reconocimiento por su papel en la Comisión de Paz y por haber tenido que cerrar su despacho para dedicarse a la Corte de Cuentas. Hace falta no tener vergüenza para pasar dos décadas sin hacer lo que se debe, y encima embolsarse mediante decreto dictado por él mismo decenas de miles de dólares para su retiro.

¿Es posible, en El Salvador, que alguien actúe con este descaro y que nadie pueda hacer nada? La respuesta, lamentablemente, es afirmativa. Y por estos actos deben responder los partidos que eligieron a estos magistrados una y otra vez.

A juzgar por las primeras declaraciones del sucesor de Contreras, el ex Procurador Sánchez Trejo, tampoco cabe esperar que la “nueva” Corte de Cuentas ejerza ninguna acción para investigar a fondo las irregularidades de la anterior administración. Sánchez Trejo dijo que no llega a una “cacería de brujas” sino a tratar de ejercer la contraloría con “carácter humano”. Lamentablemente, los nuevos magistrados tienen sus propias cuentas pendientes. Pero con ellas, dijo ya Sánchez Trejo, no va a pasar nada.

A Contreras y su falta de vergüenza la historia, sin duda, lo pondrá en su lugar. Pero un país pobre necesita contar con mecanismos para impedir que tres personas asalten al Estado, con la ley en la mano. Con la ley que hicieron ellos mismos. ¿Qué harán al respecto los legisladores? Porque al parecer el enemigo de la democracia, para ellos, son cuatro magistrados independientes de la Sala de lo Constitucional. Y no estos tres magistrados de la Corte de Cuentas que se llevan cientos de miles de dólares en el bolsillo, y que nunca sirvieron para combatir la corrupción. 

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