Opinión /

La responsabilidad del micrófono y la pluma


Lunes, 12 de diciembre de 2011
Mercy Flores*

“No importa la orientación sexual ni la identidad de género. Respetar y no discriminar también es una forma de prevenir el VIH”

Campaña 2011, Prevención VIH.

Este anuncio del Ministerio de Salud, fue el detonante para que Rafael Domínguez escribiese el artículo que lo catapultó a la notoriedad y con su “No me etiquetes”, se ganó su propia etiqueta: la que lo define como un periodista irrespetuoso, homofóbico y poco investigador. 

El primer sentimiento luego de leer el deplorable artículo, fue de impotencia, le siguió la indignación. Lo frustrante de no poder preguntarle el por qué de su maltrato hacia personas valiosas de nuestra sociedad por el hecho de ser homosexuales. Luego de superar la sorpresa de sus teorías y argumentos católicos-reaccionarios-homofóbicos me puse a pensar en la enorme responsabilidad que tienen los periodistas que disponen de canales de televisión, radioemisoras y periódicos mediante los cuales  pueden hacer llegar sus opiniones personales a la población. 

Rafael Domínguez admite que le genera personal preocupación el hecho de que la campaña del Ministerio de Salud, (al darle cabida a una minoría que practica “este tipo de conductas sexuales”) permitirá que esa minoría se convierta en mayoría. Es decir que el Ministerio de Salud, a través de esta publicidad hará que emerjan como por arte de magia homosexuales, zoófilos, pedófilos, etc.etc. ¡Dios me libre de estar en la mente de este periodista! Se me quitaría el sueño pensando cuántos nuevos “desviados sexuales” amanecerán al día siguiente amenazando a nuestra sociedad con sus “perversiones”.

Muy mal, un periodista que escribe pretendiendo dar normas de vida a cristianos, musulmanes y judíos sin investigar de lo que se trata, sin respetar la verdad, comete pecado mortal (para hablar en el lenguaje que utiliza) y, como tal debe confesarlo para lograr la absolución. ¡Ah! y no volverlo a hacer….

El despropósito que representan sus afirmaciones, pisotea el hecho  de que constitucionalmente El Salvador es un Estado que reconoce la igualdad, la libertad, el derecho a la integridad física y moral y a la intimidad personal. Y por lo tanto, esto implica entre otras cosas el impulso de políticas públicas que vayan encaminadas a la construcción de un país edificado en el reconocimiento de esa igualdad, en el respeto a la diversidad y la construcción de paz.

Pero volviendo a la preocupación personal del periodista, si es personal ¿por qué no lo conversa en familia como hacemos la mayoría? ¿Por qué se vale de los medios de comunicación en los cuales trabaja para exponer sus angustias?  Flaco favor le hace al periodismo una persona que lejos de generar opinión, promueve la intolerancia y, por ende, la violencia. Utilizar estos recursos es abuso. No se vale, como no se vale tampoco dejar de lado la responsabilidad social que su profesión le exige. No se vale provocar confusión generando mayor polarización en una sociedad que está sedienta de paz. 

Expresa que para él “igual que el alcohólico, los desviados sexualmente son enfermos que necesitan tratamiento“ ¿Acaso hay 12 pasos como en los Alcohólicos Anónimos para “curar” la homosexualidad? Para lo que sí hay cura es para la intolerancia y el remedio: Se llama amor.  Se llama respeto, se llama solidaridad.

 *La autora es actriz.

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