Opinión /

Mes cívico


Lunes, 5 de septiembre de 2011
Roberto Cañas

El Ministerio de Gobernación dio a conocer el programa de la celebración del mes cívico, que es parte del “190 aniversario de la Independencia de Centroamérica, y que servirá como preámbulo al Bicentenario del Primer Grito de Independencia”. No hay nada nuevo: Ofrendas florales en la Plaza Libertad, el desfile cívico-militar; los empleados públicos cantarán el Himno Nacional en Casa Presidencial y el parqueo de la Asamblea; es más de lo mismo, es lo que han hecho todos los gobiernos por años. Lo único nuevo que se puede agregar es la preocupación del Ministerio de Educación por los trajes de las cachiporristas.

El Ministerio de Educación en vez de preocuparse por el tipo de  vestimenta de las muchachas en los desfiles debería de ocuparse en lograr que los estudiantes tengan  sentido de la historia. Todos debemos estudiar el pasado, como medio para comprender el presente y recordar que la independencia salvadoreña no fue producto de la lucha armada, de patriotas que batallaron por la emancipación como Bolívar, San Martin, Antonio José de Sucre, José Gervasio Artigas. La independencia de España en El Salvador y Centroamérica se dio sin guerras, sin un sólo combate, sin disparar un sólo tiro, sin héroes ni muertos. La separación de España fue producto principalmente de causas externas que fueron manipuladas hábilmente por los intereses criollos.

Los jóvenes deberían preguntarse: si se puede denominar Independencia a la proclamación de una Acta, discutida y redactada por las mismas autoridades coloniales y los criollos principales en ciudad Guatemala y el resto de Centroamérica a partir del 15 de septiembre de 1821, Independencia que dejó en sus puestos a las mismas autoridades españolas y conservó en esencia las mismas leyes e instituciones coloniales.

No se debe de ocultar que el  “Acta de Independencia” del 15 de septiembre de 1821 ni siquiera establece la Independencia de Centroamérica, sino que pospone la decisión sobre este asunto, delegándolo a un Congreso que se reuniría en 1822. En realidad, el acta del 15 de septiembre de 1821 solo fue una obra de los hijos de españoles nacidos en Centro América para impedir que la Independencia tuviera otros alcances.

Con el acta del 15 de septiembre se buscaba mantener el régimen colonial, con las mismas autoridades, solo que ya no tendrían que rendir cuentas a España. la Independencia misma solo fue un recurso desesperado para “prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase el mismo pueblo como lo dice la misma “Acta de Independencia”: “1º Que siendo la independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Político lo mande publicar para prevenir las consecuencias, que serian temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.

Si de independencia estamos hablando no debemos olvidar que el 22 de diciembre de 1822, estuvo en grave peligro cuando un grupo de liberales encabezados por el P. José Matías Delgado, propusieron a la Asamblea Legislativa la anexión de El Salvador con los Estados Unidos de Norteamérica, después de lo cual, salieron cinco prominentes liberales hacia Washington, pero ante la derrota del ejército salvadoreño y el derrocamiento de Iturbide, desistieron del intento a pesar de haber permanecido cerca de cuatro meses en la capital norteamericana.

El presidente Funes en su discurso del 1 de septiembre planteo que “estas celebraciones son una oportunidad para retomar las grandes preguntas que debemos formularnos como país y como sociedad que comparte un mismo pasado, pero sobre todo, un futuro común por construir. Que es momento propicio para plantear de nuevo, esas grandes cuestiones y para buscarles respuesta entre todos. ¿Qué tipo de sociedad queremos”? y continuo diciendo “Les pido que piensen en grande para que grande sea el futuro que podamos construir juntos”.

De acuerdo, hay que retomar las grandes preguntas y darles respuesta y también hay que pensar en grande. El tipo de sociedad que queremos es una donde se pueda asegurar a los habitantes de la República, el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar económico y la justicia social. Una sociedad donde toda persona tenga derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad, a la seguridad, al trabajo, a la propiedad y posesión, y a ser protegida en la conservación y defensa de los mismos.

La independencia es la situación de un país que no está sometido a la autoridad de otro. Grande es el reto que tenemos los salvadoreños para conquistar la independencia, que pasa por diversificar nuestras relaciones internacionales, el comercio exterior, encontrar la forma de recuperar la soberanía alimentaria y monetaria.

Pensar en grande significa aspirar a que la inversión que el gobierno haga en educación tenga un rango constitucional y en la Carta Magna se defina que en la educación pública, incluida la educación universitaria, el gasto público no sea inferior al siete por ciento (7%) anual del producto interno bruto.

Pensar en grande significa que los alumnos de las escuelas públicas tengan acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicaciones y se entregue a cada alumno y cada maestro de las escuelas públicas de todo el país una computadora portátil. Que permita a El Salvador la reducción de la brecha digital, la inclusión y la equidad en el acceso a la educación. El objetivo a largo plazo sería promover la justicia social mediante la promoción de la igualdad de acceso a la información y herramientas de comunicación para todo el estudiantado.

Pensar en grande en el ámbito político significa aprobar la ley de partidos políticos, el voto en el exterior, la despartidización del Tribunal Supremo Electoral, los Concejos Municipales pluripartidistas de lo que se trata es de profundizar la democracia.

Y finalmente pensar en grande significa contar con un modelo económico que permita crear riqueza y empleos dignos para todos y que los salvadoreños no tengan que abandonar el país para buscar en otra nación lo que aquí se les niega.

Desear tener soberanía e independencia no es malo, es indispensable en el momento actual, ser independiente, significa no estar subordinado a ninguna autoridad extranjera. El Estado de El Salvador se debe organizar internamente sin interferencias extranjeras, dictar disposiciones a los ciudadanos y establecer las relaciones que mantendrá con los demás países en función de los intereses nacionales. Hoy podría decirse que la soberanía se reduce a un solo elemento: No estar bajo la dependencia de ninguna nación extranjera por poderosa que sea.

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