Opinión /

Reflexiones sobre el diálogo


Miércoles, 8 de agosto de 2012
Luis Fernando Valero

Dentro de las teorías  sociales  en este mundo global se ha ido abriendo camino el término de “buenismo social” que no es otra cosaque una cierta visión emanada desde los poderes públicos, esquemas de actuación social para favorecer el diálogo en términos que algunos consideran contradictorios entre el Estado de derecho y la delincuencia, pero que el buenismo social defiende, tocando las venas del sentimentalismo: hay que favorecer a los desfavorecidos, todos tienen derecho a una segunda oportunidad, el gobierno debe estar abierto al doloso y la comprensión para favorecer la inserción.

La pregunta que subyace en esta cuestión es ¿Sí un gobierno legítimo democrático, de cualquier nación, dentro del Estado de derecho debe dialogar de tú a tú con una delincuencia organizada sea esta de la índole que sea económica, política, terrorista, mafiosa, de drogas o puramente delincuente?

En el panorama internacional ha habido ejemplos de lo que se ha logrado en algunos  casos, como en Colombia, España, Irlanda, Uruguay…y los logros no han dado resultados positivos, sino más bien han sido tácticas dilatorias de los delincuentes para conseguir periodos de tranquilidad que han usado para fortalecerse, los ejemplos más evidentes han sido numerosos y lo usaron desde el IRA, a las FARC y la ETA, al igual que los movimientos en Palestina, Líbano…

Este tema y lo que se deriva de él lo han estudiado diversos teóricos. Hanna Arendt ya habló largamente del problema de la banalidad del mal y Aurelio Arteta ha señalado claramente “la complicidad del espectador indiferente” que se inhibe ante el mal que sufren los demás y es proclive al buenismo social, olvidando que en demasiadas ocasiones para que los malvados cometan las peores atrocidades basta con una sola y simple cosa, que las buenas personas no hagan nada, se inhiban y miren para otro lado.

Sería bueno que se pensara si es adecuado iniciar el diálogo sin actuaciones previas por parte del gobierno de un Estado de derecho, sino seria mejor ir preparando y proyectando acciones sociales; no parece muy prudente solamente ser amparados por el respaldo de ONG,s dedicadas al trabajo social o por sectores de índole religiosos llevados por principios de su religión, dignos de toda consideración, pero que el contexto de paliativo no es solamente el del perdón y el poner la otra mejilla.

Es conveniente analizar que cuando en un país ocurre una violencia sistemática delictiva con niveles de muerte, asesinatos y fuerte sufrimiento social de chantajes, secuestros, etc.,  detener esa situación no es solo cuestión de buena voluntad sino que esa situación es producto en demasiadas ocasiones de un fenómeno social de inhibición y adormecimiento moral de la sociedad, cuyas consecuencias, personales e institucionales no se solucionan con un diálogo. Ello es signo de que la sociedad ha abandonado hace mucho tiempo el campo de la acción social o que las condiciones objetivas de esa sociedad generan continuamente un caldo de cultivo favorable a esa situación delictiva, por ello, antes del diálogo es conveniente acciones y planes concretos que puedan abonar el diálogo adecuado como una fase más del proceso de solución.

Casi siempre se ha observado que el avance de la delincuencia viene antes por una fase, en que se han cerrado los ojos, se ha desviado la mirada,  en muchas ocasiones se han desarrollado alambicadas coartadas ideológicas, ante robos, extorsiones, asesinatos, coacciones,  que han conllevado atentados contra derechos civiles, la libertad de expresión,  y demasiadas personas han tenido exilios forzosos por ser amenazados y los poderes públicos han permanecido incapaces de cortar dicha situación. México podría servir de testigo de lo que estamos señalando, o Venezuela.

Una vez más el cine nos ha mostrado cuál era la dinámica de acciones de esos grupos o personas, con películas como Arde Mississipi (1988) de Alan Parker; Elefante blanco (2012): de Pablo Trapero o Juego de Patriotas,(1992) de Phillip Noyce  o “Durmiendo con su enemigo(1991) dirigida por Joseph Ruben; incluso la propia realidad de un director acá en El Salvador debería ser motivo de reflexión como fue el caso de Christian Poveda autor de La Vida Loca. Las Maras en San Salvador.

A la acción del se contrapone el Estado derecho que pide a los políticos hagan su trabajo seriamente y sin buscar atajos, que las instituciones democráticas se mantengan como único e inmodificable ámbito del juego político del futuro y sea el parlamento y los representantes de todos los salvadoreños y el Sistema Judicial los que hagan cumplir las leyes y se observe, si hace falta, para atajar los serios problemas que tiene El Salvador, cambiar el acento de algunas actuaciones sociales y antes de dar perdones  e insertar bajo el debe haber todo un proceso de opciones educativas, sociales, empresariales, que no son baratas ni pueden ser flor de un día, que pueden servir para hacer la foto, pero que es solamente el fogonazo del flash, luego  vuelve a la  obscuridad.

En este tipo de actuaciones sociales priva demasiado el criterio de lo que usted señala es ideológico y yo en cambio hablo con la razón.

El libro en que Martha Nussbaum una de las máximas expertas sobre este tema social hace esta constatación en su libro: Sin fines de lucro, pero podemos decir también que la carencia de formación cívica es tan dañina para la riqueza social como para los demás aspectos de nuestra convivencia.

Actualmente Arnaud de Montebourg, uno de los adalides de los estudios sociales en Francia, que ha investigado las raíces familiares de la fractura territorial europea, en su obra “La invención de Europa”, formula una hipótesis que quizás fuera buena se aplicara a la realidad salvadoreña; él señala que las revoluciones europeas están inspiradas por la forma familiar de cada territorio en que tuvo lugar. Es pues la célula básica de la sociedad la que se cimienta en el derecho civil, es decir, en las reglas de sucesión y reparto de la herencia que estructuran las relaciones entre padres, hijos y hermanos.

El afirma que hay cuatro formas de familia:

La troncal, la nuclear absoluta, la nuclear igualitaria y la comunitaria extensa. La primera se deriva del paternalismo. La segunda de una emancipación de los padres desigual. La tercera emancipación de los padres pero se mantiene una fraternidad y la cuarta se mantiene todos unidos dando lugar a situaciones mafiosas.

He simplificado mucho pero sería bueno acertar qué tipo de unidad familiar hay en El Salvador o qué tipo de sociedad ha creado, o quizás ello se deriva de la ausencia de un modelo familiar concreto que ha servido de argamasa para la cohesión social.

Para muchos cientistas sociales la sociedad democrática debe ser un ”sistema educativo permanente” que tienda a construir un ser humano que tenga valores y donde el esfuerzo continuado sea el resultado del trabajo educativo, es decir la sociedad democrática no nace por generación espontánea ni por el deseo de un buenismo social sino que es consecuencia de una labor sistemática y acorde con unos objetivos planificados y consistentes y no solo la deriva momentánea de una acción paliativa desiderativa de que querer ser demócrata y cumplir las leyes.

Castilla del Pino, el psiquiatra que más trabajo en este campo, señala clarísimamente que para lograr la conciliación no es posible sin poner antes las cosas en su sitio' Porque la conciliación no se impone, llega por sí misma -explica-. Imponerla desde la institución es como decirle a un escolar anda, dale un beso al niño que te pegó. Ya sabemos que así no es'.

Otro experto en estos menesteres Flores d’Arcais destaca que en los fundamentos de la democracia moderna, hay también los obstáculos actuales que la bloquean o pervierten, señalando que la ciudadanía no es un derecho adquirido en el que reposar, sino una permanente exigencia de trabajo continuo, que muchos no están dispuestos a trabajar duramente lo que significa ser ciudadano y no están dispuestos a sacrificar algo de su comodidad en informarse a fondo y reunirse con otros para reivindicar los cambios necesarios.

En demasiadas ocasiones el ha sesgado la evaluación de la situación del conflicto llevado por su afán de logro inmediato.

Habermas señala que es conveniente en acciones de esta índole el cumplir que el orden jurídico en su totalidad debe quedar intacto. El transgresor de las reglas debe asumir las consecuencias de su acción. Y, se espera que ese transgresor esté dispuesto a reconocer  los  principios legitimadores de la Constitución y las leyes que ha transgredido'.

Y no se debe nunca olvidar que la carencia de formación cívica es tan dañina para la riqueza social como para los demás aspectos de la conviven.

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