Opinión /

Tecnócratas vs. demócratas


Martes, 15 de noviembre de 2011
Luis Fernando Valero
La actual crisis es política y como tal es su solución, si se intenta resolver como se está haciendo, no se saldrá adecuadamente de ella y se corre el inmenso peligro de desmontar y recortar derechos que han tardado muchos años en conquistarse, y eso es, un flaco servicio a la democracia

Cuando parecía extinguido el término “tecnócrata” y lo que se  llevaba era ser demócrata, de golpe resurge el término y con un tono salvador, digno de mejor causa.

El término nacido en los años 1930, impulsado por la actividad industrial, teóricamente carece de ideología y su definición nos viene dada por el filósofo y sociólogo francés del siglo XIX  Claude Henri Rouvroy, que definió:'Todas las ciencias, no importa de la rama que sean, no son más que una serie de problemas que solucionar, de cuestiones que examinar, y se diferencian entre ellas sólo por su naturaleza”

Incluso hubo quien señaló como Claudio Finzi que  “En la mentalidad tecnocrática racionalidad y verdad están indisolublemente unidas”.

Con este bagaje ante el caos generado por la crisis y que los políticos no están siendo capaces de solucionar se ha abierto la veda a los tecnócratas ya que en el panorama, han sido devorados políticos demócratas que llevan años en el poder o tenían carreras democráticas amplias: Papandreu, Berlusconi, Sócrates, Brown, Zapatero. Brian Cowen, Geir Haarde.

Ahora son tecnócratas los que intentan arreglar el desaguisado, Monti y Papademos, el primero en Italia y el segundo en Grecia, con destacadas carreras en bancos centrales o instituciones europeas, representan la quintaesencia del tecnócrata.

Hay cosas que no se acaban de entender, sobre la supuesta neutralidad de los tecnócratas, en opinión de algunos poner a los tecnócratas al frente de los gobiernos es poner al zorro a cuidar el gallinero pues fueron ellos los que  causaron la catástrofe en el 2008. Hay incluso ahora buenos filmes que muestran algo de eso: Inside job de Charles Ferguson, Margin Call de J.C. Chandor, The company men de John Wells, The flaw de David Sington, Too Big to Fail de Andrew Ross Sorkin. 

El flamante presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, fue, entre enero de 2002 y enero de 2006, vicepresidente por Europa, con cargo operativo, de Goldman Sachs, el cuarto banco de inversión del mundo, uno de los que son acusados de generar la crisis y el banco que certificó las cuentas de ingreso de Grecia en la Unión Europea, las que ahora han sido declaradas como fraudulentas y culpables del actual desaguisado.

Por ello cuesta entender si con estos mimbres podremos hacer un cesto que sea capaz de navegar por las turbulentas aguas de la economía actual, al igual que Moisés se salvó en el rio Nilo, por usar una metáfora bíblica.

Esta decisión de poner tecnócratas al frente de los gobiernos es difícil de comprender, pues supone confiar la responsabilidad de gobernar ante una grave crisis económica, y a pesar de la definición de Finzi, la economía no es una ciencia exacta en el sentido del término, no hay más que observar las veces y veces que se equivocan en su diagnóstico y una buena prueba de ello es la actual crisis que conlleva repercusiones sociales, en alguien que no tiene  legitimidad de las urnas, sino la confianza le viene porque en ellos confían los mercados y las instituciones internacionales que han sido causa de la situación que se tiene.

Los tecnócratas solo se legitiman si son capaces de resolver los problemas y por ahora no han demostrado ninguno de ellos ser capaces de embridar a los mercados que son la causa principal de la crisis y fuente de problemas, si fracasan la democracia corre un gran riesgo pues los ciudadanos dejan de confiar en su capacidad de tener juicio y no votan y se deriva al populismo (de izquierdas o de derechas), con líderes carismáticos de los que Europa tiene una larga experiencia. 

Es clarísimo que los tecnócratas no son infalibles, y cabe preguntarse si serán capaces de poder navegar por las complejas estructuras y equilibrios de poder de las democracias modernas y más en esta Unión Europea que se debate entre el gobierno global y el renacimiento de los nacionalismos exacerbados por la angustia de los miles de ciudadanos que van perdiendo sus empleos, en eso que se llama ajuste de equilibrios y que nadie debe gastar más de lo que tiene y por ello los Estados deben adelgazar miles y miles de funcionarios públicos y rebajar el sueldo a otros tantos miles y miles.

¿Es una buena formula de acción ante la necesidad de reconfigurar el panorama “político” de la Unión Europea, llamar a salvar a los tecnócratas, a no ser que se vuelva creer en la definición antes señalada: En la mentalidad tecnocrática racionalidad y 'verdad' están indisolublemente unidas”?

Lo que ocurre es que la historia esta ahí para demostrar a cuantos errores pavorosos han llevado al mundo los neutrales técnicos.

Baste un ejemplo, leer las memorias de Berthold Konrad Hermann Albert Speer.

El éxito  de Europa, después de la última guerra mundial es haber sido capaz de desarrollar  sociedades abiertas en donde los Gobiernos estaban al servicio de los ciudadanos y sometidos al imperio de la ley reglas democráticas, eran la regla de medir. 

El fracaso de Papandreu y su apartamiento del poder, demuestra que convocar un referéndum, eminentemente democrático, no era “adecuado” y se ha preferido optar por contentar a los mercados, aunque el pueblo se manifieste cada día en las calles, no deja de ser curioso que cuando los pueblos se manifiestan en los regímenes árabes eso es signo de primavera  y hay que oírlos y apoyarlos,  pero si lo hacen en Europa diera la impresión que es invierno.

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