Opinión /

Si Steve Jobs hubiera nacido salvadoreño


Lunes, 10 de octubre de 2011
Héctor Lindo

¿Qué hubiera ocurrido si Steve Jobs hubiera nacido en El Salvador? Jobs era de origen árabe, profesaba el budismo, usó drogas sicodélicas y fue un capitalista que cambió el mundo (esta oración se la debo “in toto” a Juan Cole). ¿Era esa una combinación de características apropiada para el medio salvadoreño de la época?

 Una carrera como la de Jobs se puede concebir solamente si pensamos en la combinación de un enorme talento natural y circunstancias favorables para su desenvolvimiento. ¿Le hubieran permitido desenvolverse las circunstancias salvadoreñas? Veamos qué prometen las estadísticas salvadoreñas para un genio de origen árabe, sin capital ni conexiones, nacido en El Salvador en 1955.

Para empezar los más probable es que hubiera nacido en una zona rural donde vivía casi dos terceras partes de la población en 1950. En ese caso su escolaridad no hubiera pasado de la primaria (“Lo siento señora Jobs, el cipote es inteligente pero la escuela sólo llega hasta el tercer grado. Solo que lo mande caminando un par de horas al día a la escuela del pueblo.”) Hay una buena probabilidad de que hubiera empezado a trabajar en faenas agrícolas a partir de los diez años, como lo hacía la tercera parte de los niños rurales de la época. 

Digamos que el niño Steve tuvo la oportunidad de crecer en San Salvador, en esos años la migración a la capital era bastante alta. En ese caso las oportunidades educativas hubieran sido mucho mayores, para 1961 solamente el 40% de los hombres rurales era alfabeto, en contraste con el 73% de los hombres urbanos. Aún así, sus principales oportunidades de trabajo hubieran sido como obrero en una fábrica o en la industria de la construcción.

Digamos que con suerte Jobs hubiera logrado la misma escolaridad que tuvo en la vida real (solamente un año de universidad) y hubiera llegado al punto de querer empezar un negocio de computadoras en el garaje de su casa con el equivalente salvadoreño de su amigo Steve Wozniak. ¿Hubiera obtenido crédito en un banco? (“Buenos días señor Jobs, ¿de cuáles Jobs me dijo que era? ¿Es pariente de la niña Teresita Jobs? ¿No? Hmmmmm”).

 Jobs era un tipo poco convencional con la mente abierta a ideas nuevas y experimentó con drogas sicodélicas. ¿Hubiera logrado establecer las relaciones comerciales para triunfar en la sociedad de la década de los setenta? (“Mirá, aquí viene ese turquito marihuanero, tené cuidado, ya sabés cómo son esos babosos”.) ¿Hubiera podido asistir a las reuniones sociales donde se discuten los negocios más importantes? (“Lo siento, pero es política del Deportivo no admitir turcos, y mucho menos desconocidos como usted. Discúlpeme. Hola Don Fulanito, pase adelante, no, no, no era nadie, su papá lo espera en la piscina”).

Bueno, siempre hay formas de encontrar apoyo, aunque sea poco convencional, pero una vez establecido el negocio, ¿hubiera podido crecer sin influencia política? (“Señor Ministro, ya llegó Don Fulanito y quiere discutir el proyecto de ley sobre importación de materias primas. ¿Qué quiere que le diga a ese señor Jobs que tiene ya tres meses de estar pidiendo cita? Dicen que es budista, eso rima con comunista.”)

Hay que ser optimista, tal vez el joven Jobs hubiera podido superar todos los obstáculos que encontraban las personas sin capital heredado ni conexiones sociales y políticas. Para lograr que creciera el negocio el siguiente paso hubiera sido instalarlo cerca de un sistema universitario que gradúa profesionales capaces de pensar independientemente, capaces de seguir aprendiendo en un campo totalmente nuevo. Profesionales que saben pensar ideas abstractas y comunicarlas. Ingenieros, administradores, y diseñadores con visión de futuro. ¿Son esos los profesionales que forma nuestro sistema universitario?

¿Dónde estaría el Steve Jobs salvadoreño ahora? (“A saber, la última vez que lo vi fue el ochenta y pico, pero como muchos otros nunca volví a saber de él”. “Dicen que durante la guerra se fue a Los Ángeles pero como no tiene papeles trabaja de mesero”).

Afortunadamente todo ha cambiado, ¿o qué creen los lectores? 

 

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