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Buseros 9, viceministro 5

El viceministro de Transporte, Nelson García, cree que por fin está recogiendo los frutos de días de negociación con los buseros. Esos frutos, sin embargo, no se ven, y lo reconoce el principal responsable. “Usted no se imagina cuánto se tarda armar un proyecto”, dice. Ocho meses después de un acuerdo de 14 puntos, solo hay cumplimiento en cinco. Y, para mientras, los pasajeros siguen sufriendo en silencio.


Martes, 22 de noviembre de 2011

El sistema de transporte público sigue en el primer gobierno de izquierdas sufriendo las penurias crónicas que lo caracterizaron los 20 años anteriores: “A nadie le queda duda de que el transporte tiene serios problemas y eso es evidente. Solo hay que montarse en una unidad de transporte y uno se da cuenta de que hay deficiencias”, admite Nelson García, viceministro de Transporte, exdiputado del FMLN. “El sistema es deficiente, no solo por el tipo de unidad, sino por el servicio y por las leyes que son incumplidas con frecuencia. No es una cuestión nueva”.

Las frases vienen del mismo funcionario que en marzo pasado también dijo que la tolerancia al incumplimiento de la ley de tránsito se había agotado, y que a partir de entonces la autoridad sería respetada. “Que los transportistas le hayan doblado el brazo a las anteriores administraciones no significa que lo vayan a hacer con nosotros”, dijo aquella noche García, quien lleva ya 26 meses en el cargo.

Minutos antes de aquellas declaraciones de marzo, los transportistas y el gobierno habían acordado que se respetaría, al menos, lo elemental de la ley de tránsito recogido en 14 puntos. El gobierno sentenció que quien no cumpliera se quedaría sin el subsidio al diésel que al Estado da mensualmente por cada bus y microbús y que suma 11 millones de dólares cada seis meses. Por aquellos días, 19 salvadoreños acababan de fallecer y otros 200 habían resultado heridos en cinco accidentes provocados por el transporte público.

Aquel ultimátum no fue lo que parecía. Desde marzo, solo cinco de los 14 puntos se han cumplido hasta ahora: la carnetización, la escuela pública de manejo, el pago escalonado de esquelas, el call center para denuncias (teléfono 117) y el despeje del centro histórico de San Salvador. Y, por el contrario, los que no se cumplen y no dan signos esperanzadores son dos: el seguro para daños a terceros y las revisiones mecánicas.

Que el cumplimiento de los restantes siete compromisos ocurra depende de la voluntad de los transportistas o de que el proceso haya finalizado. Instalar reguladores de velocidad, respetar las paradas de buses, conducir con la puerta cerrada, no sobrecargar el vehículo... son aspectos que dependen del motorista o su jefe. Pero en el caso del Sistema Integrado Prepago (Sipago), que todavía está en diseño, depende de los lentos procesos administrativos. Los últimos dos acuerdos son el resultado de mezclar un sistema colapsado y una autoridad con pocas manos: los operativos policiales “intensivos” para verificar el cumplimiento de los otros 13 puntos apenas se dan dos veces por semana, y el combate a la competencia ilegal y desleal no se ejerce de manera masiva, según confirma el viceministro.

Con tantos temas, ¿es posible alguna mejora? García explica que siempre habrá un pelo en la sopa. “Nosotros podemos decirle a los motoristas que tienen que parar en lugares autorizados, que tienen que respetar la velocidad, que tienen que tener cerrada la puerta, pero aun cuando esto es parte de las dificultades, el problema va más allá”.

Cambiemos la pregunta: ¿El VMT puede ver más allá? García pide paciencia. Menciona que en abril comenzará la construcción del Sitramss (que conectará buena parte de los municipios del Área Metropolitana de San Salvador) y en el primer trimestre de 2012 entrará en marcha el Sipago (que obligará a los usuarios a pagar con tarjeta y no más con efectivo). “Esto no es como quitarse una camisa y ponerse otra. La gente que no ve los cambios es porque no sabe que esto es un proceso”, dice.

El día en que anunció el Sipago, García enfatizó una y otra vez que el gremio del transporte “ahora sí” estaba unido. ¿Es una cohesión auténtica? García dice que el Viceministerio necesita que los transportistas sigan unidos como en los últimos meses, muestra de ello es la juramentación de la directiva de Sipago, donde están las caras más visibles (no todas) de los transportistas salvadoreños.

Y a pesar de ser la máxima autoridad por ley en materia de transporte, el viceministro quiere dejar claro que su autoridad  tiene límites: “A mí me gustaría que distinguieras cuál es el papel nuestro y cuál es el de las otras instituciones”. Así responde cuando se le cuestiona sobre los esporádicos operativos policiales para controlar el tráfico del transporte público, o cuando se le echa en cara la deuda de la Asamblea Legislativa al haber prorrogado por enésima vez la vigencia del seguro obligatorio por daños a terceros.

García concedió una entrevista la semana pasada a este periódico. El Faro confrontó lo dicho por el viceministro con usuarios del transporte público que durante la mañana y la tarde del viernes 4 de noviembre se encontraban en el centro de San Salvador, en las cuatro áreas donde los buses y microbuses confluyen en el centro capitalino: el Parque Infantil, el Parque Bolívar, el parque San José y la zona del excine Apolo. Los usuarios no siempre comparten la visión optimista o la evaluación positiva que el viceministro hace de su labor y de la evolución del problema del servicio de transporte de pasajeros. En realidad, la gran mayoría contrarían la visión de García, pero decidimos acompañar las respuestas del funcionario con comentarios de usuarios en controversia y algunos en coincidencia.

Este es el resultado:

1. Pregunta al viceministro Nelson García:

Hace ocho meses lo entrevistamos y nos decía que por primera vez se estaba comenzando un proceso de transformación del sistema de transporte. Hoy su respuesta es idéntica. ¿Hay algo que pueda catalogarse como logro en su gestión?

Respuesta del viceministro:

Hay cosas que no se hicieron nunca durante los gobiernos de Arena y que ahora por fin estamos haciendo nosotros. Hay temas tan sencillos como la carnetización de motoristas. Ese proceso tuvo que haber comenzado en 1996 y nadie lo hizo, pero ahora nosotros sí. Este proceso debe fortalecer al VMT, pero es un aspecto que la gente en el bus no ve.

La pregunta a los usuarios y sus respuestas:

¿Ha visto algún cambio importante para mejorar el sistema de transporte público?

'Es bien mínimo el cambio. A mí me afectó que sacaran las rutas del centro de San Salvador. A mí me ha quedado todo extraviado, aparte de eso han buscado orillas y ahí no hay nunca un policía que esté… Vaya, por ejemplo (señala un microbús de la ruta 42), se quedan bastante rato y obstaculizan al que quiere otro bus. Debería haber más policías en las paradas para que los hagan respetar la ley'.

Marti Guardado, 40 años. No pudo abordar la ruta 29 porque la buseta paró solo por unos segundos en el carril más alejado de la parada de buses para que tres o cuatro personas bajaran. A los 8 minutos, otra buseta de la 29 paró a media calle, igual que la primera. Marti caminó apresurada entre el espacio que dejaron dos busesy el humo para abordar su microbús. 1a. Calle Poniente, entre la 6a. y 4a. Avenidas Norte. 

“No, yo no he visto ningún cambio. Fíjese: hay unas unidades que cobran las mismas tarifas y andan todos los asientos deteriorados. Otros, que no le dan tiempo a uno de bajar. Por donde yo vivía, mataron a un zapatero de mi edad, pues no lo dejaron que se bajara, lo atropellaron y se murió. Y las unidades a veces se les descomponen en el camino y lo retrasan a uno”.

Margarito Pineda Lemus, 64 años. Esperó 12 minutos su bus de la ruta 22. Se dirigía hacia la colonia Santa Clara, en San Jacinto. Venía de pagar deudas en los bancos del centro de San Salvador. Avenida España, entre la 8a. y 10a. Calles Oriente.

“Sí, el cambio más importante es que los buses pasan de manera continua, el usuario no tarda mucho en las paradas de buses, aunque sí se mira un poco de desorden en cuanto a la circulación. En el caso de donde estamos parados, la ruta 1, la 10, la 26, la 17, la 22, muchas veces los buses van de paso, como que hay un poquito de desorganización. Por lo demás, creo que hay un buen servicio”.

Miguel Ovidio Ruiz Prieto, de 55 años. Es un vendedor informal que todos los días transita entre San Jacinto y el centro capitalino. Mientras respondía las preguntas, dos buseros sonaron el pito para dedicarse 'la vieja'. Avenida España, entre la 8a. y 10a. Calles Oriente.

2. Pregunta al viceministro:

Los transportistas siguen incumpliendo la ley. ¿Qué pasó con el ultimátum que usted les dio?

Respuesta del viceministro:

A las personas se les olvida que estos son procesos y que los problemas no se resuelven de un día para otro, esto se llama la realidad. Quizás los cambios no se vean pero, ¿qué creés que hemos estado haciendo? Hemos hecho todo lo necesario para que el BID aprobara el préstamo que autorizó el 14 de septiembre para instalar el Sitramss. La gente puede decir que hasta el otro año comenzamos a construir y que en todo el año previo no hicimos mayor cosa. Lo que no saben es todo lo que hubo detrás. Ahorita ese plan está en la fase de diseño de detalles, o sea, paradas, puntos de buses, etcétera. 

La pregunta a los usuarios y sus respuestas: 

El gobierno dice que lograr cambios en el transporte público no es como quitarse una camisa y ponerse otra, sino que es un proceso largo. ¿Usted qué piensa?

“No es cuestión de procesos. En realidad, si el gobierno hiciera más énfasis en el transporte sí lo podrían arreglar, pero ellos, a veces, dejan a un lado lo más importante para hacer cosas, digamos, más personales”.

Alirio Sinaí Juárez, 30 años, se dirige hacia la Plaza Las Américas y viene desde Apopa, al norte de la capital.

“Es entendible que sea tardado, ¿veá?, no se va a educar a alguien que tiene 25 años de un día para otro. Creo que se tendría que educar primero a los motoristas y también a nosotros, sobre cómo vamos a tomar el bus”.

César Quezada, de 28 años. Vive en San Luis Mariona, desde donde viaja todas las tardes hacia Santa Tecla. Para abordar su bus, esperó 15 minutos en la acera de la 5a. Avenida Norte, entre la Alameda Juan Pablo II y la 9a. Calle Oriente.

“Eso sí, pues, porque de la noche a la mañana no se van a venir a cambiar las cosas, no se va a venir a poner orden. Tiene que llevarse su tiempo, y todo debe ocurrir a su debido tiempo. Aunque sería bueno que los transportistas hicieran lo que el gobierno les ordena, ¿verdad?”

Delmy Aracely Martínez, de 31 años, justo antes de abordar la ruta 22, sobre la Avenida España.

3. Pregunta al viceministro:

Tomando en cuenta el panorama de irrespeto a la ley que usted mismo describe, ¿dónde están su autoridad y la del gobierno?

Respuesta del viceministro:

La autoridad está aquí, y no solo eso, hacemos prevalecer la ley, y hemos dado muestras de ello. Claro, el que lo quiera ver, que lo vea, y el que no, posiblemente, va a ver otra cosa. Aquí prevalecía la voluntad de las personas sobre la ley, partiendo de los exfuncionarios, que antes no pedían que se carnetizaran los motoristas, que se identificaran, que tuvieran gobernadores militares, que sacaran los buses del centro. Sencillamente, no existía autoridad; ahora sí. Pero la solución va más allá de que los buses sean nuevos. Es un problema más de fondo, en cómo está estructurado un sistema que no responde a las necesidades de la gente. Nosotros podemos decirle a los motoristas que tienen que parar en las zonas autorizadas, que conduzcan a cierta velocidad, que mantengan la puerta cerrada mientras están en marcha, pero aun cuando esto es parte de las dificultades, el problema no se resuelve solo con eso.

La pregunta a los usuarios y sus respuestas:

El gobierno dice que ahora los transportistas sí respetan la autoridad y la ley. ¿Qué piensa de eso?  

“Pienso que no es cierto, porque, igual, los motoristas se saltan los semáforos en rojo y andan parando en cualquier lado, no es que solo se detengan en las paradas reglamentarias. A los motoristas les da igual, siempre incumplen la ley”.

Jonathan Martínez dice que se dirige hacia Santa Tecla, monta una 42, por lo menos 25 minutos después de haber llegado a la parada sobre la 1a. Calle Oriente.

“No, eso de que respeten la ley no es cierto. No respetan y, a veces, a algunos, por decirlo así, les vale que les pongan esquelas. Tal vez ha sido alguna mala parada, por llevar la puerta abierta... algunos así son porque así es el modo de ellos, que les vale”.

Jéssica Ramos, de 19 años. Está esperando el microbús dentro del punto de la ruta 17, a un costado de la Plaza Gerardo Barrios, en San Salvador. Los microbuses aquí salen de cuando en cuando y esperan a que se llenen para emprender el viaje. Jéssica no pudo abordar el primer microbús que salió de la terminal cuando ella llegó. Tuvo que esperar al siguiente.

“Ha habido cambios, pero no mucho. Pero hay cosas que afectan, como cuando sobre la carretera de Ilopango el motorista viene manejando bien y, entonces, los policías paran de manera innecesaria el transporte. ¿Por qué lo paran? No le ponen esquela, hacen perder el tiempo a la gente, porque todos tienen un horario. Está mal que los paren innecesariamente. Ahí está malo, no hay explicación, no hay por qué”.

Ciudadano de 58 años que pidió que no se incluyera su nombre. Se bajó a media calle de un bus de la ruta 9.

4. Pregunta al viceministro:

Usted decía que el gremio de transportistas estuvo desunido, atomizado por mucho tiempo. ¿Qué lo hace pensar que ahora sea distinto?

Respuesta del viceministro:

El fortalecimiento empresarial es una de las áreas de nuestro trabajo en el proceso el VMT ha emprendido. Lo definimos así porque en el país siempre ha habido una clase empresarial atomizada, siempre fraccionada, y hubo esfuerzos para mantenerlos separados. Lo que pasa es que los transportistas actúan con base en la desconfianza que tienen entre ellos. En ningún momento de la historia de este país había existido un espacio de discusión entre el gobierno y los transportistas, y que funcionara de manera permanente como la mesa de diálogo que pusimos en julio de 2009. Nos reunimos una vez por semana para discutir los temas. Eso ha permitido que no tengamos los paros que teníamos antes, aunque ha habido intenciones. Lo han intentado tres veces, y lo que han hecho nada más es que han parado 140 unidades, o lo más 230 de las 10,500 que son. Los transportistas tienen un interés en unirse porque Brasil ha ofrecido un préstamo para renovar flota, y como requisito pidieron que los empresarios tuvieran un fideicomiso donde pusieran todas sus tarifas y que les serviría de garantía de préstamo que iba a dar el BID.

La pregunta a los usuarios y sus respuestas:

¿Cree que ha servido de algo que el gobierno tenga desde 2009 una mesa de diálogo con los transportistas?

“Como que no es eficaz, no son efectivas las reuniones, de puro gusto. No se ve nada de buenos resultados, pues”.

Saúl Chacón, de 41 años. Todos los días aborda los microbuses de la 38 que ingresan al centro capitalino por el este. Hoy va a Santa Tecla. Está esperando la ruta 42 sobre la 1a. Calle Oriente. Dice que la mala condición del transporte público es evidente en los reportajes periodísticos pero que él, como usuario, quizás ya se acostumbró.

“Honestamente, no sé, porque yo no veo ningún cambio, el único que veo es que les han mandado a sacar ese carné, que también es un negocio para el gobierno, a saber cuánto le sacan a la pobre gente. Pero mire... en realidad, son malcriados, suceden muchas cosas también: por ejemplo, a cada rato los matan, no tienen seguridad tampoco”.

Claudia Samayoa, 38 años. Vive en La Cima y va para Santa Tecla. Ella y su esposo comparten un vehículo particular, pero cuando Claudia viaja al centro, lo hace casi siempre en bus debido al tráfico. El bus que la debe llevar a Santa Tecla no paró donde debía, sino que a media calle, así que Claudia lo perdió. 11a. Avenida Sur, entre 4a. Calle Poniente y Calle Rubén Dario.

“Para mí eso es bastante bueno porque ahí se pueden concretizar ideales que antes no habían existido, y pues sí, eso lleva más que todo a que haya cambios y que se puedan llegar a conclusiones y mejorar lo que falte de mejorar, porque es cierto, no todo es bueno”.

Miguel Ovidio Ruiz Prieto, de 55 años. Avenida España, entre 8a. y 10a. Calles Oriente.

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