Opinión /

Comité Oscurantista Pro Sabotaje del Futuro Nacional


Lunes, 4 de junio de 2012
Héctor Lindo

Los sicólogos recomiendan los pensamientos positivos, pero a veces es aconsejable ignorar lo que dicen las autoridades. Hoy propongo un ejercicio negativo para iluminar el panorama. A manera de ejercicio pensemos en la mejor manera de entorpecer el futuro del país. Es más, propongo que lo hagamos de manera totalmente pluralista, multipartidista y trascendiendo las diferencias ideológicas y de credo.

Imaginemos que se organiza un comité para poner obstáculos al progreso de El Salvador. Lo podemos bautizar “Comité Oscurantista Pro-Sabotaje del Futuro Nacional”. En su primera reunión el Comité identifica que  el futuro económico cambiante del país exige una población preparada, imaginativa, flexible, con capacidad analítica, capaz de ofrecer soluciones a los problemas que salen en el camino.

Antes de seguir adelante el Comité Oscurantista contrata para el proceso de planificación a una compañía extranjera (para actividades importantes hay que traer extranjeros) y acuerda que se debe guiar de acuerdo con la visión, misión, metas y objetivos y acciones que se enumeran a continuación:

Visión: 

Un país incapaz de hacer frente a los desafíos de la globalización y la economía del conocimiento.

Misión:

Mantener en el poder a cúpulas partidistas y económicas que descansen en una población formada para seguir instrucciones y no para pensar por su cuenta.

Metas:

- Mantener un sistema de educación superior de poca calidad, que no enseñe a pensar y que produzca profesionales con los horizontes más estrechos posibles;

- Mantener un sistema económico y social que otorgue más importancia a las relaciones políticas, familiares, sociales y a prejuicios varios que a los méritos de los individuos. De esta forma en las actividades económicas y políticas de peso las decisiones quedan en manos de “gente de confianza” en lugar de las de personas idóneas por su talento y formación.

 Objetivos:

- Promover un sistema educativo que limite las oportunidades, ofrezca la ortodoxia ideológica como antídoto a la imaginación (“no metan al gobierno, siempre es corrupto” “ya no me hablen de mercado, eso sólo sirve para que los ricos se hagan más ricos”), responda a las soluciones creativas con epítetos bien practicados y actitudes reflexivas (“¡comunista tal por cual!” “¡neo-liberal de porquería!” ), produzca graduados incapaces de identificar problemas y mucho menos de solucionarlos (“no podemos ayudarle, le tenemos que preguntar al jefe . . . pero fíjese que está en Miami”). En resumen, un sistema educativo que promueva la pobreza conceptual y el liliputismo mental.

Acciones:

- Implementar en las universidades el currículum más estrecho posible. Formar profesionales desprovistos de las herramientas básicas para pensar por su cuenta y expresarse, ignorantes de su entorno y mal equipados para ejercer la ciudadanía. Ingenieras e ingenieros que no sepan escribir un informe, profesionales de las ciencias de la salud que no sepan interpretar las estadísticas que leen en los periódicos, abogados y abogadas que no entiendan los métodos de los científicos, economistas que ignoren la formación histórica del estado salvadoreño.

Responsables por la ejecución:

- Universidades públicas y privadas (con contadas y meritorias excepciones).

Rendición de cuentas:

- ¿Qué es eso? Para eso tenemos compañías de publicidad capaces de “modular el mensaje” y activistas expertos en la repetición de eslogans.

La ventaja de un sistema educativo de este tipo (ventaja para el susodicho Comité Oscurantista), es que facilita el liderazgo. Nada mejor para mantener posiciones de privilegio (obtenidas sudando la camiseta del color que sea) que estar rodeados de personas de fácil manipulación, incapaces de pensar por su cuenta y de reaccionar creativamente ante situaciones nuevas. Da gusto ver que le pregunten a uno cualquier cosa antes de tomar acción. Al llegar a ciertas alturas es reconfortante el saberse indispensable, no puede uno ni ir de fin de semana a la finca sin que lo estén llamando. Realmente los subordinados (somos democráticos, ya no usamos la expresión “chaneques”) no dan pie con bola si uno no está presente. No saben ni cómo pensar sobre los problemas nacionales si no leen la columnita que generosamente uno escribe para lo que antes se llamaba “un prestigioso rotativo matutino”. 

El sistema también tiene ventajas para el mejor funcionamiento de nuestra versión de democracia. Es objeto de innumerables satisfacciones el ser líder de partido. Uno le dice a los diputados cómo votar y da gusto ver cómo aprenden a reinterpretar la constitución a las luces de las pensadas de “la directiva”. Imagínense lo que sería si los diputados estuvieran educados para pensar con independencia. ¡Un caos! Traición tras traición. Votaciones impredecibles. ¿Y si en lugar de consultar con los líderes deciden motu propio consultar con los votantes? Un desorden mayúsculo.

Satisfechos por su trabajo los miembros del Comité Oscurantista Pro-Sabotaje del Futuro Nacional deciden ampliar su plan de acción. ¿Qué tal añadir el objetivo de profundizar el deterioro del medio ambiente?

Nota:

Invito a los lectores de El Faro a visitar las páginas Web de las diferentes universidades y revisar los programas de estudio con la siguiente pregunta en mente: ¿Qué materias de los programas de estudio están diseñadas para enseñar a pensar, desarrollar la capacidad de análisis, el pensamiento crítico, y la capacidad para resolver problemas y tomar decisiones? Los principales sistemas educativos del mundo parten del principio que el desarrollo de estas “habilidades cognitivas de alto nivel” es parte crucial de la labor de las universidades. ¿Será que nuestras autoridades universitarias confían que la escuela secundaria enseñó a los estudiantes a pensar? Tal vez no han estudiado los resultados de la PAES. En Estados Unidos entre el 30 y 40 por ciento de las materias universitarias no son exclusivamente profesionalizantes sino que están desarrolladas para ampliar horizontes y desarrollar estas habilidades cognitivas. En los programas de las universidades salvadoreñas son rarísimas las materias que se apartan de lo exclusivamente profesional. Inclusive cuando se dan estas excepciones, las materias no profesionales no se enseñan necesariamente de manera que formen las capacidades cognitivas de alto nivel. 

El sistema de educación superior salvadoreño ha llegado a este estado sin importar las preferencias partidarias de su liderazgo y trascendiendo diferencias ideológicas y de credo. Un verdadero milagro del pluralismo.

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