El fenómeno de las pandillas es complejo. Se trata de grupos que no encajan en definiciones tradicionales ni de organizaciones sociales ni de organizaciones criminales; que tienen una gran capacidad de adaptación y cuyo sentido está muy vinculado al territorio que controlan.
Medida gubernamental tras medida gubernamental han sabido adaptarse y utilizarla a su favor. La ley Mano Dura aceleró su evolución; y la separación en cárceles por pertenencia a una u otra pandilla terminó siendo clave para la organización desde los centros penales.
Ahora las pandillas han entrado en una nueva etapa. La tregua y las declaratorias de no intervención en las escuelas ni reclutamiento forzoso ilustran que hay muchas cosas cambiando. Las pandillas se están transformando, una vez más. Pero aún no sabemos en qué.
El presidente Funes, en una reunión sostenida la semana pasada con medios de prensa, admitió que desde su gobierno, al menos en la comunicación, el problema no se ha tratado con la complejidad y la transparencia que merece. Durante toda la reunión se expresó en un tono muy distinto a aquella conferencia en la que advirtió que quien cuestionara esta tregua solo buscaba el fracaso de una oportunidad histórica. 'Hemos cometido errores y estamos aquí para corregirlos', dijo el presidente la semana pasada.
El gobierno dice que cambiará su pésima política de comunicación (de la conspiración con misiles LAW al milagro de la conversión) y, al menos en palabras del presidente, está dispuesto a ser más transparente y claro sobre el asunto.
Es una buena noticia que el mandatario muestre disposición a hablar con franqueza de un asunto tan importante para el país y que el gobierno asuma la vocería del proceso. Esperamos que este giro en la política de comunicaciones permita también alcanzar mayores niveles de profundidad en el debate sobre un problema muy serio y muy complejo.
La sociedad necesita información confiable para discutir hacia dónde se dirigen las políticas de seguridad púbica del Estado. El éxito o el fracaso del actual proceso no depende de qué tanto se esconde la información, sino de cuánto ha planificado el Estado un escenario distinto, en caso de necesidad. Porque es muy probable que las pandillas ya lo hayan hecho.
El presidente ha llamado al concurso de todos para aprovechar la oportunidad que brinda al país este proceso. Ese concurso debe ser, en primera instancia, acompañado por la debida información, para que todos sepamos con qué estamos lidiando. Y así, solo así, podamos aportar al debate público necesario sobre un proceso que, sea cual sea su consecuencia, nos afectará a todos.
