Opinión /

Memorias del sandinismo


Lunes, 22 de agosto de 2011
Carlos Fernando Chamorro
'Ventanas en la memoria, recuerdos de la revolución en la frontera agrícola', el libro de la antropóloga Fernanda Soto, es un texto imprescindible sobre la memoria de la revolución sandinista y sus implicaciones políticas para el presente.

Basado en un trabajo de campo de varios años con los cooperativistas sandinistas y las comunidades campesinas en la zona de Siuna, la investigadora formula preguntas sobre la memoria de la revolución en la vida cotidiana, pero sobre todo tiene una extraordinaria capacidad de escuchar. La resultante se combina con una reflexión teórica rigurosa, que le permite analizar eso que llama 'el uso político de la memoria', y en particular la manera en como estas comunidades campesinas viven las emociones y sentimientos que se generan a partir de su propia vivencia en la revolución sandinista.

Se trata, por lo tanto, de una investigación novedosa que tiene implicaciones para explicar y entender la persistencia de ese fenómeno que ahora llamamos el 'orteguismo'. Un fenónemo político masivo que con frecuencia ha sido simplificado, ya sea por desconocimiento, por la falta de un análisis crítico, y por la tendencia a asimilar en las prácticas de la cúpula dirigente, asociadas al pragmatismo, la corrupción, y el verticalismo autoritario, con las de la mayoría de la gente que sigue aferrada a sus banderas políticas.

Ventanas de la Memoria es un texto escrito con rigor académico, y al mismo tiempo con la intención de incidir en el debate político actual, pero sobre todo refleja de principio a fin una gran honestidad intelectual. La lectura de este libro me sugiere muchas preguntas, que resumo en cuatro temas que quizás van más allá de los alcances del texto, pero espero que ayuden a animar la discusión pública.

Lo primero es cuáles son los mecanismos de reproducción de la memoria y cómo funcionan e interactúan con la realidad. ¿Cuál es la incidencia de la transmisión oral, generacional, y cuánta incidencia tiene el proceso que conduce la dirigencia política, a través de sus discursos y sus aparatos de propaganda, y la propia lectura que hace la gente de la realidad?

¿Cómo funcionaron estos mecanismos de reproducción de la memoria en los ochenta, durante la transición política, y ahora en esta nueva etapa del gobierno presidido por Daniel Ortega? ¿Es posible identificar esos mecanismos en la forma como una versión de la historia hoy está asimilando de forma masiva y acrítica una nueva generación de jóvenes que respaldan decididamente al comandante Ortega?

Lo segundo es que eso que en este libro se llama 'memoria de la revolución' esos valores, aspiraciones, vivencias, símbolos, y estructuras sentimentales, forman parte de lo que generalmente conocemos como cultura política. Siempre he pensado que la cultura política, no es completamente autónoma, no depende exclusivamente de la prédica de valores o creencias como la religión, no es un acto de fé, sino que se modifica en base a la práctica política, de acuerdo a las correlaciones de fuerza, y las crisis que se dan en el ejercicio del poder y de las instituciones.

Para poner un ejemplo, una persona puede tener un comportamiento democrático, no como resultado de una prédica de valores sino porque aprende a gestionar sus derechos participando a nivel local. Y también un dirigente autoritario, puede tener un comportamiento democrático cuando se ve obligado por una correlación de fuerzas, cuando no le queda de otra como aceptar el resultado adverso de una elección, o cuando se ve obligado a ceder una cuota de poder en una negociación.

¿Cómo cambia la cultura política del sandinismo, cuando está fuera del poder y ahora bajo al gobierno actual en el poder? ¿Hay una relación entre memoria política y cultura democrática y construcción de ciudadanía? ¿Se puede construir una cultura democrática en un proceso que privilegia el clientelismo y el debilitamiento de prácticas de construcción de ciudadanía?

La tercera pregunta tiene que ver con uno de los temas más fascinantes que se abordan en este libro y es la crítica de la memoria como apología del pasado, o de la falta de una visión crítica de la historia, y peor aún, la utilización de esa visión acrítica como un mecanismo de manipulación política.

¿Por qué se genera esa resistencia tan fuerte para tener una visión crítica de la historia de la revolución? ¿Es un mecanismo de sobrevivencia política, porque la gente no tiene otra alternativa política a la cual recurrir para lograr seguridad y protección? ¿Cambia esta actitud acrítica, cuando las personas, en este caso los sandinistas de base cuentan con un mecanismo autosostenible de mayor autonomía, o es simplemente una cuestión subjetiva? ¿O acaso se trata de un mecanismo de acomodamiento con el poder, ahora que esa entidad que se llama Frente Sandinista, ha regresado al gobierno?

Y también habría que preguntarse, porque este libro lo menciona, por qué la crítica de la revolución, no desde la derecha sino desde dentro del sandinismo, no ha logrado echar raíces masivas profundas y generar otra cultura política desde la izquierda y a la vez democrática.

Después de la derrota electoral del FSLN hubo una autocrítica oficial sobre el modelo político de los años 80 en la que se admitía la existencia de un proyecto democrático popular con una visión totalizante de la sociedad que resultaba intrínsecamente autoritario. El FSLN reconoció por primera vez que en Nicaragua no solamente hubo una guerra de agresión externa, sino también una guerra civil, propiciada por los graves errores y el autoritarismo de la revolución. Pero esta autocrítica nunca fue asumida integralmente por la dirigencia del FSLN en su conjunto, y por lo tanto no tuvo consecuencias políticas que pudieran derivar en una nueva lectura crítica de la historia, sino que desembocó en el debate de las corrientes del FSLN y la posterior división del FSLN primero en 1995, y luego, una segunda ruptura cuando se produjo el pacto Ortega-Aleman en 1999.

Entonces, está claro que existe una visión acrítica de la historia de la revolución, una memoria complaciente, que además es políticamente interesada, y que en esta nueva etapa del orteguismo con el monopolio absoluto de los símbolos del sandinismo, se atreve a reescribir parte de la historia para exaltar un protagonismo omnipresente de Daniel Ortega cubierto por una aureola mesiánico religiosa. Pero está menos claro por qué el discurso crítico de la revolución desde el sandinismo, con sus distintos matices ideológicos, no logró tener eco, continuidad y mecanismos de reproducción masivos.

¿Acaso este tiene que ver con la falta de coherencia de ese nuevo discurso, o simplemente con el hecho de que ese discurso se devaluó porque después de perder tres elecciones consecutivas, finalmente Daniel Ortega ganó la elección del 2006, aunque haya sido con menos votos que la ultima vez que perdió en el 2001?

Y la última pregunta está relacionada con las conclusiones de este libro, y lo que podemos aprender de éste. ¿Esta historia de las memorias de los cooperativistas de Siuna, responde a una particularidad de la frontera agrícola, o contiene verdades que se pueden extrapolar al resto del país, o al menos a las zonas rurales? ¿Es posible generalizar algunas de estas conclusiones, o tendrían que hacerse otros estudios de comunidades o sectores, como la juventud, por ejemplo, para entender como funciona la memoria política en el sandinismo?

Espero que estas no sean preguntas necias, y que por lo menos contribuyan a un debate que tanta falta hace en este país.

*Este artículo fue publicado originalmente en la revista Confidencial de Nicaragua

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