Opinión /

Ciudadanos indignados y políticos indignos


Jueves, 24 de mayo de 2012
Luis Fernando Valero

El pasado 15 de mayo volvieron a salir a la calle miles de españoles para recordar que ese día, hacía un año, los jóvenes de España dijeron basta a una política de recortes sociales y señalaron a los políticos como una casta social que está alejada de la realidad y de los problemas de los que los han llevado a los curules en donde se sientan.

Un año después de aquella fiesta el pesimismo y el miedo cunde en la sociedad, pero los políticos siguen impertérritos sirviendo a los mercados y no a los pueblos que les votan.

Esta cuestión de políticos indignos debe ser un mal universal pues también en El Faro se ha editorializado hace no mucho con el título de “Políticos indignos”.

En Europa van cayendo los gobiernos: Italia, Grecia, Portugal, Holanda, Reino Unido, Bélgica, Francia, Islandia, España. Pero el caos sigue instalado. Los políticos prometen en sus campañas electorales que harán una serie de medidas para detener la crisis y el deterioro social, pero cuando llegan al poder incumplen sus programas y hacen, una vez más, la política que marcan los mercados, con la excusa, convertido en mantra, de que no se puede hacer otra cosa.

El pueblo ve cómo sus salarios se recortan una vez y otra vez, como ofrendas al dios mercado, que exige garantías para que le paguen la deuda. Recortan los presupuestos de educación, sanidad, derechos sociales, jubilaciones, y  a su vez las cifras de desempleados son catastróficas. Hay países con un 23.8% y en la juventud el paro es del 50%. Grecia es un estado fallido, Portugal un país intervenido pero los políticos siguen  con sus sueldos, dietas, tarjetas de crédito de libre disposición, con blindaje de contratos, jubilaciones boyantes y acumulando cargos y prebendas. Nadie les pide cuentas de que  han arruinado entidades de crédito centenarias, como las cajas de ahorro que eran el entramado económico social por donde fluía el crédito a las pequeñas y medianas empresas y por ello se han cerrado millones de ellas en los países que hemos citado.

Los votantes ven cómo al salir de la política los ministros, alcaldes, presidentes de comunidades, concejales se convierten en asesores de los bancos y de las grandes multinacionales.

El pueblo sale a las calles pero la mecánica electoral y parlamentaria la tienen los políticos, que amparándose en los votos que les han dado incumplen lo que señalaron en sus programas electorales sin poder pedirles cuentas por sus mentiras. No hay leyes para juzgar a un político que incumple su programa electoral.

Ha pasado un año y se han vuelto a repetir el mismo eslogan: “Democracia real ya” que dio la vuelta al mundo hablando de los jóvenes indignados españoles, pero un año después nada ha mejorado, sino todo lo contrario se está aún peor.

Caritas señala que la clase media, que nunca pensó que podrían entrar en esos comedores, hoy se ve abocada a pedir caridad cuando se acaban los subsidios de desempleo y no hay puestos de trabajo, En España, por ejemplo, hay más de 1.400.000 familias en las que todos sus miembros están en paro. En Grecia los jubilados se suicidan pues no se les pagan las pensiones.

Decenas y decenas de familias son desahuciadas de sus casas a diario porque no pueden pagar la hipoteca, sin que los bancos, que han recibido ayudas públicas para equilibrar sus cuentas, tengan la menor sensibilidad de aceptar que al entregar las llaves de la casa hipotecada la deuda desaparezca, el desahuciado debe seguir pagando las cuotas del préstamo.

El presidente del gobierno en España que hace unos meses sacó mayoría absoluta, en la última encuesta, de hace una semana, recibe el rechazo del 73 por ciento de la población,  y por si ello fuera poco el líder del partido de la oposición, que es el que podría sustituirlo, consigue un rechazo del 79 por ciento.

Cada día se instala más en la sociedad el ánimo de que es una ilusión, un delirio exigir al gobierno un diagnóstico de la situación. Ya que su actuación es una condena sin paliativos de un modo de hacer política.

Y mientras, se van abriendo camino, por la desesperanza, los partidos hasta hace unos tiempos minoritarios y casi inexistentes de la extrema derecha racista, xenófoba y totalitaria.

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