Opinión /

Solución del problema


Lunes, 23 de abril de 2012
Rafael E. Góchez

Este ensayo es dedicado a los ciudadanos que comentaron mi artículo titulado “Definición del problema”, el cual planteaba que el principal problema de El Salvador es la falta de un entendimiento básico para aunar esfuerzos y sacar adelante al país

¿Qué hacer para solucionar ese problema? Lo primero es estudiar y entender a la sociedad salvadoreña. Consecuentemente, conviene saber si los resultados de las elecciones de 2012 crearán las condiciones necesarias para que los tres órganos de gobierno, los partidos políticos y la sociedad civil organizada impulsen un esfuerzo de país para: (1) lograr la paz social a través de un régimen democrático; y (2) generar más inversiones y empleos a nivel local.

Hay obstáculos para llegar a acuerdos. Uno de ellos es la resistencia del gobierno central y el partido oficial a racionalizar el gasto público, a pesar de la difícil situación de la hacienda pública. Es decir, reducir los subsidios generalizados y subvenciones afectaría el bolsillo de miles de conciudadanos, lo cual podría afectar la imagen del gobierno y motivar votos de castigo en la elección presidencial 2014.

Por otra parte, la democracia es amenazada por la impunidad y corrupción. Estos dos trastornos impiden el fortalecimiento del estado de derecho y alimentan la inseguridad ciudadana. Las posiciones y niveles gubernamentales que han sido corrompidos son fieros defensores del status quo.

Adicionalmente, el modelo de desarrollo se caracteriza por patrocinar el centralismo y asistencialismo. Ello hace que predomine la idea-fuerza que el presidente de la República es el mandamás de todos los salvadoreños y que “papá gobierno” le soluciona -de gratis – los problemas a la población. Esta mentalidad es reforzada por los efectos colaterales de la recepción prolongada de remesas en las aptitudes y actitudes de miles de destinatarios locales, quienes se acostumbran a subsistir haciendo el mínimo esfuerzo productivo.

El asistencialismo y la recepción prolongada de remesas consumistas son factores que crean dependencia. El riesgo está en que estas corrientes encaucen al país hacia una “sociedad limosnera”, obstaculizándose por consiguiente la generación de inversiones y empleos a escala local.

En este contexto, la solución del problema requiere de al menos cinco pasos:

Levantar el ánimo de los salvadoreños con acuerdos que expresen la disposición política de consolidar la democracia. Una forma de hacerlo es legislando y fiscalizando el financiamiento de los partidos políticos, despartidizando el Tribunal Supremo Electoral y la Corte de Cuentas, y aprobando los Concejos municipales pluralistas.

Acordar un presupuesto plurianual para mejorar el sistema de justicia, la capacidad técnica de la Fiscalía General, la efectividad de la PNC y la investigación científica del delito.

Replantear el abordaje de la violencia social e inseguridad pública, a través de la articulación territorial de la prevención, represión y rehabilitación. En este marco, convendría priorizar la inversión en el capital social y humano a nivel local. De esta manera el énfasis estaría en lo preventivo, complementado con la labor represiva. Además, la rehabilitación sería parte integrante del capital social territorial y la cooperación pública-privada de una estrategia nacional de cohesión social.

Acordar una política de Estado y la ley correspondiente, para impulsar la descentralización y el desarrollo económico territorial. Esto implica apoyar las Iniciativas Locales de Desarrollo Sostenible (ILDES) en todo el país, fortalecer las capacidades locales, mejorar las finanzas municipales y aplicar la ley de Ordenamiento y Desarrollo Territorial.

Diseñar e implementar una estrategia de comunicación social permanente, para informar a la ciudadanía y promover su participación en la solución de problemas específicos y en transparentar la gestión pública.

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