Siempre es importante revisar el estado de nuestra economía, pero más aun en estos periodos electorales en que algunos ocupan una lectura parcial o tendenciosa de la misma para sus propios objetivos. En el corto plazo la economía salvadoreña continua su camino a la recuperación después de la crisis internacional, el panorama fiscal ha mejorado pero necesita consolidarse, el comercio exterior se ha fortalecido, pero el alza de los precios ha puesto presión en la economía familiar. El miedo a la desestabilización económica debido al cambio político ha disminuido. Por todo esto, El Salvador no enfrenta riesgos macroeconómicos inminentes y su situación es estable, aunque falta mucho por hacer.
En el mediano y largo plazo, la economía del país continúa con tendencias históricas no siempre sanas por el tipo de desarrollo que hemos tenido. Poco se ha realizado en los últimos años para cambiar esas tendencias que generan alta dependencia y una base consumista no sana.
La crisis económica mundial afectó de manera más severa al país debido a sus fuertes lazos con EUA y la dolarización. Desde el 2007 la economía salvadoreña ha tenido tasas de crecimiento menores al resto de los países de Centroamérica. En el 2007 nuestra economía, como todas las centroamericanas, empezó a desacelerarse, el consumo, la inversión, las exportaciones y las remesas, cayeron. La economía de EUA entró en crisis, demandó menos productos, genero menor inversión y desempleo – especialmente en los inmigrantes – lo que, junto con las elecciones y el cambio político en el país, hicieron que hubiera menor demanda e inversión y cayeran las remesas. El hecho de estar dolarizados no permitió implementar políticas nacionales que hubieran podido ayudar a menguar esos efectos. A partir del 2010 la economía se recupera impulsada por los sectores de agricultura, comercio, construcción y el comercio internacional y las remesas crecen. Las remesas han vuelto a sus niveles históricos. Sin embargo, la crisis Europa es una nube negra en el horizonte que podría afectarnos.
El intercambio comercial continúa su tendencia histórica que no es buena; lo que importamos siempre ha sido mayor que lo que exportamos, lo que produce un déficit comercial externo, el cual es cubierto por las remesas. El cambio positivo que se ha dado recientemente es una diversificación en la estructura de las exportaciones, logrando así quebrar una alta dependencia que existía de la industria de la maquila. Ese cambio se debe en parte a un decaimiento en la actividad de la industria maquilera (principalmente porque bajo la demanda) pero también a un crecimiento en las exportaciones de los productos no tradicionales. No depender demasiado de una sola industria es bueno para la economía. El mercado de la maquila es casi exclusivamente los EUA, por lo que esta tendencia también ayuda a disminuir la dependencia de ese país, aunque las remesas – que ayudan a cubrir el 85% del déficit comercial - son mayoritariamente desde los EUA, por lo que se sigue manteniendo ese vínculo.
El otro factor clave de la economía son las finanzas públicas; si estas no son buenas se puede dar mayor inflación, disminuir el ritmo de crecimiento económico y agravar la situación social, entre otros. El balance de las finanzas públicas ha sido negativo por muchos años, tradicionalmente el gobierno ha gastado más de lo que recibe principalmente por nuestros impuestos bajos y las grandes necesidades sociales. A partir del 2008 ese balance negativo se acelera debido a la crisis financiera internacional, especialmente en los EUA, lo que golpea de manera más significativa a nuestra economía; todo ello se agrava todavía más debido a la depresión tropical y los gastos que ella implicó. Ello implica menor crecimiento económico, menores ingresos al fisco y mayor necesidad de gasto público para compensar en lo económico y en lo social. Pero ese crecimiento del déficit fiscal se empieza a revertir el año pasado y se mejora este año con las reformas fiscales aprobadas. Para terminar de estabilizar las finanzas públicas falta ahora racionalizar el gasto.
El mayor déficit fiscal ha implicado para los gobiernos mayor endeudamiento del sector público. Ese endeudamiento ha estado creciendo desde hace muchos años, con un aceleramiento a partir del 2008. Se tiene proyectado bajar el nivel de endeudamiento para lo cual será necesario, sobretodo, racionalizar los subsidios ya que ellos son un rubro significativo del gasto y, en muchos casos, son mal utilizados por falta de focalización.
El sistema financiero nacional sobrevivió bien la crisis financiera y mantiene niveles de capitalización adecuados. El problema con la banca local, de carácter internacional, ha sido que ha jugado un papel muy limitado en la dinamización de la economía, sobre todo por medio de una restricción excesiva en los créditos nacionales.
La reciente dinamización de la economía mundial empieza a generar un aumento de precios en los productos que se consumen en el país ya que somos importadores netos de la mayoría de ellos, especial impacto tienen los precios del petróleo y los alimentos, lo cual golpea más fuertemente a los pobres. Para atenuar estos efectos en los más pobres los gobiernos han creado, y el gobierno actual lo ha reforzado, la red de protección social lo que incluye sobretodo, subsidios focalizados.