La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible se celebrará en junio de 2012. Esta cumbre es un nuevo intento de la ONU para avanzar en el compromiso de los Estados y la comunidad internacional para definir las vías hacia un futuro sostenible:un futuro con más empleos, energía más limpia, mayor seguridad y un nivel de vida decente para todos.
Esta conferencia tendrá lugar veinte años después de la primera cumbre histórica de Río de Janeiro en 1992, razón por la que se le llama Río+20. Los dirigentes mundiales, junto con miles de participantes del sector privado, las ONG y otros grupos, se reunirán en Brasil para descifrar la manera de poder reducir la pobreza, hacer avanzar la equidad social y asegurar la protección ambiental en un planeta cada vez más poblado y urbanizado.
La ONU está invitando a los Estados, la sociedad civil y los ciudadanos a “sentar las bases de un mundo de prosperidad, paz y sustentabilidad”, lo cual hace que existan diversos enfoques y propuestas. Tan difícil es conciliar posiciones y acciones a nivel mundial, que existe escepticismo sobre los resultados y perspectivas de Río+20.
En este sentido y en el proceso de encontrar las vías a seguir hacia un futuro sostenible, por primera vez la “Madre Tierra” ha aparecido en el texto de negociación de Río+20. Esto sucedió recientemente a iniciativa del Grupo 77 (ahora lo forman cerca de 130 países), quien propuso el concepto de Madre Tierra y la interdependencia entre los seres humanos, otras especies de vida y el planeta. Esto representa un cambio potencial en las negociaciones que hasta ahora se han inclinado más hacia lo económico y menos a lo socioambiental.
Este hecho es importante porque tal como lo han manifestado organizaciones de la sociedad civil, en las negociaciones los gobiernos están eliminando o poniendo entre paréntesis la integración de varios elementos en los documentos oficiales. Gran parte del debate está sucediendo detrás de puertas cerradas en las sesiones entre bloques como la Unión Europea o el G77, y en este contexto se están redactando los documentos.
Consecuentemente y dado que El Salvador forma parte del G77, valdría la pena que ecologistas respondieran las siguientes interrogantes: ¿Es cierto que al incorporar a la Madre Tierra se contrarrestaría el enfoque de la “economía verde” que se basa en el predominio de los mercados, los precios y la mercantilización de la naturaleza? ¿Qué propuesta pone a los seres humanos en el centro de las actividades dentro de un contexto más amplio de los sistemas ambientales que se deben proteger? Esta reflexión es oportuna a fin de entender el enfoque y las propuestas que el país endosará en Río+20.
En vista de que El Salvador es miembro de la ONU y que ha estado gestionando financiamiento externo para enfrentar los desastres causados por eventos naturales, convendría que el gobierno nacional informara más sobre la posición que llevará a Río+20 y las iniciativas globales y regionales a las que se sumará.
También es pertinente que se informe a la sociedad salvadoreña sobre dos puntos: (1) El avance del modelo de “mitigación basada en la adaptación” planteado por El Salvador en Durban, 2011, de transformar los paisajes degradados y la agricultura a través de la expansión masiva de los sistemas agroforestales y de las prácticas agrícolas sostenibles; (2) La situación del Fondo Climático Verde para dotar de recursos a las naciones en desarrollo consideradas más vulnerables frente al cambio climático ¿Qué avances hay para que El Salvador acceda a dicho Fondo? ¿Cuáles serán las condiciones, requisitos y proyectos a financiar?
