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'Los Zetas están tratando de controlar Guatemala'

Las últimas encuestas ponen al candidato del Partido Patriota (de derechas) con un pie en la presidencia de Guatemala. Acosado por organismos de derechos humanos y por denuncias de supuestos vínculos con narcotraficantes, el ex jefe de la inteligencia militar acepta que el narco intentó tentarlo hace cuatro años y, aunque admite que ha hecho una campaña millonaria, se rehúsa a revelar sus fuentes de financiamiento.

Miércoles, 31 de agosto de 2011
Óscar Martínez

Otto Pérez Molina, candidato a la Presidencia guatemalteca durante su campaña en la capital. Foto Partido Patriota
Otto Pérez Molina, candidato a la Presidencia guatemalteca durante su campaña en la capital. Foto Partido Patriota

Todas las encuestas apuntan a que el general retirado Otto Pérez Molina será elegido presidente en la segunda vuelta de las elecciones guatemaltecas. En la primera ronda, prevista para el 11 de septiembre, podrá obtener una enorme ventaja sobre su más cercano competidor, pero al parecer no le alcanzará para sumar la mitad más uno de los votos. Su primer intento fue derrotado por el actual presidente Álvaro Colom, de la social demócrata Unidad Nacional de la Esperanza, que en estas elecciones, por decisión del poder Judicial, no pudo inscribir a su candidata, la ex esposa de Colom, Sandra Torres, quien se divorció de su esposo en un intento por sortear los impedimentos para postularse.

Pérez Molina, quien es acusado por organismos de derechos humanos nacionales e internacionales de haber participado en masacres de indígenas en Nebaj, departamento de Quiché, en los años de guerra de 1982 y 1983, asegura que nunca tuvo poder de mando sobre esa zona donde efectivamente estuvo en esos años. Pérez siempre ha asegurado que era el Ejército Guerrillero de los Pobres el que se encargó de utilizar a los indígenas como carne de cañón. Sin embargo, en esta entrevista, el general admite lo que en algún momento, según los cables de Wikileaks publicados por Plaza Pública, dijo al ex embajador Derham. Que efectivamente existía en el ideario de los militares en esa zona una equiparación entre indígenas de las montañas y guerrilleros. Esto, según la Comisión de Esclarecimiento Histórico, creada tras los Acuerdos de Paz, fue lo que propició las masacres que Pérez Molina niega rotundamente.

Durante su campaña, el general ha tenido que enfrentar los fantasmas de la guerra que lo persiguen en boca de sus detractores políticos y organismos de derechos humanos. No solo se le menciona en el asesinato de los indígenas, sino también en el sonado caso del asesinato del guerrillero Efraín Bámaca, desaparecido tras un enfrentamiento con el ejército en 1992. Según la versión que defiende la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Bámaca murió en instalaciones de la Dirección de Inteligencia Militar, de la que Pérez Molina era director; y, según la antagónica versión militar, murió en combate. En diciembre de 2010, la CIDH pidió por segunda vez que el caso fuera reabierto, lo que hubiera podido impedir que Pérez Molina corriera como candidato. Sin embargo, primó el criterio de juicio ya realizado, pues la Corte de Constitucionalidad de Guatemala opinó que el caso ya estaba sobreseído. Pérez Molina es claro en su postura de que no hay razones para hacer caso a la CIDH en una reapertura de esta acusación.

A esos puntos se llega en una conversación de casi una hora, donde un apacible candidato que no cumple con el estereotipo duro de un militar a la hora de conversar, empezó abordando temas de la Guatemala que heredará el próximo presidente, una donde el crimen organizado, como revela Pérez Molina, intenta contactos directos con algunos partidos políticos durante las campañas electorales. Por estos ofrecimientos, él mismo admite haber sido tocado.

Empecemos viendo al paciente que le puede tocar. Su país es visto como la cabeza histórica del narcotráfico centroamericano, desde la instalación de los colombianos en los 80. El Estado no tiene control de al menos tres zonas fronterizas, y el narco guatemalteco está en su punto más álgido. Ese es el diagnóstico breve. ¿Lo comparte?
Efectivamente, creo que el país que vamos a recibir es uno con muchísimos problemas complejos. El narcotráfico, la inseguridad y la violencia son el principal problema según los mismos guatemaltecos, que cuando se les ha preguntado han dicho hasta en un 70% que es la inseguridad lo que más los agobia. Ahora, esto es por las circunstancias que ha estado viviendo Guatemala. Unas instituciones sobrepasadas por el crimen organizado, las maras, la violencia. Algo que caracterizó a este Gobierno fueron los recurrentes cambios en el Ministerio de Gobernación y en la dirección de la Policía Nacional Civil (PNC). Esto no dejó que hubiera estabilidad y que las políticas públicas en temas de seguridad pudieran avanzar. El resultado fue el crecimiento del crimen organizado y el crecimiento de los hechos delictivos producidos por las pandillas, como son las extorsiones. En este panorama, lo que le puedo decir es que se pueden hacer muchas cosas que este gobierno no quiso hacer. 
Proponemos una reingeniería en el Ministerio de Gobernación, una reforma policial a la que llamamos refundación policial. Hace años que ya están los planes, que se está discutiendo, pero nosotros estamos dispuestos a entrar a la práctica, que esto camine. Y, claro, las acciones inmediatas a partir del 14 de enero, para que los guatemaltecos sientan que hay un presidente, que hay una autoridad.

Entiendo por su discurso en toda la campaña y por su respuesta actual que usted cree que Guatemala ha tenido en estos años un presidente debilucho.
Definitivamente, un presidente que no ha tomado decisiones, tibio, débil, que no ha tomado la responsabilidad, y esto ha generado que cada ministro vaya donde cree que deba ir, pero no hay un norte definido. Hubo una decisión que tomó el Ejecutivo, y tres de los ministros razonaron su voto diciendo que no estaban de acuerdo con el presidente. ¿A dónde va a llegar un presidente que no pueda tomar acuerdo con sus propios ministros? ¿Cómo va a tomar acuerdos con todos los guatemaltecos?

Y en parte por eso usted cree que los guatemaltecos quieren a un militar en la presidencia.
Sí. Algunos dicen que es debilidad, otros que fortaleza. Yo creo que más bien ayuda a un presidente la formación, la disciplina, el orden, la lealtad, la dignidad, que son principios que se inculcan desde muy joven en la academia militar. A pesar de los que critican, estas son fortalezas cuando uno llega al gobierno.

A Álvaro Colom hubo un momento en el que se le reconoció contundencia, y fue cuando reconoció públicamente en diferentes momentos a las familias tradicionales del narcotráfico guatemalteco. Se las nombro: León, Overdick, Lorenzana y Mendoza. ¿Está de acuerdo con la lista?
Creo que además de esos hay otros nombres: este señor (Juan Ortiz) Chamalé, que ya fue capturado y que operaba en San Marcos y tenía todo el corredor de la costa sur. De ahí, básicamente, creo que sí, es vox pópuli en Guatemala quiénes son los que han estado metidos en Guatemala, y que por suerte y con el apoyo de la DEA, algunos han sido capturados.

Hablando de la DEA, en Guatemala muchas veces organismos de derechos humanos han acusado al Estado de permitir que la DEA actúe por su cuenta en operativos de detención o cateo. ¿Permitiría eso?
Creo que hay que hacer un trabajo conjunto, pero somos nosotros los responsables de lo que pasa aquí. Cuando uno empieza a meterse más abajo y a ver cómo fueron las cosas, fue la DEA la que empujó para que se hicieran las cosas, no fue que el gobierno actual quisiera, fue casi a empujones que la DEA los llevó. En mi gobierno va a ser diferente, porque la iniciativa la vamos a llevar nosotros, la inteligencia la vamos a procurar tener nosotros. Vamos a pedir el acompañamiento, porque tenemos que tener una estrategia regional, desde Estados Unidos hasta los productores, pero además de esa estrategia regional, tenemos que tener estrategias bilaterales, con El Salvador, México, Honduras y Belice, para compartir información, operativos fronterizos, caminar juntos en el combate a este flagelo; pero, aparte de esto, tenemos que tener una estrategia particular en Guatemala, y eso va a ser que las fuerzas de seguridad tomarán el liderazgo, vamos a fortalecer las instituciones de inteligencia y a seleccionar las unidades que van a participar en las actividades contra narcotráfico, cuerpos élites de la PNC, gente que va a ser capacitada.

¿El próximo presidente de Guatemala tiene que recuperar zonas que el gobierno ya no controla?
Definitivamente, por ejemplo las fronteras, que son claves y vitales, pero en el interior hay otros bolsones. No le diré que el narcotráfico tiene el control de Guatemala, pero sí tiene unos bolsones que se le han convertido en bolsones de ingobernabilidad al actual gobierno, que han pasado a ser lugares de gobernabilidad para el crimen organizado. Ejemplo de eso están algunos lugares en Petén, Alta Verapaz, Izabal, donde realmente controla el crimen organizado y no el Estado. Es parte de nuestra estrategia tener presencia del Estado en esos lugares, para recuperar la gobernabilidad, al igual que en las áreas fronterizas, como en el altiplano, en San Marcos, donde siembran amapola, y la autoridad misma no puede llegar. Ese es uno de mis retos.

El ejército de su país no confía en la Policía y viceversa. Si uno va hacia Petén, por ejemplo, los militares le recomiendan no hablar con los policías, porque dicen que estos trabajan todos para el narco, y eso también pasa si usted habla con los jefes policiales.
Definitivamente hay una desconfianza muy grande entre esas instituciones. Mire, nuestra propuesta es ya no recurrir a las llamadas patrullas combinadas, que es lo que se ha estado haciendo desde hace 16 años, policías y militares. Los patrullajes combinados ya demostraron que no tienen efectividad. Sí, dan percepción de que hay más presencia, pero de ahí no pasa nada.

¿Y cuál es su propuesta? Me interesa, porque en El Salvador ese mecanismo también se utiliza.
Pensamos crear fuerzas de tarea. Hay una diferencia entre un patrullaje combinado, que es formar a dos policías y cuatro militares que salen a caminar, y nuestra propuesta, que son fuerzas de tarea, donde hay un responsable a quien se asigna determinado número de policías y de unidades del ejército, un equipo de inteligencia, se le pedirá al Ministerio Público (MP) que asigne a un fiscal y a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) que asigne a un delegado. Además de eso, esa fuerza de tarea estará enfocada. Por ejemplo, una que vamos a poner es para frenar las extorsiones, que han generado que asesinen a motoristas y hasta a pasajeros. Esta fuerza de tarea y su responsable creemos que pueden conseguir generar confianza con las víctimas, abrir canales de información para que puedan presentar lo que les está sucediendo. Incluso lograr que participen como acusadores cuando haya una causa. Claro, esto pasa por generar confianza primero entre las instituciones de seguridad. Creemos que por cada uno de los cinco principales delitos que hay en Guatemala habrá una fuerza de tarea con un responsable que va a tener que rendirle resultados a la población y al Ministro de Gobernación.

Parece convencido de que ser un general retirado le beneficiará en esta labor.
Sí, creo que eso de plano es un hecho, aunque el ejército ha sido respetuoso desde antes de que se firmara la paz -de la que soy signatario-, y ahí hay un elemento que se llama el fortalecimiento de la sociedad civil y el rol del ejército en una sociedad democrática. Pero obviamente va a ser más cómodo para el ejército trabajar con un general como comandante general. Conozco al ejército, sus fortalezas y debilidades en equipamiento y atención. Además, siempre ha sucedido en Guatemala -y lo digo porque lo viví muchos años- que los presidentes llegan teniéndole desconfianza a los militares, dejándolos de lado, y terminan como Álvaro Colom, diciendo que son la mejor institución, la que más los ha ayudado. Yo sí conozco al ejército, y lo vamos a ver colaborando mucho más en la seguridad de los guatemaltecos.

Le doy vuelta a la pregunta: para un general como usted será más fácil admitir que la Policía es corrupta, pero qué tal si hablamos del ejército, igual de criticado. ¿Usted cree que el ejército guatemalteco es corrupto?
No, no es un ejército corrupto. Que haya grupos detractores que sigan señalando estas cuestiones… pero el ejército tiene sus mecanismos, sus propios filtros. Por ejemplo, en la Dirección de Inteligencia tienen una Subdirección de Contrainteligencia que cuida a sus propios miembros para que no sean comprados por el crimen organizado, por ejemplo. No tenemos un ejército corrupto, sino uno disciplinado y con un espíritu alto para poder cumplir tareas como colaborar con la seguridad de los guatemaltecos.

Los Zetas están en proceso de tomarse cinco departamentos de su país.
Sí, efectivamente. Ellos ya no solo reciben la droga y la transportan hacia México, los hemos visto en disputas de poder local, masacres para venganzas, los hemos visto cooptando a los grupos guatemaltecos, diciéndoles que si quieren trabajar con ellos van a trabajar o que pueden entrar en un enfrentamiento. Además, hemos tenido información de que han estado extorsionando, amenazando y secuestrando a la población en algunos lugares para poder quedarse con sus propiedades, fincas, y esto ha sido casi a la luz pública, eso fue lo que sucedió en Petén, y el gobierno solo actuó después del asesinato de los 27 campesinos (en Petén). Creo que, como usted dice, Los Zetas están tratando de controlar, pero no han llegado a tener el control, y ahí tenemos la oportunidad de reducirlos y expulsarlos. Es un esfuerzo clarísimo, tengo muy claro lo que tenemos que hacer y lo que quieren hacer ellos. Sin llegar a los extremos de México, donde hay prácticamente una guerra frontal entre narcotráfico y ejército. Creo que su presencia aquí es mucho menos.

En México hasta antes de que llegara el presidente Felipe Calderón, los índices de homicidios eran mucho más bajos, y muchos estudiosos del tema aseguran que esto fue gracias a que, de diferentes formas, se negociaba con el narco, se arbitraba su actividad. ¿Usted negociaría con el narco?
No, no vamos a negociar con el narco, no pasa siquiera por nuestra mente una situación de esas. Estamos claros: con los narcos no se puede negociar, porque las cosas van a empeorar, y más tarde o temprano se necesitará un gobierno que le haga frente. Escuché y leí que en México existía la idea de que se podía administrar o combatir al narco, y que muchos gobiernos se fueron por la línea de administrarlo, y lo que vimos fue un crecimiento desmesurado. En Guatemala no le vemos ninguna viabilidad ni posibilidad de negociar con el narcotráfico, porque son los que están cometiendo el 40% de los hechos delictivos del país.

¿No le parece que una manera efectiva de hacer valer esta respuesta que ha dado sería comprometerse a revelar quiénes han sido los financiadores de su campaña?
Sí, estamos de acuerdo totalmente en hacerlo. A todos nuestros contribuyentes les hemos pedido que nos autoricen a revelar su nombre. La respuesta es que no, por varias razones: tenemos un gobierno que es capaz de utilizar cualquiera de sus instituciones de manera política, para hacerles daño; y la otra, son los niveles de seguridad que vivimos, y que si pongo mi nombre diciendo que aporté un millón de quetzales, seré sujeto de extorsión. Ahora, nosotros sí sabemos quiénes son nuestras fuentes. Autoricé solo a cuatro personas del partido para que recogieran fondos, y ellas saben de dónde viene ese dinero. Muchos nos critican porque ha sido la campaña más costosa, pero es la campaña que tiene las mayores posibilidades de ganar…

¿Cuánto ha costado?
No hemos superado el techo que el Tribunal Supremo Electoral nos ha puesto, que es de 48 millones de quetzales (unos 6 millones de dólares). Ahora, hace cuatro años, la campaña de nosotros fue diferente, y llegamos a una segunda vuelta donde alcancé casi el 48% de los votos, y fue una campaña con muy pocos recursos, donde nos tocó hacer milagros para ganarle al partido de gobierno, que derrochó dinero. Son procesos que se han dado en el país. No tenemos recursos del gobierno y no tenemos recursos del narcotráfico, porque nos hemos cuidado.

Poniendo la estabilidad nacional por encima de la seguridad de unos cuantos, como candidato, de ser elegido presidente, ¿se compromete a revelar quiénes financiaron su campaña?
Estaría en la mejor disposición de hacerlo, lo he estado, pidiendo a ellos que nos autoricen a dar sus nombres. Mal haría si ahorita me dicen que no y ya estando de presidente los revelo. Estando de presidente les pediré que me autoricen y revelaré aquellos que me lo permitan.

Usted habla de integración centroamericana. Para muchos, la integración no existe ni en los pasos fronterizos, y tildan a los organismos de integración de inútiles. ¿Qué opina de actividades como las del Parlacen?
Creo que esos organismos son importantísimos, tenemos que avanzar en fortalecer la institucionalidad que tenga como finalidad lograr la integración centroamericana. Más temprano que tarde nos daremos cuenta de que tenemos que hacer un mercado unido que despierte el interés de los grandes inversionistas, de Asia, de Estados Unidos, de Europa. Los centroamericanos debemos empezar a pensar con seriedad que la integración nos va a beneficiar a todos, guardando nuestras individualidades. La integración centroamericana cada día se hace más impostergable.

Estas cumbres presidenciales regionales, por ejemplo, ¿han parido acuerdos útiles?
Creo que se han ido dando pasos, no al ritmo que todos quisiéramos, pero se ha mantenido comunicación que ha permitido agilizar algunas cosas en beneficio de la integración. Hay que ser más agresivos y tener mejor disposición. No es fácil, porque cada administración está metida en el día a día en su país, les interesa responder a su país y no estar viendo qué pasa en los otros países, pero cuando nos demos cuenta de que esto nos beneficiará, vamos a tener un norte definido. Hay que fortalecer la institucionalidad que ya tenemos, porque lo otro que nos quedaría es desbaratar lo que tenemos, y eso es inviable.

Pongo un ejemplo. El 96% de los indocumentados que son detenidos en México, muchos de los cuales son violados, secuestrados, asesinados, vienen de su país, de El Salvador y de Honduras. Ante eso estamos acostumbrados a ver a cancilleres e incluso embajadores haciendo declaraciones tibias. Ninguno de los presidentes se pronunció enérgicamente para abanderar a la región en su reclamo. ¿Este es uno de sus compromisos, ser voz cantante?
Definitivamente, eso es necesario hacerlo. Sin querer afectar las buenas relaciones diplomáticas, las cosas hay que decirlas como son, y esa verdad no tiene que ofender a las autoridades mexicanas, sino que serviría para que se preocupen más por lo que sufren los inmigrantes, y esa vulnerabilidad la aprovechan incluso las mismas autoridades de México que han avalado y han sido ellas parte de los abusadores de los inmigrantes. Es una voz que la tenemos que levantar por dignidad por nuestros paisanos a quienes les están siendo violados sus derechos.

Pasemos a una parte más puntual. Según los cables de WikiLeaks publicados por Plaza Pública la semana pasada, el 18 de septiembre de 2007 usted desayunó con el entonces embajador estadounidense James Derham, y él reportó en sus cables que usted garantizó tener pruebas de que la campaña presidencial que puso a Álvaro Colom en la presidencia había sido financiada por el crimen organizado. ¿Por qué ha guardado tanto tiempo esas pruebas?
No le doy confiabilidad a los WikiLeaks, puede ser que sean ciertos o no, son reportes, informaciones, nosotros conocemos los procedimientos de los informantes, porque eso es lo que tienen, informantes que recogen información que puede ser cierta o no, yo no recuerdo ese desayuno, pero sí le puedo decir que la campaña presidencial que ganó Álvaro Colom, la UNE estaba comprometida con el narcotráfico, tenían pleitos internos, hubo asesinatos de sus diputados y correligionarios, hubo señalamientos graves de este grupo (Los Zetas) que no había estado en Guatemala, y llegó junto con Álvaro Colom, y uno de los principales que fue señalado, que era el que recibía el dinero de Los Zetas, y que estuvo en una posición muy cercana a Álvaro Colom, este señor que fue asesinado a balazos luego, Obdulio Solórzano (asesinado el 9 de julio de 2010 en la capital, ex director del Fondo Nacional para la Paz, expulsado de la UNE por malos manejos en la institución luego de haber sido de la dirigencia nacional de ese partido hasta 2009), el encargado de recoger dinero, son pruebas claras de que ahí había una relación con Los Zetas.

Le recalco que estos cables no eran recopilaciones de informantes de calle, sino un reporte donde el ex embajador relataba una conversación con usted. A menos que el ex embajador mintiera…
Yo no recuerdo si el desayuno sucedió o no ni si el tema salió o no, pero sí sigo sosteniendo que en la campaña de Álvaro Colom hubo dinero del narcotráfico, y ellos entraron con el gobierno de Álvaro Colom.

Esos cables también dicen que usted rechazó en 2003 el dinero que uno de los hermanos Mendoza, acusados de narcotraficantes, le hizo para su campaña.
Eso es totalmente falso, aquí no es que nos hayan ofrecido o no. De plano que la línea fue: 'Nada de narcotráfico'. Le pongo un ejemplo, cuando fuimos a la segunda vuelta (de las elecciones presidenciales de 2007), dos departamentos que estaban con el partido que estaba en el gobierno (de Óscar Berger, presidente de 2004 a 2008) no vinieron con el Partido Patriota: Zacapa y Guatemala. El de Zacapa no vino porque el encargado del departamento de Zacapa de la Gana (Gran Alianza Nacional, partido de derecha) vino a mí y me dijo que estaban dispuestos a ayudarnos si yo hablaba con Juancho León (narcotraficante asesinado en 2008 por Los Zetas), y yo le dije que no, y usted puede constatarlo, ese departamento se quedó fuera…

¡Vaya! ¿Así de explícitos son los contactos de los narcotraficantes guatemaltecos con la clase política?
Así es. Ese departamento fue el único que se quedó fuera, porque lo rechacé, pero averigua a quién se fue a apoyar, se fue a apoyar la campaña de Álvaro Colom y la UNE, y eso lo puedo asegurar, porque fue la condición que a mí me pusieron. Esos son indicios más que claros de que ellos sí aceptaron el dinero del narcotráfico.

El ex embajador dice eso, que usted le contó que rechazó el dinero, pero también dice que usted le comentó que quien le presentó a uno de los hermanos Mendoza fue su actual candidato a la alcaldía capitalina, Alejandro Sinibaldi.
No, no. Mire, estamos hablando de 2003, y ni campaña hicimos, no presentamos candidatura, a cuenta de qué iban a venir a ofrecerme dinero. Yo no presenté candidatura en 2003, y la Constitución me pedía cinco años después de haberme retirado para presentar candidatura, no estábamos levantando recursos aún. Quizá hay una mala interpretación, lo que podrá ser es que él quiso acercarse a la organización para ser miembro de la organización en el departamento de Izabal, y la organización lo rechazó. Estábamos empezando a conformar el partido, y Alejandro Sinibaldi fue el encargado de Izabal, quizá por eso lo mencionan. Y la línea fue: 'Gente que esté señalada no va con nosotros'. De ahí puede venir algún comentario de que alguno de los Mendoza quiso meterse en la organización, pero lo rechazamos.

El ex embajador también asegura en su cable que usted admitió que durante la guerra a aquellos indígenas que no bajaban de la montaña, los militares los reconocían como guerrilleros. Según la Comisión de Esclarecimiento Histórico que se creó con los acuerdos de paz, este fue el argumento por el que ocurrió la masacre de indígenas en Nebaj, en 1982. ¿Estamos ante la primera ocasión en la que usted da por cierta información de esa comisión acerca de la masacre?
En una forma muy resumida, lo que pasó es que en el área de Nebaj se polarizó la situación, y eso ocurría cuando yo llegué, y la polarización fue provocada por la misma guerrilla, allá estaba el EGP, que involucró desde los niños recién nacidos hasta los abuelos de 80 años, sustituyeron el poder local, mataron alcaldes, quemaron las alcaldías auxiliares, y pusieron los comités clandestinos locales. Ellos fueron a provocar estos niveles de violencia. Obligaron a la población a hacer tareas que ellos les ponían en sus aldeas y alrededores. Por eso ve la diferencia de lo que ocurrió por áreas. Allá en Petén o en la costa sur no encuentra esos señalamientos de familias o de masacres. La táctica que ellos utilizaban es que dejaban avanzar a la patrulla del ejército y cuando estaba en medio de la aldea empezaban a matar a los soldados, y la patrulla tenía que responder o se morían todos. De ahí esos niveles de violencia que se daban en las áreas del Ejército Guerrillero de los Pobres.

La pregunta es si encontró esta relación que hacía el ejército entre guerrilleros y población indígena que permanecía en sus aldeas.
Sí, cuando llegué, la polarización estaba dada. Estaban los que no quisieron bajar de la montaña y los que bajaron a las zonas urbanas, y las mismas familias decían: mire, allá se quedó mi familia y se quedó con la guerrilla. Ellos estaban involuntariamente con la guerrilla, no tenían a dónde ir ni cómo moverse, y todo lo que tenían estaba ahí. La interpretación que le di fue la correcta: ellos no están con la guerrilla, están forzados por la guerrilla. Las instrucciones fueron: vamos a ir a recuperar a la población civil…

¿O sea que cuando usted llega sí se encuentra esta situación de que el ejército veía como enemigos a algunas poblaciones indígenas que seguían en las montañas?
Más que como enemigos era una situación como la que le cuento… Yo llegué a hacerle sentir a la población que estábamos con ella. Se empezó a expandir la confianza, la gente empezó a salir a sus aldeas, el círculo se fue abriendo. Eso pasó cuando estuve, no hubo masacre, están equivocados quienes hacen esos señalamientos. Como saben que estuve ahí, dicen que hubo masacre, genocidio. Cuando estuve allá, al contrario, la gente se animó. Eso cambió la situación de guerra en el área Ixil.

Teniendo en cuenta este panorama, le pedí a diferentes voceros de organizaciones de derechos humanos una pregunta para usted. Y es esta: de ganar las elecciones, ¿estaría dispuesto a seguir las recomendaciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ayudar a reabrir el caso de la desaparición del guerrillero Efraín Bámaca?
Estoy dispuesto a cumplir con la ley. Ese caso fue reabierto tres, cuatro veces, hay un juicio que se siguió, duró ocho años y se pusieron al descubierto las grandes mentiras. Quieren venir a exigir que se hagan las cosas como ellos quieren que se hagan. Lo que le diría a los grupos de derechos humanos es que se hagan las cosas bajo la ley, que no se presten a juegos, a mentiras sin sustento, que los tribunales siguieron por nueve años el caso y fue sobreseído, que la resolución de la Corte Interamericana dice que se busquen nuevos argumentos para reabrir el caso, y que aquí no fui yo quien dije que no, fue la Corte Suprema y la Corte de Constitucionalidad estando yo fuera del poder. Querer seguir alimentando estas situaciones tiene un sesgo, fue la gente del gobierno la que se pasó diciendo que no me iba a poder inscribir como candidato, y fueron ellos los que se quedaron sin candidato. Se gastaron tres años y medio y siguen queriendo hacer señalamientos sin fundamento. Yo pasé sin derecho a antejuicio mucho tiempo, y no tuve miedo. Me retiré del Congreso de la República y estuve sin antejuicio dos años, más cuatro años de este gobierno, llevo seis años sin tener antejuicio. Estoy dispuesto a enfrentar cualquier cosa. ¿Si yo voy a permitir que se reabra? No soy yo, son las autoridades judiciales que no han estado influidas por Otto Pérez ni el Partido Patriota, el partido se salió de la votación de esos magistrados, no votamos por ellos.

¿Esto será recurrente si es elegido, tanto los acercamientos del crimen organizado como el asedio de parte de organizaciones de derechos humanos que creen que hay justicia pendiente en temas donde usted aparece vinculado?
Lo primero lo descarto, los grupos del crimen organizado no se nos van a acercar, se van a defender de mi gobierno, no vamos a permitir acercamientos. Lo segundo no me preocupa, porque a pesar de que estén haciendo señalamientos, tengo la frente en alto, no he violado derechos de ningún guatemalteco y no tengo por qué preocuparme.

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