Opinión /

Sobre la reforma fiscal


Lunes, 19 de diciembre de 2011
Roberto Cañas

Con 66 votos del FMLN, CN, GANA, PES y CD, la Asamblea Legislativa aprobó el miércoles 14 de diciembre las reformas a la Ley de Impuesto sobre la Renta y al Código Tributario. Las reformas entrarán en vigencia a partir del 1 de enero de 2012 y Hacienda estima una recaudación adicional de unos $150 millones adicionales.

Por los medios de comunicación las autoridades gubernamentales han difundido que se aprobó una reforma fiscal, pero lo aprobado es solo una parte de la reforma fiscal, lo real es que no es una reforma fiscal integral, pues una reforma integral no se limita al aumento de los impuestos, la reforma es integral si define cómo será la administración de los tributos, cómo se realizará el gasto público, y si se establecen los mecanismos que garanticen la transparencia, fiscalización ciudadana y la rendición de cuentas sobre cómo se administran los dineros públicos. 

Hasta ahora, aparentemente según lo aprobado por la Asamblea Legislativa, se recaudarán unos $150 millones de dólares adicionales, la reforma a la ley en teoría lo posibilita, pero habrá que ver si el Ministerio de Hacienda tiene el poder político, la eficiencia administrativa y la capacidad técnica profesional para reducir la evasión fiscal, lo real será ver si el sistema es capaz de recaudar lo que le corresponde por el aumento del impuesto sobre la renta.  

La historia revela las características del sistema fiscal salvadoreño que fue desarrollado a partir de un capitalismo de familias y amigos, que se explica por un concepto de nación construido sobre la base de un Estado patrimonial  que sirvió como mecanismo para facilitar procesos de acumulación de capital, donde se dotaba a un sector minoritario de la población de un sistema de privilegios para obtener enormes ganancias pagando el menor número de impuestos y gozando de numerosos incentivos y exenciones fiscales. A lo largo de la historia ciertos sectores se acostumbraron a pagar bajos salarios y a no pagar, pagar poco o evadir y eludir impuestos.  

En 2006 un embajador de los Estados Unidos causó tremenda conmoción al poner el dedo en la llaga y señalar los niveles de evasión fiscal en El Salvador. “En un recuadro revelador de USAID, guardianes de la probidad, detallan la alarmante evasión de impuestos fiscales que se da por doquiera, la que llega hasta in máximo de 64 por ciento. USAID señala en un estudio que
Del IVA se evadió el 38.9 por ciento en 2005. Del impuesto sobre la renta, personas naturales, la evasión fue 29.2 % en 2004. Las personas jurídicas evadieron el mismo año 58.7% y de impuestos especiales la evasión fue 64.5% en 2005”.

De lejos está claro que el problema fiscal salvadoreño no está resuelto con “la reforma fiscal” aprobada, hoy de lo que se trata es de tener capacidad de proponer, de ofrecer alternativas. 

En primer lugar hay que seguir en la búsqueda de un Pacto Fiscal: El pacto fiscal constituye un acuerdo nacional sobre el monto, origen y destino de los recursos del Estado para cumplir con sus funciones, según lo establecido en la Constitución Política de la República. Implica la necesidad de acuerdos nacionales sobre principios y compromisos recíprocos del Estado y de los ciudadanos y ciudadanas acerca de los temas de política fiscal.

El Pacto Fiscal debe ser visto como un proceso de largo plazo, en el cual se definen las grandes líneas de acción, los principios rectores y los mecanismos de participación social, es decir se marca la direccionalidad a seguir, en la cual se debe regir la política fiscal de largo plazo con visión de nación. No se puede renunciar a consensuar un acuerdo de nación sobre lo fiscal a pesar de las diferencias actuales. Los problemas estructurales de déficit fiscal no se solucionarán con el aumento de impuestos o creación de impuestos temporales que abren la posibilidad de que los mismos sean trasladados a la población, como ya estamos amenazados.

Es necesaria la creación y fomento de la cultura tributaria en El Salvador pues no existen programas de educación formal y no formal de carácter tributario, lo que incide en el escaso conocimiento del sistema impositivo por parte de la mayoría de la población y en la falta de compromiso con el fortalecimiento de la cultura contributiva, es indispensable que se tome conciencia de que todos deben contribuir al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad; esto no puede demorar, hay que comenzar a educar ahora. 

En lo que respecta a la recaudación de ingresos del Estado, es necesario llegar a una carga tributaria globalmente progresiva. Esto significa que quien tenga menos, pague menos, y quien tenga más, aporte más a la nación, como parte de la responsabilidad social de las empresas y los ciudadanos; el mandato obligado de una política fiscal integral es la equidad.

Por el lado del gasto, es necesario proponer medidas para mejorar la asignación del gasto público, mejorar y reorganizar su gestión, demandar más transparencia. De esto se deriva una serie de acciones, tales como hacer efectivo el libre  acceso a la información pública; dotar a la ciudadanía de información y educación para la fiscalización de los ingresos y gastos públicos, y demandar transparencia y rendición de cuentas.

Hay que exigir la mejora en las estrategias de recaudación del Ministerio de Hacienda pues debe ser eficiente y efectiva, ya que aunque se aumenten impuestos de nada sirve sin una organización capaz de aplicarlo.

Consensuar una reforma fiscal integral, que logre un sistema tributario más justo, un gasto público eficiente, con prioridad en los programas sociales  y rendición de cuentas con transparencia, es un desafío de naturaleza más política que técnica; concretar una reforma fiscal integral es uno de los principales retos del Gobierno para sus últimos 30 meses. Ya no se pueden estar tomando medidas de política fiscal únicamente para cumplirle al Fondo Monetario Internacional. 

La reforma fiscal integral es una pieza importante para cambiar al país. No podemos quedarnos toda la vida indignados porque en El Salvador no pasa nada, el país sólo cambiará cuando cada uno de nosotros entienda lo que hay que hacer para mejorar la política fiscal y lo demás.
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