Opinión /

No habrá guerra contra el nacionalismo


Miércoles, 27 de julio de 2011
Alberto Valiente Thoresen

Este viernes 22 de julio fui despertado por un mensaje de texto a mi teléfono celular. En cuanto leí el mensaje quise ser despertado nuevamente, de lo que creí que ciertamente se trataba de una pesadilla. El mensaje estaba en noruego y decía: 'Hola. Revisá las noticias. Gran explosión en Oslo. Bomba cerca de Youngstorget (bajo el centro de gobierno)'. Tuve que leer varias veces y convencerme de que estaba despierto. Luego miré la fecha nuevamente, y también corroboré de que no se trataba de una broma de muy mal gusto del 1o. de abril. La sorpresa que el mensaje me causó se combinó con la noción de que se trataba de un área que frecuento mucho. Mi oficina está de hecho a tan solo unos metros del lugar, y no es extraño que transite por esa zona, especialmente en un viernes, cuando probablemente camino a casa a esa hora. Afortunadamente, ese viernes la mayor parte de mi oficina estaba de vacaciones. Nadie fue directamente afectado por la explosión y la oficina no sufrió daños materiales. Pude comprobar esto aliviado unas horas después. Yo tuve la fortuna de encontrarme en el extranjero. Pero irónicamente este sentimiento de fortuna pronto se transformaría en un fuerte deseo de estar cerca del lugar de los hechos, para solidarizarme con los afectados e influir constructivamente en la situación. ¿Estarán todos bien? ¿Qué habrá pasado en la oficina? ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo responderán las personas, los medios y las autoridades a tal atrocidad? ¿Quién hizo esto?

No voy a mentir. Como muchos, inicialmente estuve relativamente seguro de que se trataba de un ataque relacionado a la participación militar de Noruega en Afganistán y Libia. De hecho, recordé las palabras de Muamar al-Qaddafi de hace unas semanas, en las que amenazaba directamente con respuestas militares a los países europeos que participan en la guerra en Libia. Noruega es uno de estos países. Leí también reportes sobre los arrestos de posibles miembros de Al-Qaeda, relacionados a los hechos, y los consideré plausibles. Sin embargo, también recibí información sobre ataques racistas contra musulmanes en Oslo, inmediatamente después del atentado. Esto me hizo recordar que las cosas no eran tan simples. También recordé las palabras de amigos investigadores sobre el tema, quienes siempre me han explicado que la abrumadora mayoría de los atentados terroristas en Europa, provienen de grupos nacionalistas, separatistas o de extrema derecha/izquierda. De acuerdo a estos investigadores, había que esperar los mayores riesgos de terrorismo por este lado, y no por el lado de los grupos islamistas. A pesar de estas contadas voces de investigadores, las autoridades, los servicios de inteligencia y los medios noruegos, se han concentrado casi exclusivamente en el peligro del terrorismo islamista.

Quizá el panorama de sospechosos debía ser más amplio. Habrá que esperar y ver, pensé. Mientras tanto, mis cuentas de medios sociales, correo electrónico y de teléfono, recibían mensajes de conocidos y amigos de todo el mundo (literalmente) preguntando sobre lo sucedido. Eventualmente, de esta manera me enteraría también de la terrible masacre en la isla de Utøya, en donde fueron asesinados más de 68 personas (principalmente niños y jóvenes), pertenecientes a la Juventud del Partido de los Trabajadores. Mi asombro y confusión sobre lo sucedido crecieron. Se trataba del mayor atentado de este tipo en tierras noruegas, desde la Segunda Guerra Mundial.

El número de banderas noruegas en los perfiles de amigos en medios sociales electrónicos creció. Otras personas escribían en sus perfiles sobre su orgullo de ser noruegos. Especialmente luego de las palabras del Primer Ministro noruego Jens Stoltenberg, quien prometió responder al atentado con más democracia, en contraste con las palabras de George W. Bush después del 11 de septiembre de 2001, quien prometió perseguir y cazar a los responsables. Esto resultaba irónico, después de todos los mensajes de solidaridad que recibía de personas que pensaban lo mismo que el Primer Ministro Stoltenberg, sin necesariamente ser noruegos o siquiera vivir en el país.

Muy pronto se conoció que una persona había sido capturada en relación a la masacre de Utøya. Sin revelar su identidad, circulaba el rumor de que se trataba de un hombre blanco, alto y de pelo rubio. Casi todos los medios reportaron que se trataba de una persona de 'apariencia nórdica', sin querer especular de que fuera un ciudadano noruego. Parecía que los medios hacían un esfuerzo por preservar la teoría de que se trataba de un ataque externo a Noruega. Esto estaba muy en linea con la tendencia generalizada en los medios noruegos de consciente o inconscientemente asociar nacionalidad con actos positivos o negativos de los actores de las noticias. Así, es muy común que si un ciudadano noruego de origen africano corre los 100 metros planos bajo 10 segundos, los medios reporten que un 'Noruego corre 100 m planos bajo 10 segundos'. Si esta misma persona comete un crimen, lo más seguro es que se reporte que 'Hombre de origen africano comete crimen'. De la misma manera, si un 'noruego étnico' (usando la jerga convencional) comete un crimen, se trata generalmente de un 'hombre', sin mencionar su procedencia o grupo étnico. Esto no aplica si se trata de una persona que hace algo bueno, como ganar una medalla de oro en las olimpiadas de invierno, en donde la procedencia de Noruega y de algún pueblo noruego en particular, parece jugar un rol importante.

En este caso, a pesar de que se supo que el sospechoso era de 'apariencia nórdica' y 'hablaba dialecto del este de Noruega', se esperó hasta estar completamente seguros para corroborar su nacionalidad y su etnicidad noruega. La etnicidad es una construcción humana más incómoda que necesaria. Este elemento sobre la etnicidad del sospechoso sería completamente irrelevante, de no ser porque casi la totalidad de los medios noruegos e internacionales atribuyeron casi inmediatamente el hecho a fuerzas extranjeras, tal vez inmigrantes, procedentes de Oriente Medio o el Norte de África. La noche del viernes estaba claro que tanto las bombas en el centro de gobierno, como la masacre de la isla de Utøya estaban relacionadas, y que el sospechoso, un noruego disfrazado de policía, había sido observado en ambos atentados. Luego, los medios revelaron videos de esta misma persona en Utøya, en lo que parece ser el ajusticiamiento de participantes en el campamento de la Juventud del Partido de los Trabajadores.

Paulatinamente se ha ido conociendo más información sobre el caso. Se especula sobre la participación de más personas en el atentado, pero la policía aún está reuniendo evidencias al respecto. El principal sospechoso capturado se llama Anders Behring Breivik y es procedente de Oslo, de lo que parece ser una familia relativamente acomodada. Su padre es un diplomático, que ha trabajado en las embajadas noruegas de Londres y Paris, y quien tiene simpatías por el Partido de los Trabajadores noruego. Sin embargo, el sospechoso casi no ha tenido contacto con su padre desde que tenía un año de edad, que es cuando su padre se divorció de su madre, perdió la custodia sobre su hijo y se mudó a Francia. Anders Behring Breivik parece haber tenido una infancia libre de grandes problemas. Tenía varias empresas, en las que aparentemente fue exitoso. Una de estas empresas se dedicaba supuestamente al cultivo de verduras, lo cual le proporcionaría los permisos formales para comprar alrededor de seis toneladas de fertilizante. Parece ser que este fertilizante serviría como insumo para explosivos. También tenía al menos dos armas, una pistola y una automática. El sospechoso ha confesado haber cometido los hechos, pero niega responsabilidad legal por los atentados, que el piensa necesarios para salvar a Noruega. Su abogado defensor, Geir Lippestad, dice que Breivik es una persona que piensa muy distinto de una persona normal.

Breivik era conocido de los ambientes noruegos conservadores, especialmente en los sitios web de discusión política. De hecho, fue miembro del Partido del progreso, que es el partido populista de extrema derecha noruego. Los sitios Minerva y Document.no representan un archivo de la actividad de discusión política de Breivik, durante los últimos años. Aquí expone mucho de su pensamiento conservador nacionalista. Además, tan solo unas horas antes del atentado, Breivik publicó un manifiesto político de más de mil páginas titulado '2083 - Una Declaración de Independencia de Europa' y un video en Youtube. En estos, Breivik expone sus objetivos con el atentado, confiesa mucho del trabajo realizado y de lo que haría en el futuro. Partes del contenido son casi idénticas a partes de los escritos de Theodore John 'Ted' Kaczynski, el Unabomber. También recuerdan mucho de la ideología del Ku Klux Klan, aplicada a la Noruega contemporánea. En este trabajo, Breivik confiesa haber usado más de nueve años en planear los actos terroristas del viernes. Su inspiración surgió luego de haberse reunido con otros 12 europeos, en Londres, en abril de 2002. El propósito de la reunión fue fundar una red política nacionalista europea. A pesar de ello, asegura haber trabajado completamente solo, para evitar ser descubierto. Sin embargo, esta puede ser una estrategia para encubrir a los participantes en estas acciones. Breivik también ha confesado que hay otras dos células terroristas más trabajando en Noruega, que continuarán sus atentados. Esto contradice la información que entregó a la policía inicialmente, en la cual afirmaba que trabajó solo.

El video subido al Internet por Breivik tiene una duración de poco más de 12 minutos y es básicamente una argumentación a favor del establecimiento de una red llamada 'Knights Templar Europe' (Caballeros Templarios Europa). En este video se resume mucho del pensamiento plasmado en el texto de Breivik: '2083 - Una Declaración de Independencia de Europa'. La declaración se pronuncia en contra del marxismo cultural/multiculturalismo, el islamismo y el nazismo. De acuerdo a Breivik, el problema fundamental en Europa es que desde la caída de Berlin ante la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial, las instituciones de los Estados nacionales europeos, han cedido gradualmente espacio a lo que Breivik llama 'marxistas multiculturalistas'. De acuerdo a Breivik, estos marxistas multiculturalistas están por acabar con las identidades nacionales europeas. Según Breivik, este movimiento marxista en Europa, adquirió fuerza en 1968, luego de los movimientos populares y estudiantiles de ese año. Breivik combina tales argumentos con su islamofobia y las especulaciones sobre la islamización paulatina de Europa. En este contexto, él se considera un caballero templario nacionalista, quien defenderá a la Europa cristiana, monarquista, antiliberal, monocultural, patriarcal, unida e aislacionista, que él imagina y añora, de la supuesta Europa islámica, marxista/liberal, multicultural, matriarcal, desunida e imperialista, que él critica. Para ello, Breivik planeó estos atentados, como una primera fase en su lucha. Su objetivo expreso fue sacrificarse como un mártir por la causa. En su manifiesto escribe que, de sobrevivir el atentado, su trabajo entraría en la fase de propaganda, en la cual se concentraría en usar la atención mediática causada por los atentados, para transmitir sus ideas. Breivik ha dicho que probablemente no sea comprendido ahora, pero que en 60 años, el pueblo noruego se lo agradecerá. Su manifiesto describe detalladamente como llevar a cabo atentados como el que realizó. Breivik intentó usar la plataforma de su proceso legal para promover su causa, pero ha sido limitado en este sentido por las autoridades noruegas.

En una de las discusiones por Internet en las que participó Breivik reveló que él considera que la lucha ideológica más importante en el mundo ya no es el capitalismo contra el socialismo, si no el nacionalismo contra el internacionalismo. Juzgando por la cantidad de participantes en tales foros conservadores, especialistas estiman que podría haber alrededor de 3000 o 4000 personas, tan solo en Noruega, que comparten opiniones nacionalistas conservadoras similares, aunque esto no quiere decir que estas personas aprueben de los métodos violentos de Breivik.

Sin embargo, una vez más, esta tragedia ha hecho relevantes las palabras de Roberto Bolaño, cuando se dirigió a la Sociedad de Literatura en Viena en 2000: 'el nacionalismo es miserable y se derrumba bajo su propio peso. Si la expresión 'se derrumba por su propio peso' no tiene sentido para ustedes, imaginen una estatua de mierda hundiéndose lentamente en el desierto: así, eso es lo que significa que algo se derrumbe bajo su propio peso'. El nacionalismo puede parecer una ideología inofensiva, colorida y en ocasiones hasta positiva, como en los días nacionales, los partidos de fútbol y a través de los símbolos nacionalistas. Pero ¿hasta cuándo entenderemos que en la era moderna, el nacionalismo es y seguirá siendo también una justificación de división humana, egoísmo y discriminación? En ciertos casos, también es la justificación de una violencia horrenda, que resulta cuando la ideología del nacionalismo monocultural aislacionista se encuentra con un mundo real más complejo e interdependiente.

Si los actos terroristas hubieran provenido del exterior, como se temió en un principio, probablemente los sectores conservadores nacionalistas hubieran nuevamente tocado los tambores de una guerra antiterrorista, dirigida a algún Estado extranjero sospechoso. Pero, ¿qué pasará ahora que se vuelve más evidente que el sospechoso viene de dentro del Estado nacional noruego? Afortunadamente, no habrá guerra contra el nacionalismo, como ha habido contra otras ideologías en el pasado. Esto es bueno. En este caso debe dominar la no-violencia. Además, el sospechoso es inocente hasta declarado formalmente culpable. Como las instituciones noruegas han demostrado ejemplarmente, debe aplicarse debido proceso y los derechos del sospechoso deben ser respetados. El Primer Ministro Stoltenberg se ha comportado también ejemplarmente, más bien llorando en público, en vez de mostrar actitudes vengativas. Recienemente el Primer Ministro afirmó que este acto terrorista debe combatirse con más democracia, no con más violencia. La gran mayoría de la sociedad noruega, y mucha otra gente alrededor del mundo, también ha demostrado como el odio se combate con amor, a través de demostraciones masivas, comunicación y gestos en contra de la violencia y el miedo. Estas demostraciones y gestos de solidaridad hacen eco de las palabras de Martin Luther King jr.: 'Devolver odio por odio multiplica el odio, añadiendo una oscuridad más profunda a una noche ya carente de estrellas. La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad: solamente la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio: sólo el amor puede hacerlo'. Como lo dijo una joven sobreviviente de la masacre: 'Breivik ha demostrado una capacidad ilimitada de odio. Demostrémosle ahora cuánto amor podemos juntar contra su odio'. Por mi experiencia con este caso, gente del mundo entero ha demostrado condolencias y simpatías con todos los afectados directa o indirectamente por esta tragedia. En esta solidaridad humana, las barreras artificiales creadas por los humanos, como las banderas, las nacionalidades y los idiomas, resultan siempre irrelevantes.

Pero el amor no será suficiente. Hay que lograr un mejor entendimiento sobre las razones que Breivik tuvo, al cometer estas atrocidades. Ciertamente, es probable, aunque no seguro, que Breivik tenga otros trastornos mentales. Pero mucha de su ideología, tiene su origen en el discurso de los sectores conservadores europeos y estadounidenses de los últimos años. Idealmente, la comprensión de este hecho, debería llevar a una confrontación ideológica global más clara, en contra del nacionalismo, que evidentemente jugó algún papel en los razonamientos trastornados de Breivik. Tal confrontación implica no solo a los ambientes ideológicos que se califican como 'extremos', si no a todos los que promueven el nacionalismo sin asumir críticamente todas sus consecuencias, positivas o negativas. La promoción poco crítica del nacionalismo puede hacerse de muchas formas. Por ejemplo, expresamente en medios extremos, inocentemente con el uso excesivo de banderas, o con reportes mediáticos o comentarios aparentemente inofensivos en medios sociales. La confrontación no violenta de esta ideología nacionalista debe de igual manera ocupar todas las formas posibles y todos los rincones del mundo.

 

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