Opinión /

Después del fallo de la Corte


Lunes, 29 de agosto de 2011
Roberto Cañas

El magistrado de la Sala de lo Penal Ulices del Dios Guzmán dijo que, para la Corte Suprema de Justicia,  el caso de los Padres Jesuitas “está cerrado” porque la alerta roja difundida por la INTERPOL para la captura de los militares señalados por la Audiencia de España es solo una herramienta administrativa y además no existe una solicitud del Estado español para la extradición de los acusados.

El caso jesuitas no está cerrado. El fallo de la Corte abre otra etapa, en la que de nuevo se quiere decretar la amnesia y abre otra etapa en mas tarde o mas temprano planteará la necesidad de reconciliarnos con el pasado, aparecerá el pasado no resuelto con fuerza y será ineludible su tratamiento espero salgamos mejor librados que hoy que finaliza mal esta etapa.

El asesinato brutal de estos sacerdotes ha puesto de nuevo a El Salvador frente a su pasado reciente, la muerte de Ignacio Ellacuría, Segundo Montes,  Ignacio Martín-Baró, Amado López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y Elba Ramos y su hija Celina son el símbolo y representan el dolor de muchísimas familias  que recuerdan con dolor a sus seres queridos asesinados durante el conflicto armado y que todos los días los recuerdan y los  lloran con profunda tristeza, en particular aquellas madres que no conocen el paradero de sus hijos desaparecidos y no han tenido ni siquiera el consuelo de haberles podido dar cristiana sepultura.

Los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia fallaron a favor de los militares y se mantiene la impunidad; los que insisten en querer dejar las cosas en el olvido.Los que sostienen que no se puede hablar del pasado porque se abrirán las heridas momentáneamente están satisfechos con el fallo de la Corte:  era lo que esperaban.

Hoy la pregunta es: ¿Hacia dónde va El Salvador después del fallo de la Corte? ¿Se podrá algún día hablar del pasado sin despertar rencores y suspicacias? ¿Los jóvenes podrán tener como parte de su identidad el conocimiento de la historia reciente contada con objetividad? ¿Será posible construir una convivencia pacífica y solidaria, si los salvadoreños no  nos reconciliamos con el pasado?

Una sociedad democrática para estar completa, tiene que estar construida a partir de una conciencia del pasado. Una sociedad madura es la que tiene el valor de reconciliarse con el pasado, superar, digerir y cerrar sus heridas. Para construir un El Salvador democrático, es necesario recuperar la memoria histórica. Dar los primeros pasos para la reconciliación y eso significa, para empezar, devolver a las victimas su dignidad y la memoria a la que tienen derecho.

Reconciliación según el diccionario es restablecer la concordia o la amistad entre varias partes que estaban enemistadas: las conversaciones de paz buscaron  reconciliar a los bandos enfrentados, terminar el conflicto armado por la via política al mas corto plazo posible, impulsar la democratización del pais, garantizar el irrestricto respeto a los derechos humanos y reunificar a la sociedad salvadoreña cuestión que no está lograda.

El Salvador debe reconciliarse con el pasado y  construir su propio concepto de reconciliación,que no quiere decir  'perdón y olvido'. La reconciliación debe provenir del seno de la sociedad y no puede ser impuesta por el exterior.

La reconciliación en nuestro país será un proceso de largo aliento, que hay que decirlo con toda claridad no tiene un modelo o esquema a imitar, sino que será establecida por la dinámica específica que le den las fuerzas políticas y sociales cuando la voluntad política de reconciliación madure. No existe una sucesión preestablecida de etapas en el proceso de reconciliación. Existen, sin embargo, un cierto número de pre- requisitos que pueden ayudar a un proceso de reconciliación.

Primero el proceso de reconciliación no podrá avanzar, hasta que todos por convencimiento propio lleguemos a la misma conclusión: la democracia no puede avanzar si carece de memoria histórica, cuando la sociedad salvadoreña sea consciente que no puede ser amnésica, y que tiene que superar los resentimientos para ser una democracia fuerte.

La reconciliación no es posible sin la verdad y la justicia es un deber ineludible para la sociedad y el Estado salvadoreños, lo contrario significa ser cómplice de la injusticia ya infligida a las innumerables víctimas de la violencia. La verdad sin justicia lleva al cinismo y a la hipocresía, coadyuvando así a la elaboración de una nueva mentira. Por el contrario, la racionalidad de una justicia que defiende con especial interés a las víctimas repara, parcialmente, la irracionalidad de los victimarios.

Un verdadero proceso de reconciliación necesita de la reparación moral y material de las victimas La reparación del daño es un derecho de la víctima, y de sus familiares que deben ser resarcidos por los daños causados. La reparación del daño constituye una obligación del Estado.
 Por daño moral se entiende, “la afectación que una persona sufre en sus sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor, reputación, vida privada, configuración y aspectos físicos, o bien en la consideración que de sí misma tienen los demás”. La indemnización del daño material y moral causado, debe incluir el pago de los tratamientos curativos que, como consecuencia de la victimización, fueron y sean necesarios para la recuperación de la salud de la víctima si sobrevivió  y de sus familiares.

Aunque en la experiencia internacional se hace mayor énfasis en la reparación del  daño material por la facilidad para su cuantificación, es importante señalar la importancia que tienen los daños morales, ya que son los más graves y que producen profundos efectos psicológicos que alteran la vida normal de los familiares de la víctima.

Para el financiamiento de la reparación de los familiares de la victimas  el Estado tendrá que  eliminar los gastos públicos innecesarios  y considero debe disminuir los gastos militares. De tal manera que estas acciones se constituyan en las  fuentes principales de la financiación moral y material de las víctimas y sus familiares.

La responsabilidad del Estado en el camino de la reconciliación será elaborar y promover una política de reparación a las víctimas y sus familiares, cuyos objetivos prioritarios han de ser la dignificación de las víctimas.

Es necesario insistir en la reconciliación como fundamento de la identidad y de la cultura salvadoreñas en -la familia, la escuela y la Iglesia- en lo político y lo social se debe insistir en concretar la reconciliación nacional. No se puede regresar al pasado, sólo avanzar hacia el futuro. En este sentido, la reconciliación, tal como aquí ha sido planteada, adquiere gran relevancia, pues podría ayudar a devolver aquello que se ha perdido. Recordando que la vida debe ser comprendida mirando hacia atrás y ser vivida mirando hacia el futuro.

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