Opinión /

¡Medio ambiente o morir!


Lunes, 7 de noviembre de 2011
Mauricio Silva

El titulo de este artículo no es un eslogan, es la dura realidad que nos la recuerda, una vez más, la reciente tragedia nacional causada por la depresión tropical: o nos preocupamos por restablecer y cuidar nuestro medio ambiente o seguirán muriendo salvadoreños, miles sufrirán pérdidas económicas y personales severas, nuestra economía e infraestructura seguirán siendo golpeadas significativamente y seguiremos sin poder estabilizar nuestras finanzas públicas.

El informe de la CEPAL “Evaluación de daños y perdidas en El Salvador ocasionados por la depresión tropical 12E”, cuyo borrador acaba de publicarse, dice que la historia reciente de lluvias “apunta a un cambio en la conducta del clima, producto de los efectos adversos del cambio climático.” La responsabilidad del cambio radica sobretodo en los países industrializados. Nosotros contribuimos mucho menos a las causas del cambio climático pero absorbemos los mayores costos, durante la tormenta reciente en 10 días llovió en nuestro país lo equivalente a un año en los EUA. Pero también debemos reconocer que parte de la culpa es nuestra por los efectos adversos de la contaminación que producimos.

La evaluación de daños y pérdidas realizada por la CEPAL señala que “los desbordamientos se asocian no solo con los registros de pluviometría sino también con la sedimentación acumulada en los lechos de los ríos”. Esa sedimentación viene de los suelos no protegidos, lo que en parte se debe a las talas de arboles y a muchas malas prácticas ocupadas en las siembras de cultivos básicos. Los suelos desprotegidos no solo no ayudan a absorber el agua lluvia sino que también contaminan el agua que va a los ríos disminuyendo su capacidad de transportar agua. El recién publicado informe de desarrollo humano del PNUD refuerza lo anterior señalando que la tala de bosques es un factor que afecta el desarrollo por sus efectos negativos en el medio ambiente.

El cambio climático ya está afectando al país y a la región centroamericana. Ello produce fenómenos que no necesariamente alcanzan categorías de huracán, ahora eventos más sencillos como bajas presiones provocan lluvias torrenciales como la reciente, con graves impactos en el territorio nacional. Esos fenómenos han aumentado significativamente en El Salvador, según el informe de la CEPAL se registró uno en la década de los 60, otro en los 70, dos en los 80, tres en los 90 y siete en la primera década de este siglo. Este es el año más copioso en la historia del país. El mes de octubre ha sido record tanto en varios puntos específicos del territorio como por evento. 

Los costos de estos fenómenos para el país son impresionantes, solo por la reciente tormenta esos costos son: 34 muertos, 56,400 evacuados, perdidas hasta del 30% de la cosecha de granos básicos. Según la CEPAL los daños y pérdidas ascienden a más de $ 840 millones, casi un 4% de lo que producimos en un año. De ese total el 74% corresponde a propiedad pública. El mismo informe dice que “como resultado del desastre se espera una reducción de 0.7% en el crecimiento del PIB”. Los más afectados por los desastres nacionales son siempre los pobres, en sus cosechas, en sus viviendas, en su salud. Ello se debe a la pobreza en que viven que los obliga a habitar en suelos de alto peligro, a sembrar cultivos básicos con prácticas de subsistencia, a cocinar con leña, a no abandonar sus viviendas cuando deberían por miedo a perder todo lo que tienen, etc.

Con un porcentaje mucho menor de los costos de las tragedias de los últimos años, y como parte de la solución, podemos revertir los deterioros en nuestro medio ambiente, disminuir significativamente el deterioro de los suelos y- por tanto - las sedimentaciones, podemos introducir técnicas apropiadas para cultivar y para cocinar, y proveer de soluciones habitacionales más seguras. Otra parte de la solución tiene incluso un costo menor y es el de en forzar las leyes obligando a respetar los códigos de construcción, del medio ambiente y los estándares de emisión de autos y de la industria. Parte integral de ese enfoque debe ser reforzar la lucha contra la pobreza, elemento esencial para recuperar el medio ambiente y base de cualquier desarrollo humano. De hacer eso podemos no solo tener un país más seguro y evitar más tragedias humanas, si no también pensar en un nuevo modelo económico que incorpore la naturaleza, el desarrollo económico local y el ecoturismo, como parte de los motores de nuestro desarrollo económico. 

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