Opinión /

Violencia, complejidad y simplicidad


Lunes, 2 de abril de 2012
Albrto Valiente Thoresen

Hace pocos días, varios medios reportaron una baja en el promedio semanal de homicidios diarios en El Salvador. De la semana 10 a la semana 11 de 2012, el promedio diario de homicidios cayó en cerca de un 50 %. Luego, en la semana siguiente, la baja fue de 59 %. Esta es una variación 48 % mayor que la fluctuación semanal del promedio de homicidios diarios, en febrero de este mismo año. Este promedio de homicidios diarios por semana ha fluctuado cada mes y semana, así como la cantidad de homicidios diarios también suele variar. Por ejemplo, el lunes 27 de febrero hubo 22 homicidios, y esta cifra bajó a 6 el miércoles 29 de febrero de 2012. Esta fue una reducción del 73 % en dos días. Por ejemplo también, la cifra promedio de homicidios por día, aumentó de 10, en agosto de 2009, a 16, en octubre del mismo año. Esta fue una variación del 60 %, en tan solo dos meses. Esta cifra bajó a 9 homicidios por día, las primeras semanas del mes siguiente, representando un descenso del 44 %. Sin hacer un análisis más exhaustivo por el momento, el punto es que estas fluctuaciones en el corto plazo, del promedio de homicidios diarios por semana, no deberían sorprender tanto. Sin embargo, la reducción observable actual ha creado mucha atención. Porque la cifra absoluta promedio es relativamente baja y se ha mantenido por un período prolongado de tiempo. Pero habría que recordar, por ejemplo, que esta cifra también fue equivalentemente baja a finales de 2003, y hacer comparaciones, y análisis pertinentes.

Todavía es muy prematuro interpretar esta variación repentina como una reducción permanente de la violencia en el país. Y aquí es importante diferenciar entre homicidios y violencia y tener perspectiva de largo plazo, quizá hasta de varias décadas. También es importante basar todo esto en información disponible del contexto, actual e histórico. De hecho, para poner la sugerencia más clara, según estimaciones estadísticas de un estudio de Carlos Alberto Carcach, publicado en septiembre de 2008, por el Open Society Institute y el Catholic Relief Service, la tasa de homicidios por 100 000 habitantes anual ya era de 18,5 en 1965 en El Salvador. Es decir, mayor que el promedio actual en América del Sur, por ejemplo. En 1965, la tasa era incluso mayor que 42,5 homicidios por 100 000 habitantes, en un total de 14 municipios del país. Si estas tasas se ajustan por la variación debida a la cantidad de población, este total sube a 23 municipios del país. Estamos hablando de un problema serio de violencia directa (aunque de naturaleza diferente), medida por homicidios, que se remonta hasta hace más de 45 años, de acuerdo a los pocos datos disponibles. El estudio también presenta datos para 1975, pero tal vez este año es más complicado hacer comparaciones relevantes, y los datos menos confiables todavía, dados los drásticos cambios políticos, y la represión que se vivía en ese momento en el país.

Desafortunadamente, la tasa diaria de homicidios acumulada para lo que va del año sigue siendo alta, y habrá que ver qué pasa con las cifras en el mediano y largo plazo. Esperemos que la reducción se mantenga. Habrá que seguir los desarrollos, pero también tomando en cuenta, que la manera de presentar las estadísticas de homicidios será modificada por el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública y la Policía Nacional Civil. Habrá que estar seguros entonces de que las cifras que se comparan históricamente son equivalentes.

Además de la incidencia de las bienvenidas treguas, para explicar la fluctuación reciente de estas cifras, el Ministro de Seguridad, y el Presidente, entre otros, han sugerido que, además, habría que considerar una mayor 'operatividad' y acciones estratégicas de la Policía Nacional Civil. Primero, desde que asumió el nuevo ministro de seguridad, y luego, por las elecciones. El subdirector de seguridad pública, Howard Cotto, señala por su parte que dicha 'operatividad' policial consiste en 'decomisos de armas, incremento en las detenciones, operativos focalizados hacia miembros o cabecillas de pandillas, cualificación en el sistema de patrullaje. Es decir, un conjunto de medidas.' Estos factores, como un todo, pueden explicar la reducción que estamos observando. Pero para saber a ciencia cierta (o ciencia más cierta, o más o menos cierta), siempre es necesario realizar estudios más minuciosos de los datos y circunstancias. Para ello es importante diferenciar entre especulaciones bien informadas, y conclusiones científicas. Para eso es importante la transparencia, apertura y disponibilidad de información, por parte de las autoridades. Hasta entonces, si se quiere tener una actitud científica ante las cosas, hay que interpretar los datos con mucha cautela. Además, hay que complementar información sobre una variable, con otra información necesaria para entender el fenómeno de  la violencia, además de la tasa de homicidios.

Este número de asesinatos cometidos en el país en un período de tiempo es un indicador trágico, que se usa frecuentemente para evaluar la situación general de violencia del país. Pero vale la pena recordar, que éste indicador no debe, ni puede ser el único enfoque de la política de seguridad. Esto es más cierto aún, si la seguridad deja de entenderse tan solo como una seguridad de la ausencia de violencia directa, como los homicidios, para pasar a ser una seguridad humana, con la predominación de actitudes no-violentas en los individuos, relaciones e instituciones que componen la sociedad. Esto es lo que se conoce entre los científicos políticos como 'seguridad humana'.

Sin embargo, por muchos años, los medios de comunicación y los investigadores se han enfocado en las variables de homicidios por 100 000 habitantes, homicidios por día, u otras variantes de estadísticas de homicidios en El Salvador. En un principio, fue un paso adelante introducir esta estadística como indicador, para medir los logros de los objetivos de política. Pero al hacer esto, se ha prestado menor atención relativa a variables que también son importantes, para entender la violencia (directa y estructural) en el país. Ésta es una de las razones por las que no es de extrañar, que abunden las teorías e hipótesis para explicar las altas estadísticas de homicidios en el país. Lo más seguro es que todas estas teorías tengan alguna parte de la razón. Es decir, que no es posible reducir las causas de los homicidios a unas pocas variables, consideradas de manera aislada. Esto es así, independientemente de las estrategias que se utilicen para reducir los homicidios, y la efectividad de éstas estrategias.

Una historia compleja
El hecho de que un fenómeno pueda contenerse, o incluso eliminarse, de una manera aparentemente simple, no quiere decir que el fenómeno no se origine de estructuras dinámicas de una complejidad profunda. Los ejemplos presentes en la realidad son abundantes. Pero el punto puede ilustrarse bien en este caso, con una de las realidades con las que tiene que lidiar la medicina. Por ejemplo, si bien un cáncer puede tratarse de una manera aparentemente simple, con quimioterapia, o incluso, con una intervención quirúrgica puntual y específica, no quiere decir que este tipo de enfermedad no se presente a través de una estructura dinámica compleja. En esta estructura dinámica influye tanto la herencia genética, como la alimentación, los hábitos, el nivel de ejercicio, en fin, el ambiente en general en el que operan las personas.  De no comprender esta complejidad, se corre el riesgo de seguir teniendo que lidiar con casos de cáncer, de proporciones epidémicas.

Así también, si el número de homicidios en el país puede afectarse de una manera efectiva, a través de una intervención aparentemente simple, enfocada en una variable superficial del problema, esto no quiere decir que el problema de la violencia (directa y estructural) en El Salvador, no provenga de estructuras dinámicas de una complejidad profunda. De no comprender esta complejidad, se corre el riesgo de no trascender, y seguir teniendo que lidiar con distintas formas de violencia, y tal vez también, homicidios de proporciones epidémicas.  Este problema puede presentarse por el accionar de otros actores, que tal estructura dinámica generará, si tal estructura de violencia no se trasciende.

A pesar de las hipótesis existentes, todavía no sabemos a ciencia cierta, primero, si la reducción de tasas de homicidios será permanente; y segundo, qué factores, de todos los posibles, han sido los más importantes para explicarla. Esta aseveración no tiene otro origen más que el de reconocer que aún no se ha estudiado exhaustivamente y con una actitud científica lo que estaba y está pasando. Y aquí es importante diferenciar entre especulaciones hechas por los que presentan hipótesis, y las explicaciones de los que presentan información concreta de la realidad, y las estructuras observables en esa información. De hecho, hay razones para preguntarse si el fenómeno de homicidios y de violencia en el país, ha realmente llegado a entenderse a plenitud de esta manera científica alguna vez.


Por todo esto es todavía prematuro evaluar con certeza qué es lo que ha pasado aquí, qué tan profunda ha sido esta intervención, si se trata de una contención superficial del problema, o si es un cambio significativo, que atiende la complejidad del problema de violencia en el país.

Complejidad, porque lamentablemente, las personas y sus relaciones, suelen ser más complejas que otras realidades. Una de las razones de esto, y tal vez la más sencilla, es que las personas somos organismos compuestos de muchas variables estructuradas de maneras enredadas. La otra razón, que suele ser más difícil de entender, es que las personas tenemos la capacidad de postular realidades, que al mismo tiempo pasan a ser parte de nuestro ser. Es precisamente por estas razones, que se han creado ciencias específicas, que se concentran en estudiar esta complejidad humana y social. Es también por ello, que los fenómenos humanos y sociales, no pueden generalmente explicarse reduciendo el enfoque a unos cuantos elementos aislados. Consiguientemente, muchas de las claves para explicar, y por ende entender, la realidad humana y social, parecerán ilógicas a simple vista. Al menos para quien se empecine en operar con una perspectiva simplista y reduccionista.

Sin embargo, tampoco hay que confundirse, y no quiere decir que solo a través de la ciencia disciplinada se pueda empezar a comprender la naturaleza compleja de las relaciones humanas y sociales. El primer paso de la actividad científica es nuestra intuición, que nos proporcionará los indicios, que deberán ser corroborados por la experiencia.

Un ejemplo intuitivo
La comprensión de la violencia, y la lucha contra ésta, puede ilustrarse a través de un discurso de Martin Luther King Jr. No es un discurso basado en estudios científicos (aunque refiere a la psicología de la época, en repetidas ocasiones). Su valor más grande se encuentra en una intuición profunda de realidades humanas y sociales, sobre cómo relacionarse a conflictos de una manera que trasciende el odio, y con ello la violencia. El discurso ha recibido el título de 'Amar a los enemigos', y fue dado por King el 17 de noviembre de 1957, en Montgomery, Alabama.

Según el mismo King, el tema de amar a los enemigos era un tema del cual hablaba cada año. Hacía lo posible por ampliar paulatinamente este tema, con sus propias reflexiones, sobre realidades humanas y sociales concretas. Constituía una piedra fundamental de su orientación filosófica y teológica. Por ello, era consciente de que corría el riesgo de ser acusado de ser un idealista soñador. Pero King explica por qué tal postulación, de amar a los enemigos, aunque complicado, se vuelve un realismo práctico, y una necesidad absoluta para que sobreviva la civilización de nuestros días.

Al hablar del amor a los enemigos, King era enfático en explicar que no se trataba del amor erótico, o del que se encuentra en una amistad. Más bien, hablaba de un amor a la humanidad de cada persona, y de lo bueno que hay en esa humanidad, independientemente de lo que haya hecho cada persona, o del odio que pueda dirigir hacia otros. King especifica por ello, que no se trata de llegar a querer a los enemigos, hacerse amigos, o que nos caigan bien. Se trata de reconocer y valorar la humanidad del enemigo, con todo lo que esto implica.

Aceptando la dificultad de esta sugerencia, de amar a los enemigos, King explica los pasos necesarios para poder hacer esto en la práctica.

Primero, King sugiere analizarse a uno mismo. Porque, según King, cada individuo tiene un conflicto interno, entre las cosas buenas que hace, y todo aquello no tan bueno, o malo, que también puede hacer. Desafortunadamente, los individuos generalmente se enfocan en las cosas buenas que hacen, y olvidan lo malo. Pero hasta el más bueno tiene algo de malo, y el más malo tiene algo de bueno. Por ello, King sugiere que si vemos la espina en el ojo del otro, seamos capaces de ver el tablón que tenemos en nuestro propio ojo. Así se puede reconocer la humanidad del otro, y se ha sobrepasado el primer paso para empezar a amar a esa persona, en base a esa humanidad.

Segundo, King sugiere identificar lo que hay de bueno en el otro, y concentrarse en esa bondad, por muy efímera que sea. Finalmente, el tercer paso consiste en no vencer a quien se considera un enemigo, incluso cuando se tiene esta posibilidad. En este sentido hay que recalcar que para King, no derrotar a un enemigo, no es equivalente a no derrotar las circunstancias que generan el odio del enemigo. Se trata más bien entonces de reorientar la lucha hacia circunstancias, es decir, a las cosas, en vez de las personas.

Para la mayoría, especialmente para los que se preocupan por castigar al que hace el mal, y operan con la lógica del ojo por ojo, diente por diente, tal sugerencia parecería ilógica, incluso hasta tonta. Por ello, King explica la complejidad de tal sistema, y el porqué de la sugerencia de tal respuesta. Resume sus argumentos en tres razones. La primera razón es que 'el odio por odio, tan solo intensifica la existencia del odio en el universo'. El odio se convierte en un círculo vicioso, si no se responde al odio con amor. Y añade que en alguna parte, alguien fuerte, tiene que tener algo de sentido en la dirección opuesta, para romper la cadena del odio. La segunda razón, según King, es que el odio distorsiona la personalidad del que odia. Afecta más al que odia, porque la persona que lo hace se vuelve irracional. Ante ello, King sugiere integrarse personalmente, y negarse a rebajarse, y verse afectado por la descomposición generada por odio. Finalmente, según King, la tercera razón por la cual no hay que responder con odio, al odio de los enemigos, sino con amor, es que el amor tiene un poder liberador y trascendente en sí mismo. El amor a la humanidad puede transformar a los otros, aun cuando maltratan, y aun cuando puedan reaccionar temporalmente de manera negativa al amor.

De acuerdo a King, quien vivió en un mundo amenazado por cosas como el racismo, el conflicto y la enemistad entre potencias atómicas, el amor era un elemento liberador, trascendente y el único garante de la civilización actual. Para justificar esto, King mencionaba ejemplos históricos concretos, en los cuales el amor a la humanidad había contribuido a trascender círculos viciosos de odio. Me gusta especular sobre lo que King diría hoy día, al ver al presidente actual de su propio país, en relación a la trascendencia (si bien aún incompleta), de ciertos odios basados en la construcción de la “raza”.

Simplicidad pragmática

Los cínicos dirán que, en el discurso de King, el amor al enemigo puede interpretarse como una solución aparentemente sencilla, ingenua, quizá incluso reduccionista y simplista. Pero haciendo un análisis de los argumentos de King, nos damos cuenta de que es una conclusión pragmática seria, basada en una intuición profunda de estructuras dinámicas humanas y sociales complejas. De igual manera, no se trata de una estrategia para nada sencilla, reduccionista o simplista, cuando se intenta aplicar en la práctica. Es tan solo para los más fuertes, o quienes logren soportar la resistencia de los sistemas de odio y violencia. Más bien, la estrategia de King parece simple, porque se basa en una buena síntesis del problema en cuestión. Como el famoso programador Alan Perlis sugirió una vez: 'La simplicidad no precede a la complejidad, sino que más bien la sigue'. Quiere decir que generalmente, la simplicidad sin complejidad es vacía, y por ello solo afectará la superficie o manifestación de las cosas. Mientras tanto, la simplicidad que resulte de una comprensión compleja es la que traerá cambios significativos. Pero primero, hay que comprobar de que tales intuiciones, son aplicables en la práctica, con mayores beneficios para todos. Ojalá que esto sea recordado por todos los involucrados en la construcción de la paz positiva en El Salvador. 

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.