Opinión /

Leyendo los resultados electorales


Lunes, 12 de marzo de 2012
Mauricio José Silva


Los principales mensajes de las elecciones son la necesidad de trabajar la democracia a través de un balance de poder partidario, la relevancia de los candidatos - no solo de los partidos, y la necesidad de seguir trabajando el sistema político nacional. Los resultados preliminares no arrojan gran perdedor o ganador, ya que han devuelto – descontando el desgaste natural del gobernante - la distribución relativa de fuerzas políticas que existía después de la elección pasada y antes de la creación de GANA, a la Asamblea Legislativa, aunque con cambios en los partidos pequeños. La fuga de diputados de Arena produjo una distribución de fuerzas que no reflejaba la voluntad del electorado y, por tanto, era transitoria. A nivel de ciertos casos específicos, especialmente al nivel municipal, sí existen grandes ganadores, más bien grandes perdedores. Los cambios al proceso electoral se implementaron, reforzando la democracia, aunque quedan varios temas pendientes, siendo algunos de los principales el de la elección por residuos y la composición del Tribunal Supremo Electoral.

Para aquellos que vivimos las elecciones de los sesentas hasta principios de los noventas, los avances en los procesos electorales son evidentes. En esas épocas vimos de todo: elecciones cuyos resultados se daban una semana después de las elecciones y de haber mantenido durante esos días todos los medios de comunicación censurados, elección de Presidente por la Asamblea Legislativa contraria a los resultados electorales, fraudes electorales de todo tipo, uso del aparato del estado en apoyo al partido oficial, participación restringida de partidos en las elecciones, etc. Todo ello llevó a falta de credibilidad en el proceso electoral y sus organismos, lo que fue factor clave en la polarización política y luego del conflicto armado. Muy pocos ciudadanos y ningún partido político, cuestionan ahora los resultados de las elecciones. 

Esa eficiencia y credibilidad del proceso son las que permitieron reiterar la existencia de un electorado dividido, un electorado que definió un balance de poder a nivel legislativo, lo que impone la obligación sobre los diputados electos y los partidos políticos de enfatizar el dialogo, la negociación y el compromiso. Ningún partido puede imponer su voluntad absoluta, todos – sin excepción – deben ceder. Lo que se debe imponer son los intereses de nación, sobre esa base se deben construir los compromisos en la nueva Asamblea y, para asegurar que sea sobre ellos y no sobre otros intereses, ese diálogo y negociación se deben hacer de la manera más transparente posible. 

Los resultados en algunos municipios y algunos casos de diputados – especialmente los del CN, antes PCN, evidencian la madurez del electorado, castigan a algunos de los diputados malos, y lanzan un mensaje claro a los partidos políticos que no pueden imponer los candidatos que el partido quiera. Al FMLN especialmente le ha costado entender esto último, por ello perdieron la alcaldía de San Salvador en el pasado y, en gran parte, por ello la pierden ahora; por ello pierden ahora otras alcaldías claves como las de San Miguel y varias del AMSS, y por ello gana fácilmente otras como la de Santa Tecla. 

El voto residencial parece funcionó bien, aunque su impacto todavía está por determinarse. Es también todavía muy temprano para evaluar el voto por candidato.

Según los resultados preliminares, el FMLN y ARENA se vuelven a posicionar como las dos grandes fuerzas a nivel nacional; GANA es el partido nuevo que obtiene una fuerza política significativa, ahora validada por el voto. Es a los partidos políticos – especialmente a estos tres, y a los diputados electos a quienes les corresponde sobreponer los intereses de nación y actuar con transparencia, ello por el bien del país, pero también por sus propios intereses. Los resultados de estas elecciones muestran un electorado cada vez más consciente y un sistema electoral eficaz, que permiten juzgar mejor a los servidores públicos.

 

 

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