La Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), que aglutina a 49 gremiales empresariales, realiza la XII edición del Encuentro Nacional de la Empresa Privada (ENADE), con el lema “Compromiso por la Democracia. El Salvador sí tiene futuro”. Lo novedoso de esta iniciativa es que se ha creado simultáneamente una propuesta y un asocio con organizaciones de la sociedad civil, para construir la Visión de País 2024.
Es un paso positivo, oportuno y constructivo. Positivo porque los ENADE habían venido perdiendo credibilidad y efectividad. Oportuno porque la naciente democracia salvadoreña vive un momento crítico. Constructivo porque “Aliados por la Democracia” prueba que sí es posible llegar a entendimientos básicos, a pesar de las diferencias.
Igualmente relevante es el momento en cual se lanza esta iniciativa. Ya que el régimen político no da muestras de querer modernizarse y fortalecer la participación ciudadana. Una cosa es clara, “Aliados por la Democracia” no representa a la sociedad civil salvadoreña, pero las organizaciones y personas que la promueven tienen la credibilidad necesaria para propiciar la construcción de un proyecto de país. Ojalá que se sumen más organizaciones civiles y que ellas mismas financien la iniciativa. De lo contrario (si se permite financiamiento externo o gubernamental), la propuesta puede desnaturalizarse. En este sentido, convendría partir de los aprendizajes que dejó el ejercicio del Plan de Nación.
Las críticas también deberían ser bienvenidas. Varios sectores dudan de la franqueza de la ANEP, dado que ésta ha promovido el rebalse económico, las privatizaciones y el desmantelamiento estatal. Es decir, la ANEP ha auspiciado un modelo de desarrollo excluyente y fracasado. Otras fuerzas objetarán la representatividad de las organizaciones participantes (asociaciones, fundaciones, sindicatos y universidades), argumentando que hay patrocinadores nacionales e internacionales detrás de cada una de ellas, y que por lo tanto, todas representan los mismos intereses.
Lo valioso es que es una iniciativa que busca la consolidación del proceso democrático y el fortalecimiento del estado de derecho. Esto conviene tenerlo en mente porque ya comenzaron a circular hipótesis como las siguientes: (1) Esta iniciativa se lleva a cabo porque la ANEP tiene una anemia profunda; (2) Las organizaciones civiles que participan son ingenuas por estarle dando oxígeno a un modelo agonizante; (3) Esta iniciativa no irá a ninguna parte porque la ANEP ya no representa al verdadero poder económico; (4) Las organizaciones civiles y gremiales empresariales que integran “Aliados por la Democracia” representan un intento por reactivar el Plan de Nación, con la diferencia que ahora se hace sin el mandato del gobierno de turno.
Los nuevos aliados (sectores empresarial y social) han aceptado el reto. El Salvador demanda acercamiento, diálogo y acción conjunta. El gobierno nacional probablemente irá progresivamente estrechando su relación con “Aliados por la Democracia”. Los partidos políticos seguramente esperarán los resultados electorales para precisar sus posiciones, mientras tanto seguirán actuando con la presente “aritmética legislativa”. Las organizaciones civiles que se sienten incómodas con la presencia de la ANEP, es probable que se animen a lanzar una iniciativa alterna.
En este contexto, lo que determinará la viabilidad de “Aliados por la Democracia” será su capacidad para trascender su carácter cupular. Aún no se destaca la dimensión y articulación territorial de la propuesta. Da la impresión que se trata de un cabildeo político desde San Salvador, con el respaldo de actores privados de un par de ciudades del interior del país. No se visualiza una genuina participación de los actores locales, quienes deberían ser los principales aliados por la democracia política y económica. La clave está, entonces, en involucrar a las Iniciativas Locales de Desarrollo Sostenible (ILDES) de todo el país.
