Y así millones de españoles a los largo de los siglos han ido a buscar una mejor vida en las tierras iberoamericanas, siendo básicamente gallegos, vascos, canarios, aunque todas las regiones españolas han tenido su aporte. Durante este largo proceso de siglos ha habido momentos en que se ha acentuado esa emigración, como en el periodo de 1857 a 1935, y en los años 1950 durante la dictadura de Franco.
En los años 90 del siglo pasado, hasta hace unos tres años, 2008, el proceso se revirtió y millones de latinoamericanos hicieron el viaje hacia España, atraídos por el impresionante boom de crecimiento en esos años. Este flujo ha sido, con sus dimes y diretes, positivo, aunque en honor a la verdad los “americanos” han sido mucho más generosos con los españoles que éstos con aquellos.
Ahora la historia se vuelve a escribir de nuevo en el sentido de que los españoles se ven en la necesidad de volver a emigrar dadas las condiciones que actualmente se dan en Europa y por ende en España. El índice de paro español es el mayor de todas las democracias occidentales: casi un 22% , con 5.400.000 desempleados y un paro juvenil del 50% y en algunas zonas alcanza el 74%. Estos hechos se agravan cuando este paro alcanza mayoritariamente a una juventud bien preparada, con altos niveles de estudio y formación.
Da la impresión de que si las cosas no se arreglan, y tienen difícil solución, algunos países de Europa pasarán a ser países del descanso del guerrero, léase de los que tienen trabajo en sus países.
Parece que el nuevo paradigma no será la industria, ni la investigación, ni la ciencia, dados los pavorosos recortes que se están haciendo en estos dos campos últimos y la destrucción de empresas, más de 400.000 el año pasado, solo se observa que se mantiene la cultura del ocio y del entretenimiento, sostenida sobre un clima amable y unos precios competitivos, aprovechando las tensiones de los países al otro lado del Mediterráneo.
Mi antiguos alumnos de la universidad me mandan correos pidiendo consejos, sabiendo que en 1965 emigré a las tierras iberoamericanas y allí encontré lo que en España no había, y como bien nacido, siempre he reconocido lo mucho que recibí de esas gentes, y por ello les animo a que den el salto llevando en el equipaje un espíritu abierto y humilde a entender que el favor te lo hacen y no al contrario, que aprovechen su especialización, lleven un pequeño colchón económico, sostenido con alguna amistad, tengan flexibilidad y seguro que encontrarán cómo aportar y a su vez desarrollarse como personas.
El año pasado han sido más de 100.000 los jóvenes españoles que han dado el salto de la emigración, muchos a otros países de Europa aprovechando que los españoles jóvenes saben idiomas, y otros hacia Iberoamérica, dado que el idioma es una ventaja y muchas empresas españolas y extranjeras están abriendo campos en esa zona, ya que necesitan recalar allí dada su favorable coyuntura. Varios de esos países tienen el 'boom' de su materias primas y hoy la economía global más que nunca se sabe que el mundo es un pañuelo.
Internet es la vía de entrada a ese mundo global. Los portales Monster o Experteer.com, Manpower y las redes sociales profesionales (LinkedIn, Xing, Viadeo) y las páginas de las agencias de contratación (Adecco, Randstad son las puertas por las que uno puede otear horizontes y decidir a qué país, zona, territorio, profesión, campo de trabajo puede mandar su curriculum o cuáles son los espacios de acción donde conviene aplicar.
En España las condiciones laborales se están endureciendo excesivamente en todos los campos, especialmente en la docencia en donde profesores con idiomas, algunos hasta con ocho idiomas, cobran 700 euros y en otros les dicen que les tienen que rebajar el salario un 60% y se les contrata por plazos trimestrales. Ante estas condiciones objetivas de trabajo la función docente, por mucho que se hable del Plan Bolonia, es una farsa.
Ello sin contar que las clases en algunas universidades son de 300 alumnos pues hay que ahorrar y bastantes profesores asociados se les paga 432 euros por sus clases.
Ello sin contar que bastantes profesionales interinos en niveles de secundaria y primaria llevan sin cobrar algunos meses.
Ante estas realidades no es de extrañar que los “universitarios” emigren.