Opinión /

Democracia en Iberoamérica


Lunes, 29 de agosto de 2011
Luis Fernando Valero

Básicamente hay dos formas  de democracia: Las “democracias parlamentarias” en las que el pueblo elige al Parlamento, donde reside el Poder Legislativo, y el Parlamento nombra al primer ministro, que es la cabeza del Poder Ejecutivo, ello proyecta una línea vertical, el poder del Parlamento deriva del pueblo y el poder del primer ministro deriva del Parlamento; y las “democracias presidencialistas” en las que tanto el Presidente como el Parlamento tienen la misma fuente: el voto popular directo. Por ello se denominan democracias “presidencialistas”. Pero en estas segundas ¿Quién manda? ¿El Presidente o el Parlamento? Por ello en bastantes constituciones iberoamericanas hay un plazo fijado para ser Presidente de la Nación.

Esta situación como se observa está siendo modificada por algunos presidentes que cambian estos plazos para hacerlos más “populares” según ellos más “democráticos”. Por ejemplo los presidentes de Brasil, Chile, México, Perú, Colombia, Uruguay, han aceptado la limitación de los plazos. Otros como los de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, han levantado las barreras de sus plazos de origen.

En estos momentos nadie duda de que Iberoamérica ahora es más democrática que hace 50 años. Antes había democracias sometidas al imperio y éstelas legitimaba; decir que la Nicaragua de Somoza era democrática porque se hacían elecciones, era un chiste. El problema era que Somoza era “nuestro  hijo de puta”, como lo llamó un político norteamericano; decir que el Chile de Pinochet era democrático es una broma de mal gusto y así podríamos ir poniendo países del continente.

Hoy evidentemente hay países con una calidad democrática indiscutible, y si tienen problemas, ¿pues quién no los tiene?

En Hispanoamérica aún perviven demasiados tics de aquella época pues perduran los políticos que miraban para otro lado o  siguen estando enquistados en los aparatos de los partidos, como en Argentina o México.

En otros países, ante las aberraciones de algunos partidos políticos democráticos y la corrupción imperante, los pueblos creyeron en caudillos salvadores y los hicieron llegar al poder en aras de las masas empobrecidas, léase Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y tristemente esos líderes, en vez de profundizar en la democracia que los elevó al poder, se han dedicado a construir su propia 'democracia', personal, caudillista, expresada como un populismo difuso, mezcla de socialismo de nueva ola, etéreo, en el que convergen el indigenismo, el marxismo guevarista castrista con influencias de un cristianismo revolucionario, cuando no evangélico o dedicado a los dioses ancestrales de las culturas precolombinas o a los libertadores contra los españoles; pero la realidad es que esta democracia no está solucionando los eternos problemas sociales de los pueblos y sí, en cambio, está empobreciendo a las clases medias y llevando al país al caos por los pavorosos índices de violencia y corrupción que se están instalando en el país.

Por ello, tristemente, no se puede hablar de un crecimiento armónico democrático de Hispanoamérica, hay países como Brasil en los que la democracia se consolida y además lucha contra la corrupción, y encima saca de la pobreza a millones de compatriotas, igual se puede decir, con los matices adecuados a cada país, de Colombia, de Chile, Uruguay.

En otros países, formalmente democráticos, las estructuras del poder siguen manteniendo firmes las influencias del ejército, del poder judicial y en algunos se deteriora el ambiente por ser incapaces de poder atajar el avance de las mafias internacionales del narcotráfico, la trata de `personas, ya que sus ingentes beneficios económicos hacen que las masas empobrecidas consigan trabajos con salarios impensables en esos países. Ello es un cáncer en el nudo gordiano del crecimiento futuro, pues la juventud no observa horizontes  y el país va siendo invadido por ese cáncer maligno social que hemos señalado.

Si algo han logrado los altercados de Londres ha sido evidenciar que los países deben invertir masivamente en educación, por ello es más importante en estos momentos construir escuelas que construir autopistas, y en Iberoamérica luchar contra el caudillismo y el clientelismo y educar a los jóvenes en formas distintas  de hacer política para evitar que, cuando los jóvenes se integren a la esfera pública, no sigan actuando como muchos de los viejos políticos.

Debe reconocerse que algo no ha funcionado del todo bien en la zona cuando, después de 200 años  del proceso de  emancipación de los iberoamericanos, sobre 587 millones de personas 235 millones viven en la pobreza, y 94 de ellas malviven con algo más de un dólar diario.

Hispanoamérica tiene el inmenso lastre: que se refunda cada equis tiempo y comienza de cero demasiadas veces, llega el líder de turno y llama un  nuevo amanecer y todo lo hecho anteriormente no vale nada, hay que derrumbarlo.

Se inventan eslogan y consignas que se repiten una y otra vez como mantras que aniquilan la voluntad de las masas demasiado a menudo.

Si el futuro de Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua es la actual Cuba, después de 50 años de revolución, apaga y vámonos.

El peligro es que en esta Hispanoamérica de un mundo global algunos comiencen a despegar y otros no sean capaces ni de avanzar por la pista, pegados a un suelo movedizo y traicionero. ¡Hay que salir de esta trampa en donde se va de un extremo al otro cada lustro!.

Norman Birbaum, uno de los más connotados intelectuales de EE.UU, acaba de señalar que hay una traición de las elites intelectuales y políticas de su país ya que reniegan de actuar de forma autónoma, niegan en voz alta que estén dominados y sean serviles.   País, 15/8/2011>

Si esto dice este intelectual de su país, qué podría decirse de los iberoamericanos en algunos de sus países, que  están ausentes y eso es imperdonable en un mundo como el actual, con una crisis como la existente y en un mundo global.

Quizás sea el momento de que cada quien reflexione y deje de pensar que puede Iberoamérica hacer por mí, sino que puedo hacer yo por Iberoamérica.

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