Opinión /

Havel, luchador por la libertad


Lunes, 19 de diciembre de 2011
Luis Fernando Valero

Ha muerto el poeta checo Vaclav Havel, un ícono de la lucha por la libertad en el mundo y por los derechos humanos, era además, un referente moral de Europa.

Cuando Europa tenía el mayo del 68, él fue un símbolo de aquella primavera de Praga  donde ya era un conocido autor teatral y colaboró con Alenxander Dubcek en no permitir, que una vez más los checoslovacos fueran moneda de cambio de las ambiciones soviéticas. Ellos creían en socialismo de rostro humano.

Cuando lo vi aparecer en la Universidad Carolina de Praga y nos habló a los congresistas reunidos sobre “Educación y Política” en 1990, quedé impresionado del halo que desprendía su personalidad y de la serenidad de sus palabras al hablarnos de la importancia que tenía la educación y la cultura para conseguir la libertad de los pueblos y la capacidad del ser humano para adquirir su propia responsabilidad y compromiso.

En esta Europa actual, tan falta de liderazgo político, la ausencia de Havel viene a acentuar más aún la necesidad de políticos que sean algo más que funcionarios burócratas de los partidos o tecnócratas, que sólo saben dar recetas, sin tomar en cuenta el efecto de las mismas.

'Havel tuvo una visión de la política enmarcada en una dimensión humana en la política, cuando hoy, ésta, es una pelea, sin ningún sentido del humor, por el poder y cada uno sólo mira por sus intereses' como ha señalado a Efe Pavlina Reznickova, primera embajadora de la Checoslovaquia democrática en España (1990-1995).

Esta dimensión humana del quehacer político le llevó a enfrentarse a algunos de sus antiguos correligionarios como Vaclav Klaus, político del Foro Cívico (OF) en la transición democrática, y por lo que ambos acabaron convirtiéndose en enemigos encarnizados que conllevó, tristemente, a la partición de Checoslovaquia en dos nuevos Estados, la República Checa y Eslovaquia.

Estando ya delicado de salud y retirándose de la política activa Havel creó una oficina desde la que siguió desempeñando un papel activo como promotor y defensor de los derechos humanos en Cuba, Bielorrusia, Chechenia, Birmania y Ucrania.

Actualmente trabajaba con el Comité para la Democracia en Cuba, en el que había involucrado a conocidos estadistas e intelectuales de ambos lados del Atlántico para contribuir a la transición democrática en la isla caribeña.

En su obra teatral “La partida”, recién estrenada al cine este año, Havel dice: La obra nace de una vivencia primaria de la desintegración del mundo y de los valores, de la pérdida de la seguridad, que se reflejan en el esquema de un gobernador al que se le descompone la corte después de perder el poder. Los que lo adulaban se convierten en traidores, y los de poca confianza, que eran menospreciados, se manifiestan como sus más fieles,

Cuando le fue concedido el premio de Comunicación y Humanidades Príncipe de Asturias en 1997, su discurso volvió a demostrar, una vez más, sus preocupaciones que fueron las que le llevaron a liderar aquello que se llamó la Revolución de Terciopelo checa: “La comunicación humana es un tema al que volvía repetidamente en mis tiempos de autor teatral. Seguramente convendrán conmigo que vivimos en una época, en la que, parafraseando el título de una de mis obras dramáticas, no hay manera de entenderse. Incluso el casi perfecto conocimiento de una lengua no nos permite comprender las numerosas jergas que sirven para la comunicación entre especialistas de diversas disciplinas científicas o de personas que pertenecen a grupos sociales o subculturas específicas. La lengua que suele acercar a los humanos los divide al mismo tiempo. No obstante, no se trata únicamente de una cuestión lingüística.”

“Como político y presidente de mi país soy especialmente sensible a los problemas de la comunicación en el mundo de la política. No se trata solamente de la jerga de la política, sino, ante todo, de la crisis de sus contenidos, especialmente cuando se orienta hacia el beneficio a corto plazo y cuando va perdiendo de vista los objetivos que deberían perseguir. Y aquí no me refiero a la política como técnica de gobierno y de mantenimiento del poder. El histórico proceso de cohesión de Europa, del que estamos siendo testigos, se suele percibir cada vez más como una cuestión de estrategias económicas o políticas. Cabe preguntar qué palabras y qué medios deberían encontrarse para que los ciudadanos de los países europeos sintieran esa savia vivificante que ha ido alimentando hasta el momento ese proceso y cuya fuente no mana exclusivamente de la evolución de la parte occidental del continente en la posguerra o de los acontecimientos revolucionarios del último decenio”.

Releyendo estas líneas, no se puede menos que lamentar que se haya ido otro de los europeos que tenían una clara idea de lo que se debe hacer en política. Siempre nos quedará su recuerdo y su fortaleza moral como ejemplo.

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