Opinión /

Debates electorales


Lunes, 28 de noviembre de 2011
Héctor Lindo

Nos guste o no, las elecciones presidenciales en Estados Unidos tienen gran importancia para los salvadoreños dentro y fuera del país. Esta es suficiente excusa para seguir de cerca los debates entre los precandidatos republicanos. Hay dos razones más. Una es la posibilidad de pasar un buen rato viendo a políticos ambiciosos decir o hacer algo espectacularmente hilarante o bochornoso. Además, los debates ofrecen la oportunidad de juzgar al prójimo de manera inclemente y sin cargo de conciencia. Todo sea en nombre del ejercicio de la ciudadanía responsable. 

De hecho, a excepción de la actuación de Mitt Romney, experimentado maestro del autocontrol, la competencia entre republicanos ha tenido momentos jocosos y ha llevado a subidas y bajadas vertiginosas en su popularidad. La fortuna de los candidatos ha cambiado con una celeridad mayor que el fracaso de un matrimonio de Kim Kardashian. 

La congresista Michelle Bachman parecía ser la próxima heroína de los conservadores hasta que expresó opiniones singularmente irresponsables sugiriendo una relación entre el retraso mental y la vacuna contra el virus que causa cáncer cervical. El gobernador Rick Perry ganó muchas simpatías con su hostilidad a cualquier medida para sacar a la economía de la recesión y su entusiasmo con la pena de muerte (lo que le mereció aplauso cerrado de un público que en otros contextos dice “sí a la vida”). Pero para diversión de muchos su candidatura tambaleó después de tener un momento de amnesia ante millones de televidentes. Se le olvidó el contenido de sus principales políticas. Peor aún, en otro momento mostró un cierto grado de humanidad en su actitud hacia los inmigrantes (pecado mortal en ciertos círculos republicanos).

El hombre de negocios Herman Cain entusiasmó a su partido con una facilidad verbal digna de vendedor de carros usados, pero pronto demostró que no sabe la diferencia entre Libia, el Líbano, Liberia o Liliput. El favorito de turno es Newt Gingrich, y muchos se preguntan si va a caer víctima de su locuacidad, de sus inconsistencias ideológicas, de su conspicuo moralismo a pesar de aceptadas infidelidades con esposa número uno y esposa número dos, o de mostrar un cierto grado de humanidad en su actitud hacia los inmigrantes. Está por verse si se puede mantener a la cabeza, pero el espectáculo continúa. Quedan once debates por delante.

A fin de cuentas el ejercicio de los pugilatos verbales es muy útil. Su frecuencia ofrece numerosas oportunidades para que los candidatos revelen más de lo que quisieran.  Y qué bueno que sea así. Los futuros votantes merecen tener la oportunidad de familiarizarse con los políticos antes de que empiecen las distorsiones, manipulaciones, engaños y desvergüenzas de las millonarias campañas publicitarias. 

Dada la cercanía de las elecciones legislativas y municipales en El Salvador se me ocurre que las excelentes entrevistas a profundidad como las que publica El Faro no son suficientes. 

Me parece útil recalcar la importancia de múltiples y variados debates entre los aspirantes a los diferentes puestos. Por un lado, es forma de generar todavía más negocio para canales de televisión y radios nacionales y locales, es entretenimiento barato, y hay múltiples posibilidades de momentos chistosos. Por otro lado los beneficios patrióticos son innegables. Ojalá que se organicen debates frecuentes para que los candidatos revelen quiénes son antes de que entremos al mundo paralelo que van a crear las grandes compañías de publicidad.

Se me ocurren algunas preguntas para estimular respuestas espontáneas y reveladoras.

Señor, Señora o Señorita aspirante a puesto de elección popular, responda en dos segundos, al decir “Alcaldía” o “Asamblea Legislativa”, ¿qué imagen se le viene a la mente?

a) una gran caja registradora

b) viajes a tierras exóticas

c) motoristas para llevar a los niños al colegio

d) prolongadas conversaciones con gente que sabe lo que está diciendo

e) prolongadas conversaciones con gente que sabe lo que le conviene “al partido”

 

Otra vez, en dos segundos, al decir “gobernar para las mayorías” ¿a qué nos estamos refiriendo?

a) al socialismo

b) al comunismo

c) a la mayoría que vive entre el Boulevard de los Héroes y la Carretera a La Libertad

d) a la mayoría siempre y cuando no viva entre el Boulevard de los Héroes y la Carretera a La Libertad

e) a la democracia

f) a la mayoría siempre y cuando esté de acuerdo con mis ideas y no hostigue la paciencia

 

En dos segundos, la independencia de la Sala de lo Constitucional se valora …

a) Cuando el otro partido está en el poder

c) Cuando no va a dejar mal parado “al partido”

d) Cuando no tome decisiones que alteren el equilibrio de la Asamblea

e) Cuando sabe el momento en que hay que hacer el ojo pacho

f) Por principio, sabiendo que le conviene al país en el largo plazo

 

En dos segundos, la primera idea que se le viene a la mente antes de nombrar a su equipo de trabajo es …

a) Para eso está la cherada

b) La cantidad de cuñadas y primos desempleados

c) La poca confiabilidad de la gente que no es de “el partido”

d) La importancia del profesionalismo 

e) La necesidad de encontrar gente que no me haga sombra

Quizás estas no sean preguntas sobre políticas específicas, pero antes de llegar ahí tenemos que establecer estándares sobre el tipo de actitudes básicas que se deben de esperar de las personas a quienes confiamos el manejo del estado.

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