El líder del PP, Mariano Rajoy tiene una labor muy difícil. El presidente Rodríguez Zapatero deja España con unas cifras pavorosas: que ya hemos señalado a pesar de las medidas que ha tomado, se ha rebajado sustancialmente el Estado de Bienestar, hay fuertes tensiones con los sindicatos, la banca fuertemente endeudaba y con el crédito restringido hacia las pequeñas empresas, que son el 80% del empleo de España y por ello miles de ellas, hay quien señala 1.200.000, se han visto obligadas a cerrar.
Los ayuntamientos sin poder pagar a sus acreedores y la educación y la sanidad con fuertes recortes en maestros, profesores y creación de escuelas, recortes en camas, en los hospitales, en los médicos, enfermeras y recursos farmacéuticos, a las farmacias se le deben más de 15.000 millones de euros.
Con este legado el Presidente electo Mariano Rajoy tiene apenas a su favor la apuesta del pueblo español que ha sido contundente.
Todos los analistas coinciden en que el discurso de Rajoy, nada más conocer su triunfo, fue el de un hombre de Estado afirmando que el país requiere diálogo, sabiendo que lo que puede prometer es esfuerzo, trabajo y solidaridad y afirmando que España es una gran nación, en su diversidad, dejando entrever a los nacionalistas catalanes y vascos que en estos momentos es la unidad la opción clara para vencer el problema más serio que tiene España el paro y la salida de la crisis y por ello mostrarse ante Europa como la nación que debe volver a ser: hace 10 años era la que más empleo generaba de Europa.
Rajoy parece saber que las medidas que se necesitan para salir de la crisis, aunque tenga mayoría absoluta amplia, no se imponen y que es necesario un consenso social y lo bueno deja de ser tal si se impone a la fuerza.
Así mismo estas medidas deben ir acompañadas de una regeneración democrática para redimensionar la administración del Estado hoy sobredimensionada por la política complaciente con los nacionalistas.
Tiene trabajo abundante el nuevo Parlamento español y el futuro Gobierno de España, dicho de otra forma se abre la oportunidad para que se inicie un ciclo político en plenitud de legitimidad, ante los nacionalismos, pues la democracia ha hablado claramente. Ni el uno ni los otros tienen ya que demostrar su capacidad representativa democrática, ya que todos han sido elegidos democráticamente por ello no cabe en estos momentos divismos, hechos diferenciadores, ventajismos y otros oportunismos que Zapatero desarrolló torticeramente.
El quid de la cuestión está en saber acertar con el tempo del ritmo en las medidas, pues Zapatero ha desarrollado muchas reformas y recortes y el país no se observa que esté saliendo del túnel o caiga en el precipicio, algunas comunidades, como Cataluña, los recortes en sanidad, educación, salarios de los funcionarios públicos son impresionantes y se sigue destruyendo empleo y la sociedad está acobardada pues no se ve la hoja de ruta, solo recortes, recortes y recortes a las clases medias, no se toman otras medidas como suprimir, cargos públicos, asesores, rentas vitalicias para los políticos jubilados, sueldos de los directores de las empresas públicas y duplicidades en las administraciones de las autonomías, alcaldías, etc.
Los políticos tienen que aceptar que con los recortes solo se consigue pan para hoy pero hambre para mañana y quizás la cuestión está que no estamos en una crisis, no solo atravesamos una mala coyuntura, sino que entramos en una nueva época, y ello exige cambios de fondo, no simples recortes ni parches improvisados.
Hoy se habla de que la educación y la investigación es clave para salir de la crisis y en ese sentido no se está haciendo nada, más aún, se hace lo que no se debe, desinvertir en esos aspectos. Hay que prepararse para el sacrificio, el esfuerzo pero sobre todo hay que prepararse para entender que se va hacia una nueva época.