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En caso de tsunami sálvese quien pueda

Los modelos de computadora prevén que con el peor tsunami probable para El Salvador el mar penetre unos 15 kilómetros en el Bajo Lempa y que deje bajo el agua poblados como Puerto El Triunfo, San Dionisio, San Luis La Herradura y parte de Acajutla. Decir que El Salvador carece de un plan de alerta temprana es excesivo: no tiene nada. Los sismos de agosto y septiembre pasado podrían ser factores de cambio, pero por ahora solo son anécdotas.

Lunes, 29 de octubre de 2012
Patricia Carías / Fotos: Mauro Arias

Puerto de Acajutla. Sonsonate. Fotos Mauro Arias
Puerto de Acajutla. Sonsonate. Fotos Mauro Arias

Iban a ser las 9 de la mañana del miércoles 5 de septiembre, cuando Hilton Aguilar recibió una llamada telefónica inesperada. Le llamaba un empleado del Servicio Nacional de Estudios Territoriales (SNET) que, sin preámbulos, le dijo: 'Estamos en alerta de tsunami'. Minutos antes, a las 8:42 a.m., había ocurrido un terremoto de magnitud 7.6 Richter en la costa pacífica costarricense, y a las 8:50 el Centro de Alertas de Tsunami en el Pacífico (PTWC, por sus siglas en inglés) emitió una advertencia para 11 países latinoamericanos, entre ellos El Salvador. Hilton, coordinador de Protección Civil en el barrio La Playa, en Acajutla, sabía que tenía que llamar al alcalde, que es el presidente de la mesa municipal de Protección Civil. Le llamó pero no le respondió. Apremiado, decidió llamar a Moisés Bonilla, el encargado del área de Proyección Social de la alcaldía. 'Él sí conoce sobre tsunamis porque él es el que ha estado metido en todas las capacitaciones', pensó Hilton.

—Mirá, del SNET me llamaron para decirme que hubo un temblor en Costa Rica y que hay alerta por un posible tsunami… ¡Llamemos de emergencia a todas las instituciones de la mesa de Protección Civil! —dijo Hilton a Bonilla. Lo que oyó como respuesta, sin embargo, lo dejó congelado.

—A pues convoquemos la reunión para la tarde —le dijo Bonilla, mientras Hilton podía imaginar el tsunami acercándose a la ciudad puerto.

Preocupado en extremo, Hilton decidió que tenía que insistir con el alcalde, y esta vez sí le recibió la llamada.

* * *

El océano ha penetrado 15 kilómetros tierra adentro en la zona del Bajo Lempa. La comunidad La Pirraya, de donde son oriundos varios de los jugadores de la selección de fútbol de playa, está bajo el agua. Los cascos urbanos de Puerto El Triunfo, San Dionisio y San Luis La Herradura también están bajo el agua. En Acajutla, unos 18 mil habitantes han sido impactados directamente por una ola que al romper en la playa alcanzó los 6 metros de altura, mientras que la zona turística de La Libertad sufrió el embate de un océano que trepó hasta los 7 metros de altura. Las autoridades estiman que el agua barrió el lugar donde habitan unas 250 mil personas en el peor maremoto de la historia en las costas de El Salvador. En algunos lugares los pobladores tuvieron, como máximo, 40 minutos para escapar del mar que se les venía encima, pero a otros apenas les dio unos 25 minutos.

Este escenario, descrito en un mapa elaborado a partir de modelos de computadora por encargo del SNET (ver ilustración a continuación), es el que podría producirse en caso de que un sismo de 8.1 grados Richter se produjera con epicentro a entre unos 100 y 200 kilómetros de las costas salvadoreñas, en la conocida como zona de subducción, donde se traslapan las placas de Cocos y del Caribe.


El mapa es el resultado de de una simulación que fusiona datos históricos sobre los terremotos más importantes ocurridos en el Océano Pacífico y que han provocado tsunamis que llegaron hasta las costas salvadoreñas. La cartografía es producto del proyecto 'Evaluación de tsunamis en las costas de El Salvador', que inició en octubre de 2009 con la participación del Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARN), la Fundación Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria y del Ministerio de Fomento de España, con financiamiento español. La primera fase del programa concluyó con la elaboración de un Catálogo de Tsunamis que incluye una especie de pronóstico de lo que podría ocurrir, dado el historial sismológico en el Pacífico y sus consecuencias en El Salvador, y las condiciones geográficas de este país y su costa.

El mapa muestra cuatro tipos de información: la previsión de cuánto podría penetrar el mar sobre la tierra, la estimación de la altura sobre el nivel del mar que podría alcanzar el agua del mar, la altura de la ola que golpearía la costa y el tiempo aproximado que podría tardar el tsunami en llegar a la costa desde el momento en que se produce el sismo. 

Según muestra el mapa, las zonas donde el mar podría penetrar más sobre la tierra son las de la Bahía de Jiquilisco, el Estero de Jaltepec y la zona del Bajo Lempa, en los departamentos de Usulután, San Vicente y La Paz. Estas son las zonas conocidas como planicies costeras, cuyos territorios en gran parte no alcanzan ni los 10 metros sobre el nivel del mar.

Solo en la Península San Juan del Gozo, en la Bahía de Jiquilisco, donde se registró un tsunami el 26 de agosto, viven unas 10 mil personas, según las estimaciones de Protección Civil.

Producto de la llegada del tsunami a la costa, el nivel más alto que alcanzaría el agua es de 7 metros, en la zona del puerto de La Libertad, y la parte de la costa que recibiría antes el embate del maremoto sería Acajutla, donde la población dispondría de unos 25 minutos para evacuar. En el oriente del país el lapso para dejar la zona de peligro se alargaría hasta los 40 minutos.

'Este mapa procuramos no dárselo a las personas que podrían ser afectadas para evitar mala interpretación', explica Jennifer Larreynaga, encargada de tsunamis en el Área de Hidrología del Observatorio Ambiental del MARN, cuando habla sobre la divulgación de la información que contiene el mapa. 'Este es solo el peor escenario teórico que usted se pueda imaginar', subraya. El SNET cuenta con este modelo desde abril de 2011.

La decisión de evacuar correspondería a los coordinadores de Protección Civil de las comunidades costeras. Uno de ellos es Hilton Aguilar, quien está a cargo del barrio La Playa. Hilton es robusto y moreno, tiene 47 años y habla con sarcasmo cuando se refiere a su trabajo como el coordinador del barrio La Playa: no figura en las planillas de trabajadores ni del MARN ni de Protección Civil ni de la Secretaría de Vulnerabilidad ni... Hace cuatro años comenzó a trabajar ad honorem con el Área de Hidrología del Observatorio Ambiental del MARN como parte de una red de líderes comunales que reportan cambios en el clima y las mareas.

El trabajo de Hilton es quizá unos de los más importantes para estas instituciones, dado que no solo les reporta qué está sucediendo en la costa, sino que también es quien recibe información de ellas para tomar acciones en su comunidad.

El barrio La Playa está formado por dos hileras paralelas de casas y champas que se extiende unos 320 metros a lo largo de la costa. En medio de ambas líneas de casas está el Bulevar 25 de Febrero. Solo en el Barrio La Playa viven unas 120 familias y según el cálculo del mismo alcalde, Darío Guadrón, en toda la zona junto a la playa habita la tercera parte de la población total de Acajutla, cerca de 18 mil personas.

La elaboración del mapa en manos del SNET no es nada más producto de un capricho. Es que los maremotos son una realidad que en la última década ha sorprendido al mundo con tragedias de colosales dimensiones, y dado que El Salvador se encuentra en una zona de intensa actividad sísmica, es probable que un día se produzca un tsunami con gran potencial destructivo en este país centroamericano.

En el mundo ha habido tres maremotos importantes desde 2004. Uno es el que el 25 de diciembre de 2004 causó decenas de miles de muertos desde el sureste asiático hasta el sur de la península india, y cuya ola llegó incluso hasta costas africanas. Un segundo es el de febrero de 2010, que golpeó las costas chilenas y provocó decenas de fallecidos antes de que los pobladores costeños pudieran reaccionar. El más reciente fue el de marzo de 2011, que provocó cerca de 20 mil muertos y un desastre de contaminación nuclear cuando la ola estropeó los sistemas de seguridad de la planta atómica de Fukushima y produjo escape de radiación.

En El Salvador los registros de tsunamis de origen local o lejano se remontan al 25 de agosto de 1859. En total, el SNET tiene en cuenta 11 maremotos ocurridos desde entonces hasta 1997, pero más allá de la fecha solo hay datos de dos de ellos. Uno ocurrió el 26 de febrero de 1902 debido a un terremoto de magnitud 7 grados en la escala de Richter ocurrido frente a las costas de El Salvador y Guatemala. En las zonas de Acajutla, en Sonsonate, y Barra de Santiago, en Ahuachapán, dejó 100 y 85 muertos, respectivamente. Las olas que provocó aquel sismo alcanzaron los 10 metros de altura, y aunque también fue detectado más hacia el oriente del país, como en las playas de La Paz, en esas zonas no provocó muertes.

Para averiguar el nivel de preparación de las autoridades y la población ante una amenaza de tsunami, El Faro visitó el municipio de Acajutla. En 1957 un maremoto originado en un sismo en Alaska impactó en Acajutla...

El otro que está vastamente documentado es uno ocurrido el 10 de marzo de 1957 debido a un terremoto de magnitud 8.1 ocurrido a miles de kilómetros de distancia: en las islas Aleutianas, en Alaska. El tsunami llegó a las costas de Acajutla en Sonsonate 15 horas después del sismo y causó daños en la costa salvadoreña y provocó algunas muertes. Entre las pérdidas materiales hubo daños al Puerto de Acajutla, que en ese entonces aún estaba en construcción.

Las versiones sobre este último hecho varían entre los habitantes de la costa de Acajutla y el dato que registran los científicos. Para Hilton la diferencia se resume en un solo punto. 'Los moradores antiguos no hablan de tsunamis porque no los conocen, hablan de olas grandes, de que el mar se salió y llegó hasta sus casas pero en SNET sí los tienen bien identificados'.

¿Y por qué ocurren estos fenómenos? El Salvador es uno de los países ubicados en el Cinturón de Fuego del Pacífico, este territorio en forma de media luna que abarca todas las zonas costeras de este océano conocido porque concentra las zonas de subducción de placas tectónicas más importantes del mundo. Es decir, los lugares donde unas capas tectónicas se hunden debajo de otras. En el caso de Centroamérica, la subducción se produce cuando la placa de Cocos, que se extiende hacia el mar frente a Centroamérica, se sumerge bajo la capa del Caribe, sobre cuyo territorio se encuentra El Salvador. El permanente choque entre ambas placas produce sismos, derrumbes subterráneos y erupciones volcánicas y otros fenómenos naturales por medio de los cuales la Tierra libera la energía que se va acumulando debido a la subducción. Cuando estos sismos se dan en el océano, ya sea en las profundidades del mar o en las costas, la energía se traduce en olas de gran magnitud, conocidas como maremotos, que se extienden por todo el océano en forma de ondas hasta llegar a las costas.

El Salvador está en una zona que en cualquier momento puede ser golpeado por tsunamis. Y, a pesar del modelo de peor escenario retratado en el mapa del SNET, y a pesar de que según las computadoras existe la posibilidad de que la Bahía de Jiquilisco sea arrasada en caso de un sismo de gran magnitud, hay que recordar que esas estimaciones no son más que producto de cálculos con múltiples variables.

Guillermo Morán, geólogo y catedrático de la Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad de El Salvador, está seguro de que en el caso de la Bahía de Jiquilisco, que en el mapa aparece como una de las zonas bajo mayor amenaza, hay un elemento que podría neutralizar en alguna medida el azote de una ola producida por un sismo: la vegetación. Los manglares, según Morán, jugarían un papel de disipadores de energía, con lo que es posible que resten importante potencial de daño a un tsunami.

* * *

-Aló, ¿me copia, me copia?…

Hilton le habla a un radio transmisor que sostiene con su mano izquierda y que le devuelve una respuesta ya prevista: silencio. Nadie le copia al otro lado.

-Aquí he pasado hasta una hora hablando y nadie me escucha -dice Hilton, mientras mueve las perillas del radio que le dio Protección Civil en septiembre de este año para mantenerse en contacto en caso de emergencia. A Hilton le gusta recordar el momento cuando les mostró a sus vecinos el radio que le dio Protección Civil.

-La gente aquí, me dijo: 'Ah, usted es un gran vivo. ¿Por qué no pidió radios para todos? Solo usted se va a salvar'… Ja, ja, ja -recuerda, con humor, la idea que la gente puede tener de cómo podría funcionar un sistema de alerta de tsunamis salvadoreño-. Si los radios ni señal tienen… ja, ja, ja, son de adorno...

El aparato, un Motorola, al parecer no le ha permitido enviar hasta ahora ningún tipo de mensaje. Cada vez que Hilton enciende el radio todo lo que escucha son las conversaciones de otros miembros de Protección Civil y aunque él quiera participar y presiona el botón lateral del radiotransmisor, nadie le responde.

-En esta comunidad estamos mal, de arriba hasta abajo. ¿Para dónde agarramos? Ni los radios sirven.

Hilton Aguilar armado con un radio que no sirve para comunicarse.
Hilton Aguilar armado con un radio que no sirve para comunicarse.

El secretario de Vulnerabilidad y director de Protección Civil, Jorge Meléndez, no oculta la situación de El Salvador. 'Estamos mal preparados', dice, lacónico. Se refiere a que no hay un plan de alerta temprana y prevención de riesgos por tsunami, aunque sí sabe lo que anuncia o sugiere el mapa del SNET.

Meléndez sabe qué hay en sociedades igualmente amenazadas por tsunamis que diseñaron mecanismos de alerta y prevención. Su ejemplo lo toma del sistema de alarmas a nivel de comunicación con el que contaba Japón el 11 de marzo de 2011, cuando fue embestido por un tsunami después de un terremoto de magnitud 8.4 en Richter. Murieron cerca de 20 mil personas a pesar de que Japón está considerado el país con el mejor sistema de prevención ante tsunamis en el mundo. Japón tiene un sistema de alarmas que cuatro minutos después del sismo lanza una alerta de tsunami automáticamente por medio de celulares, televisión, radio y correo electrónico. 'Nosotros solo tenemos un sistema de alarma vía teléfono… No existe un sistema de alarma. Necesitaríamos la ayuda de la Superintendencia de Telecomunicaciones y de todas las compañías telefónicas', comenta Meléndez.

Según el mapa del SNET, hay 174 cantones en riesgo, con una población que supera el cuarto de millón de personas: más de 257 mil habitantes. Una cantidad comparable con la población del municipio de Soyapango. Pero más allá de saber cuánta gente se encuentra bajo amenaza, es poco lo que hay. Por ejemplo, dice Meléndez, no hay diseño de rutas de escape. Tampoco hay un mecanismo para que la gente potencialmente afectada de manera directa se entere oportunamente de que se acerca un tsunami.

Meléndez intenta enviar un mensaje de calma, uno que evite que cunda el pánico. 'No debemos hacernos a la idea de que la gente está a punto de morir porque no hay plan'.

No hay plan, dice. Aunque, si se es riguroso, sí existe uno: Protección Civil tiene un Plan Nacional de Respuesta en el que se incluyen seis párrafos. En ellos se explica qué es un tsunami y cuáles son sus consecuencias. Además, señala nueve comunidades importantes en riesgo. 'La Unión, San Rafael de Tasajera, El Zapote, San Marcelino, La Libertad, El Majahual, Acajutla, Barra de Santiago y Garita Palmera. La Unión, La Libertad y Acajutla son los lugares donde se ubican los tres puertos más grandes de El Salvador y donde están concentrados la mayoría de los residentes de las costas', dice el documento. Fin del plan.

Meléndez recuerda el tsunami de 1957, cuando hubo horas de distancia entre el momento en que ocurrió el terremoto y la llegada de la ola a  El Salvador. 'Si se nos presenta un tsunami que viene desde lejos, podemos actuar. El sistema sí da para eso porque hay tiempo. Si se origina a mediana distancia, el problema serían las islas. Pero si nos da una o dos horas podemos resolver. Pero si es cercano y nos da media hora difícilmente podamos dar una respuesta en las islas. En esa situación extraordinaria no hay mucho que podamos hacer'.

Cuando habla de las islas se refiere a las islas en la Bahía de Jiquilisco, donde el 26 de agosto pasado, cuando El Salvador registró un sismo de 6.7 grados Richter frente a las costas de Usulután, una ola penetró 300 metros sobre tierra, arrastrando a algunos pobladores de Isla de Méndez.

Ese sismo se produjo en la zona donde se ubicaría el terremoto que dio lugar al mapa del SNET. En casos como este, cuando la población perciba un movimiento telúrico intenso y ante la carencia de un plan de alerta temprana, la experta del SNET en tsunamis, Jennifer Larreynaga, aconseja a los pobladores de la costa: '¡Que se alejen del mar sin que nadie les diga nada!', aconseja a los pobladores de la costa. Meléndez da el mismo consejo: 'La gente debe saber que si hay un terremoto fuerte ellos tienen que retirarse de la costa. Ellos no pueden estar esperando a que llegue la Fuerza Armada a sacarlos'.

Lo que muestra el mapa ha sido una preocupación latente entre las autoridades de Protección Civil. El domingo 26 de agosto el país se preparaba para ir a dormir e iniciar una semana laboral el lunes. El día se acercaba a su fin cuando el fantasma del momento más temido hizo su aparición. El PTWC emitió una alerta de tsunami para El Salvador. El Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) reportó que a las 10:37 p.m. (hora salvadoreña) había ocurrido un terremoto de magnitud 7.4 Richter a unos 100 kilómetros frente a las costas de Usulután. El epicentro estuvo localizado en el borde de la fosa que en el lecho marino se forma donde se encuentran las placas de Cocos y la del Caribe.

Aunque el sismo pasó inadvertido para muchas personas, incluso habitantes del oriente del país, cierto nivel de alarma cundió cuando 20 minutos más tarde el PTWC lanzó su alerta, y entonces las redes sociales se abarrotaron de mensajes que se referían a la emergencia.

La primera respuesta de las autoridades en SNET se registró a las 11:30 de la noche, es decir, casi una hora después de que se registrara el sismo. En ese momento, el mensaje se redujo a poner en duda la dimensión del sismo: 'Hay un error en la medición de la magnitud del sismo por parte de USGS'. Nada sobre la alerta de tsunami. Quizás demasiado tarde, tomando en cuenta que en su boletín de las 10:58 p.m., el PTWC estimó que si iba a producirse un tsunami este iba a llegar a Acajutla a las 11:43 de la noche.

Minutos más tarde, Meléndez notificó a los medios de comunicación que la magnitud que había registrado SNET era de 5.7 grados Richter. Curiosamente, unos instantes después, dio otra cifra: 6.7 grados. En sus declaraciones Meléndez descartó cualquier amenaza de tsunami. Para entonces, el Centro de Advertencia de Tsunamis del Pacífico ya había notificado que a las 11:40 p.m. se había detectado un leve cambio en el nivel del mar, atribuido al sismo.

¿Por qué el SNET o Protección Civil fueron incapaces de aclarar si habría tsunami o no? El PTWC precisaba en sus boletines que su advertencia no era más que una información guía para que las agencias u organismos locales en cada país tomaran las decisiones de evacuar o de no evacuar, según sus propias evaluaciones. Pero El Salvador no tenía evaluación propia como para lanzar una alerta temprana que permitiera decidir si había necesidad de evacuar.

El impedimento principal es que El Salvador carece de mareógrafos en el océano. Los mareógrafos son dispositivos que vigilan el nivel del mar y, si detectan un alza anormal o una ola anormalmente grande, reportan el dato para que las autoridades sepan si un tsunami se encamina hacia tierra. 'Ese es un problema', dice Larreynaga. La ingeniera encargada de realizar el monitoreo en SNET de cualquier cambio en el comportamiento del mar explica que para hacer su trabajo tiene que utilizar la información que registran los mareógrafos de otros países. El más cercano a las costas salvadoreñas es el que se ubica frente a las costas de México y Guatemala. De forma que la única manera de saber si realmente se ha formado un tsunami en el mar depende de que las olas lleguen primero a los sensores de los países vecinos. 'Todo depende de la suerte que tengamos de que haya un sensor cerca'.

El Salvador solo supo que ese temblor produjo un oleaje inusual cuando ya era demasiado tarde. Una ola de 2.6 metros de altura encontró a un centenar de recolectores de huevos de tortuga en la península San Juan del Gozo, en la Bahía de Jiquilisco. Los trabajadores aprovechaban la noche para hacer sus tareas en uno de los viveros de Isla de Méndez cuando fueron sorprendidos por el mar. Según la inspección que al día siguiente hicieron las autoridades de Protección Civil, el mar penetró unos 300 metros en tierra. No hubo muertos, aunque sí algunos lesionados.

Meléndez recuerda aquella noche, pero dice que el incremento súbito del nivel del mar esa vez no puede considerarse un tsunami. 'El 26 de agosto no se podía reaccionar porque el plan nacional no es focalizado ni para costas ni para tsunamis. El 26 de agosto no hubo un tsunami, ese tipo de olas ya las hemos tenido en otras ocasiones. ¿Cómo iba a ser un tsunami si el tsunami se genera en toda la costa? Eso de tsunami local son inventos'.

El susto del 26 de agosto hizo reaccionar a las autoridades. Meléndez dice que a raíz de aquella experiencia han iniciado capacitaciones sobre tsunamis para todo el personal de Protección Civil, y se está nombrando coordinadores en los municipios costeros, tal como ha sucedico con Hilton. Los coordinadores se encargan de adaptar los mapas de riesgos que ya existen, pero que básicamente reflejan las amenazas por inundaciones o deslizamientos de tierra. Su labor podría suponer incluso que tengan que elaborar nuevos mapas que identifiquen cantidad de población, lugares altos, vehículos disponibles y rutas de acceso.

A la fecha ya hay un producto concreto: un mapa de El Salvador en el que se traza una línea a lo largo de la costa que divide al territorio en dos partes. La franja junto a la costa es aquel terreno que está por debajo de los 10 metros sobre el nivel del mar (ver el mapa que se muestra más adelante). La franja interior supone el área que Protección Civil preliminarmente considera como la tierra meta, la zona a donde idealmente quisiera poder evacuar población en caso de amenaza de tsunami. Una tarea nada fácil, tomando en cuenta que poco más de un cuarto de millón de habitantes tendrían que salir rápidamente de lugares a menudo carentes de suficientes caminos y con los pocos caminos existentes en malas condiciones.

Para crear un plan de riesgos eficiente que incluya creación de más comisiones comunales de Protección Civil, capacitaciones y simulacros, Meléndez dice necesitar al menos 10 millones de dólares. 'Solo el Plan de Riesgo de Tsunami podría costar unos 3 millones', explica. Sin embargo, agrega, la situación económica del gobierno no permite atender esta necesidad.


* * *

Aquella mañana del 5 de septiembre, Hilton Aguilar estaba preocupado y decepcionado.

-A pues… Entonces convoquemos la reunión en la tarde -le respondió el encargado de Proyección Social de la Alcaldía de Acajutla cuando Hilton le anunció que estaban en alerta de tsunami.

-Ja, ja, ja… -rio Hilton, a pesar de su preocupación-. Mirá, ¿cómo la vas a hacer en la tarde si lo estamos esperando en menos de una hora?Si lo dejás para la tarde ya nos hemos ahogado y se ha muerto un montón de gente…

Pero sabía que seguir explicando equivalía a seguir perdiendo un tiempo valioso. 'Mejor terminé la llamada. Ya no le dije nada por no decir más', cuenta.

Entonces volvió a llamar al alcalde y respiró aliviado cuando escuchó la voz de Darío Guadrón. Para entonces ya habían transcurrido 45 minutos desde cuando el PTWC había lanzado la alerta de tsunami por el terremoto en Costa Rica.

-Hilton, permítame. Es que estoy en una reunión -le susurró Guadrón al otro lado del teléfono.

-Alcalde, una cosita nada más y perdóneme que lo interrumpa -insistió Hilton-: ha sucedido un terremoto en Costa Rica y estamos esperando un tsunami. ¡Convoquemos inmediatamente a la Comisión Municipal de Protección Civil!

-¡Ah! Permítame, me voy a salir de la reunión -dijo Guadrón, lo que aliviaba un poco la aflicción de Hilton. Un par de segundos después la esperanza de Hilton se volvió a desvanecer-. Híjole… -dijo el alcalde, ya fuera del salón donde tenía su reunión-, ¿y no sería mejor en la tarde? Hagámosla a las 2 -propuso.

Hilton no podía creer lo que le decía el principal responsable de actuar para intentar salvar a la comunidad en caso de amenaza de tsunami. Así que se armó de valor y dijo sus cosas con claridad:

-No, don Darío. Es que es ya o mejor no hacemos nada…

Y el alcalde no cedió. Hilton había gastado media hora intentando comunicarse con las autoridades municipales desde cuando recibió la llamada de la alerta de tsunami, para que el alcalde propusiera que la reunión de emergencia se realizara cinco horas después de que fuera lanzada la advertencia.

* * *

Aunque el panorama es desesperanzador, en Acajutla, donde unas 18 mil personas podrían ser impactadas directamente por un tsunami, hay una comunidad de 200 personas que sí tiene un plan rigurosamente elaborado para afrontar una emergencia por tsunami. En el papel, estas 200 personas tienen capacidad para ponerse a salvo en caso de un maremoto. Tienen definidas con precisión las cuatro rutas de evacuación, el número de vehículos que transportarían a los miembros de la comunidad, por cuál de cuatro salidas debe evacuar cada quién, quiénes están a cargo de cada grupo de evacuación... tienen precisados los tiempos de evacuación y los lugares seguros a los cuales dirigirse. En caso de alerta de tsunami, alarmas sonoras advertirían a los trabajadores de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) que tienen que dejar las instalaciones del Puerto de Acajutla.

En el puerto laboran 200 empleados de CEPA, además de los de las compañías que descargan productos en el puerto que van desde granos básicos hasta petróleo. El Puerto de Acajutla inició operaciones el 21 de abril de 1961 y desde esa fecha se han enfrentado en más de una ocasión a las inclemencias del tiempo.

Desde 2009, empleados del puerto recibieron una capacitación con SNET para realizar un plan de evacuación en caso de emergencia por tsunamis.

En el plan todo está detallado milimétricamente. 'En caso de un terremoto, si hay alerta de tsunami, los de SNET nos van a avisar y de inmediato se armarían los equipos de evacuación. La alarma de CEPA sonaría tres veces seguidas, los empleados irían a los vehículos de evacuación y en cuestión de 20 a 30 minutos esperamos haber salido todos hacia el obelisco', dice Benito Lemus, encargado de riesgo que está en contacto directo con personal del SNET.

El obelisco que menciona Lemus es un monumento que está a la entrada de Acajutla, justo frente a la carretera que lleva a Sonsonate. Este es el lugar más seguro en la zona dado que se encuentra a 40 metros sobre el nivel del mar y a un kilómetro de la costa.

Acajutla es una zona que cuenta solo con una salida y una entrada, la carretera que la une a Sonsonate. Esta es el único punto por el cual podrían evacuar los 18 mil pobladores costeros del municipio, además de los empleados del Puerto de Acajutla y cerca de 20 empresas multinacionales que tienen sus instalaciones prácticamente a las orillas del mar, como Texaco, Fertica, Alcasa y la Refinería Salvadoreña de Petróleo.

El alcalde Darío Ramos dice estar consciente de la amenaza, pero también de las carencias. 'Por hoy no hay un mecanismo de alerta temprana. El plan que tenemos es el de contingencia, que es el mismo mapa de inundaciones', explica.

El plan del que habla Guadrón es uno que en caso de emergencia les indica a los pobladores de la zona que se acerquen al punto de reunión, frente a la playa. Justo donde se supone que impactaría con toda su fuerza un tsunami.

* * *

Mapa de evacuación del barrio
Mapa de evacuación del barrio 'La Playa' de Acajutla.

Aquella mañana del 5 de septiembre, Hilton ya había desperdiciado 30 valiosos minutos, pero no iba a quedarse de brazos cruzados: había que observar el mar.

-Nos fuimos a la playa para ver la marea, para ver si el agua se quitaba de donde debía estar porque conocíamos los tiempos de la marea y sabíamos que si venía un tsunami no íbamos a ver el agua.

La decisión de Hilton ha sido motivo de mofa para algunos de los pobladores del barrio La Playa. Uno de ellos es Felipe Salinas, un hombre de 78 años de edad que hace 55 años construyó su casa frente al mar. 'Cuando dijeron que iba a haber un tsunami, aquí estaba esto lleno de gente', dice Felipe, mientras apunta con el dedo índice hacia la playa que las hace de patio trasero de su casa. 'La gente se dejó venir… gran ignorancia', comenta. Él no quiso salir por temor a que dejar sola su casa supusiera que los ladrones le hurtaran sus bienes.

Los que llegaron a la playa eran aquellos que seguían el plan de evacuación de la comunidad. Ese plan que saluda a todo el que entra en el barrio La Playa. Es un cartel titulado 'Mapa de Riesgo'. Ahí aparecen todas las veredas de la comunidad, casa por casa, se señalan las zonas seguras, con especial énfasis también se señala un círculo de color negro al que se le llama 'punto de reunión'. Ese punto se ubica precisamente frente a la casa de Felipe. Ahí se reunió la comunidad el 5 de septiembre para ver si realmente venía un tsunami. Si iba a haber tsunami, los pobladores sabían que antes el mar iba a retirarse de la playa para, instantes después, volver con fuerza.

Después de un tiempo de observar el mar, la paz pareció volver al barrio. Uno a uno los pobladores fueron regresando a sus casas y a sus actividades. El mar no dejó de ser el mismo. Y el tsunami, por fortuna para esta comunidad, nunca llegó.

Después de aquel día Hilton recibió capacitaciones sobre tsunamis de parte de Protección Civil y adaptó los planes de evacuación de riesgo por inundaciones que existía en su comunidad a uno de evacuación en caso de tsunami. El plan consiste en esto: correr a lo largo del Bulevar 25 de Febrero hasta llegar a la alcaldía.

-Esa zona está a 15 metros sobre el nivel del mar -explica Hilton.

-Me parece raro que usted diga que hay que ir a la playa, porque lo que dicen los del SNET es que la gente se tiene que alejar del mar.

-No, no, tenemos que ir a ver el mar para ver si el agua está ahí o no. Con el tsunami el mar se hace pachito.

-¿Y qué van a hacer si ven que el mar ya se retiró? ¿Esperarían confirmación o qué?

-¡Aaaah, nooo, entonces no vamos a esperar confirmación, nos vamos a ir!

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El mapa es el resultado de de una simulación que fusiona datos históricos sobre los terremotos más importantes ocurridos en el Océano Pacífico y que han provocado tsunamis que llegaron hasta las costas salvadoreñas. La cartografía es producto del proyecto 'Evaluación de tsunamis en las costas de El Salvador', que inició en octubre de 2009 con la participación del Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARN), la Fundación Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria y del Ministerio de Fomento de España, con financiamiento español. La primera fase del programa concluyó con la elaboración de un Catálogo de Tsunamis que incluye una especie de pronóstico de lo que podría ocurrir, dado el historial sismológico en el Pacífico y sus consecuencias en El Salvador, y las condiciones geográficas de este país y su costa.

El mapa muestra cuatro tipos de información: la previsión de cuánto podría penetrar el mar sobre la tierra, la estimación de la altura sobre el nivel del mar que podría alcanzar el agua del mar, la altura de la ola que golpearía la costa y el tiempo aproximado que podría tardar el tsunami en llegar a la costa desde el momento en que se produce el sismo. 

Según muestra el mapa, las zonas donde el mar podría penetrar más sobre la tierra son las de la Bahía de Jiquilisco, el Estero de Jaltepec y la zona del Bajo Lempa, en los departamentos de Usulután, San Vicente y La Paz. Estas son las zonas conocidas como planicies costeras, cuyos territorios en gran parte no alcanzan ni los 10 metros sobre el nivel del mar.

Solo en la Península San Juan del Gozo, en la Bahía de Jiquilisco, donde se registró un tsunami el 26 de agosto, viven unas 10 mil personas, según las estimaciones de Protección Civil.

Producto de la llegada del tsunami a la costa, el nivel más alto que alcanzaría el agua es de 7 metros, en la zona del puerto de La Libertad, y la parte de la costa que recibiría antes el embate del maremoto sería Acajutla, donde la población dispondría de unos 25 minutos para evacuar. En el oriente del país el lapso para dejar la zona de peligro se alargaría hasta los 40 minutos.

'Este mapa procuramos no dárselo a las personas que podrían ser afectadas para evitar mala interpretación', explica Jennifer Larreynaga, encargada de tsunamis en el Área de Hidrología del Observatorio Ambiental del MARN, cuando habla sobre la divulgación de la información que contiene el mapa. 'Este es solo el peor escenario teórico que usted se pueda imaginar', subraya. El SNET cuenta con este modelo desde abril de 2011.

La decisión de evacuar correspondería a los coordinadores de Protección Civil de las comunidades costeras. Uno de ellos es Hilton Aguilar, quien está a cargo del barrio La Playa. Hilton es robusto y moreno, tiene 47 años y habla con sarcasmo cuando se refiere a su trabajo como el coordinador del barrio La Playa: no figura en las planillas de trabajadores ni del MARN ni de Protección Civil ni de la Secretaría de Vulnerabilidad ni... Hace cuatro años comenzó a trabajar ad honorem con el Área de Hidrología del Observatorio Ambiental del MARN como parte de una red de líderes comunales que reportan cambios en el clima y las mareas.

El trabajo de Hilton es quizá unos de los más importantes para estas instituciones, dado que no solo les reporta qué está sucediendo en la costa, sino que también es quien recibe información de ellas para tomar acciones en su comunidad.

El barrio La Playa está formado por dos hileras paralelas de casas y champas que se extiende unos 320 metros a lo largo de la costa. En medio de ambas líneas de casas está el Bulevar 25 de Febrero. Solo en el Barrio La Playa viven unas 120 familias y según el cálculo del mismo alcalde, Darío Guadrón, en toda la zona junto a la playa habita la tercera parte de la población total de Acajutla, cerca de 18 mil personas.

La elaboración del mapa en manos del SNET no es nada más producto de un capricho. Es que los maremotos son una realidad que en la última década ha sorprendido al mundo con tragedias de colosales dimensiones, y dado que El Salvador se encuentra en una zona de intensa actividad sísmica, es probable que un día se produzca un tsunami con gran potencial destructivo en este país centroamericano.

En el mundo ha habido tres maremotos importantes desde 2004. Uno es el que el 25 de diciembre de 2004 causó decenas de miles de muertos desde el sureste asiático hasta el sur de la península india, y cuya ola llegó incluso hasta costas africanas. Un segundo es el de febrero de 2010, que golpeó las costas chilenas y provocó decenas de fallecidos antes de que los pobladores costeños pudieran reaccionar. El más reciente fue el de marzo de 2011, que provocó cerca de 20 mil muertos y un desastre de contaminación nuclear cuando la ola estropeó los sistemas de seguridad de la planta atómica de Fukushima y produjo escape de radiación.

En El Salvador los registros de tsunamis de origen local o lejano se remontan al 25 de agosto de 1859. En total, el SNET tiene en cuenta 11 maremotos ocurridos desde entonces hasta 1997, pero más allá de la fecha solo hay datos de dos de ellos. Uno ocurrió el 26 de febrero de 1902 debido a un terremoto de magnitud 7 grados en la escala de Richter ocurrido frente a las costas de El Salvador y Guatemala. En las zonas de Acajutla, en Sonsonate, y Barra de Santiago, en Ahuachapán, dejó 100 y 85 muertos, respectivamente. Las olas que provocó aquel sismo alcanzaron los 10 metros de altura, y aunque también fue detectado más hacia el oriente del país, como en las playas de La Paz, en esas zonas no provocó muertes.


Fotos: El día que llegue la gran ola
Para averiguar el nivel de preparación de las autoridades y la población ante una amenaza de tsunami, El Faro visitó el municipio de Acajutla. En 1957 un maremoto originado en un sismo en Alaska impactó en Acajutla...

El otro que está vastamente documentado es uno ocurrido el 10 de marzo de 1957 debido a un terremoto de magnitud 8.1 ocurrido a miles de kilómetros de distancia: en las islas Aleutianas, en Alaska. El tsunami llegó a las costas de Acajutla en Sonsonate 15 horas después del sismo y causó daños en la costa salvadoreña y provocó algunas muertes. Entre las pérdidas materiales hubo daños al Puerto de Acajutla, que en ese entonces aún estaba en construcción.

Las versiones sobre este último hecho varían entre los habitantes de la costa de Acajutla y el dato que registran los científicos. Para Hilton la diferencia se resume en un solo punto. 'Los moradores antiguos no hablan de tsunamis porque no los conocen, hablan de olas grandes, de que el mar se salió y llegó hasta sus casas pero en SNET sí los tienen bien identificados'.

¿Y por qué ocurren estos fenómenos? El Salvador es uno de los países ubicados en el Cinturón de Fuego del Pacífico, este territorio en forma de media luna que abarca todas las zonas costeras de este océano conocido porque concentra las zonas de subducción de placas tectónicas más importantes del mundo. Es decir, los lugares donde unas capas tectónicas se hunden debajo de otras. En el caso de Centroamérica, la subducción se produce cuando la placa de Cocos, que se extiende hacia el mar frente a Centroamérica, se sumerge bajo la capa del Caribe, sobre cuyo territorio se encuentra El Salvador. El permanente choque entre ambas placas produce sismos, derrumbes subterráneos y erupciones volcánicas y otros fenómenos naturales por medio de los cuales la Tierra libera la energía que se va acumulando debido a la subducción. Cuando estos sismos se dan en el océano, ya sea en las profundidades del mar o en las costas, la energía se traduce en olas de gran magnitud, conocidas como maremotos, que se extienden por todo el océano en forma de ondas hasta llegar a las costas.

El Salvador está en una zona que en cualquier momento puede ser golpeado por tsunamis. Y, a pesar del modelo de peor escenario retratado en el mapa del SNET, y a pesar de que según las computadoras existe la posibilidad de que la Bahía de Jiquilisco sea arrasada en caso de un sismo de gran magnitud, hay que recordar que esas estimaciones no son más que producto de cálculos con múltiples variables.

Guillermo Morán, geólogo y catedrático de la Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad de El Salvador, está seguro de que en el caso de la Bahía de Jiquilisco, que en el mapa aparece como una de las zonas bajo mayor amenaza, hay un elemento que podría neutralizar en alguna medida el azote de una ola producida por un sismo: la vegetación. Los manglares, según Morán, jugarían un papel de disipadores de energía, con lo que es posible que resten importante potencial de daño a un tsunami.

* * *

-Aló, ¿me copia, me copia?…

Hilton le habla a un radio transmisor que sostiene con su mano izquierda y que le devuelve una respuesta ya prevista: silencio. Nadie le copia al otro lado.

-Aquí he pasado hasta una hora hablando y nadie me escucha -dice Hilton, mientras mueve las perillas del radio que le dio Protección Civil en septiembre de este año para mantenerse en contacto en caso de emergencia. A Hilton le gusta recordar el momento cuando les mostró a sus vecinos el radio que le dio Protección Civil.

-La gente aquí, me dijo: 'Ah, usted es un gran vivo. ¿Por qué no pidió radios para todos? Solo usted se va a salvar'… Ja, ja, ja -recuerda, con humor, la idea que la gente puede tener de cómo podría funcionar un sistema de alerta de tsunamis salvadoreño-. Si los radios ni señal tienen… ja, ja, ja, son de adorno...

El aparato, un Motorola, al parecer no le ha permitido enviar hasta ahora ningún tipo de mensaje. Cada vez que Hilton enciende el radio todo lo que escucha son las conversaciones de otros miembros de Protección Civil y aunque él quiera participar y presiona el botón lateral del radiotransmisor, nadie le responde.

-En esta comunidad estamos mal, de arriba hasta abajo. ¿Para dónde agarramos? Ni los radios sirven.

Hilton Aguilar armado con un radio que no sirve para comunicarse.
Hilton Aguilar armado con un radio que no sirve para comunicarse.

El secretario de Vulnerabilidad y director de Protección Civil, Jorge Meléndez, no oculta la situación de El Salvador. 'Estamos mal preparados', dice, lacónico. Se refiere a que no hay un plan de alerta temprana y prevención de riesgos por tsunami, aunque sí sabe lo que anuncia o sugiere el mapa del SNET.

Meléndez sabe qué hay en sociedades igualmente amenazadas por tsunamis que diseñaron mecanismos de alerta y prevención. Su ejemplo lo toma del sistema de alarmas a nivel de comunicación con el que contaba Japón el 11 de marzo de 2011, cuando fue embestido por un tsunami después de un terremoto de magnitud 8.4 en Richter. Murieron cerca de 20 mil personas a pesar de que Japón está considerado el país con el mejor sistema de prevención ante tsunamis en el mundo. Japón tiene un sistema de alarmas que cuatro minutos después del sismo lanza una alerta de tsunami automáticamente por medio de celulares, televisión, radio y correo electrónico. 'Nosotros solo tenemos un sistema de alarma vía teléfono… No existe un sistema de alarma. Necesitaríamos la ayuda de la Superintendencia de Telecomunicaciones y de todas las compañías telefónicas', comenta Meléndez.

Según el mapa del SNET, hay 174 cantones en riesgo, con una población que supera el cuarto de millón de personas: más de 257 mil habitantes. Una cantidad comparable con la población del municipio de Soyapango. Pero más allá de saber cuánta gente se encuentra bajo amenaza, es poco lo que hay. Por ejemplo, dice Meléndez, no hay diseño de rutas de escape. Tampoco hay un mecanismo para que la gente potencialmente afectada de manera directa se entere oportunamente de que se acerca un tsunami.

Meléndez intenta enviar un mensaje de calma, uno que evite que cunda el pánico. 'No debemos hacernos a la idea de que la gente está a punto de morir porque no hay plan'.

No hay plan, dice. Aunque, si se es riguroso, sí existe uno: Protección Civil tiene un Plan Nacional de Respuesta en el que se incluyen seis párrafos. En ellos se explica qué es un tsunami y cuáles son sus consecuencias. Además, señala nueve comunidades importantes en riesgo. 'La Unión, San Rafael de Tasajera, El Zapote, San Marcelino, La Libertad, El Majahual, Acajutla, Barra de Santiago y Garita Palmera. La Unión, La Libertad y Acajutla son los lugares donde se ubican los tres puertos más grandes de El Salvador y donde están concentrados la mayoría de los residentes de las costas', dice el documento. Fin del plan.

Meléndez recuerda el tsunami de 1957, cuando hubo horas de distancia entre el momento en que ocurrió el terremoto y la llegada de la ola a  El Salvador. 'Si se nos presenta un tsunami que viene desde lejos, podemos actuar. El sistema sí da para eso porque hay tiempo. Si se origina a mediana distancia, el problema serían las islas. Pero si nos da una o dos horas podemos resolver. Pero si es cercano y nos da media hora difícilmente podamos dar una respuesta en las islas. En esa situación extraordinaria no hay mucho que podamos hacer'.

Cuando habla de las islas se refiere a las islas en la Bahía de Jiquilisco, donde el 26 de agosto pasado, cuando El Salvador registró un sismo de 6.7 grados Richter frente a las costas de Usulután, una ola penetró 300 metros sobre tierra, arrastrando a algunos pobladores de Isla de Méndez.

Ese sismo se produjo en la zona donde se ubicaría el terremoto que dio lugar al mapa del SNET. En casos como este, cuando la población perciba un movimiento telúrico intenso y ante la carencia de un plan de alerta temprana, la experta del SNET en tsunamis, Jennifer Larreynaga, aconseja a los pobladores de la costa: '¡Que se alejen del mar sin que nadie les diga nada!', aconseja a los pobladores de la costa. Meléndez da el mismo consejo: 'La gente debe saber que si hay un terremoto fuerte ellos tienen que retirarse de la costa. Ellos no pueden estar esperando a que llegue la Fuerza Armada a sacarlos'.

Lo que muestra el mapa ha sido una preocupación latente entre las autoridades de Protección Civil. El domingo 26 de agosto el país se preparaba para ir a dormir e iniciar una semana laboral el lunes. El día se acercaba a su fin cuando el fantasma del momento más temido hizo su aparición. El PTWC emitió una alerta de tsunami para El Salvador. El Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) reportó que a las 10:37 p.m. (hora salvadoreña) había ocurrido un terremoto de magnitud 7.4 Richter a unos 100 kilómetros frente a las costas de Usulután. El epicentro estuvo localizado en el borde de la fosa que en el lecho marino se forma donde se encuentran las placas de Cocos y la del Caribe.

Aunque el sismo pasó inadvertido para muchas personas, incluso habitantes del oriente del país, cierto nivel de alarma cundió cuando 20 minutos más tarde el PTWC lanzó su alerta, y entonces las redes sociales se abarrotaron de mensajes que se referían a la emergencia.

La primera respuesta de las autoridades en SNET se registró a las 11:30 de la noche, es decir, casi una hora después de que se registrara el sismo. En ese momento, el mensaje se redujo a poner en duda la dimensión del sismo: 'Hay un error en la medición de la magnitud del sismo por parte de USGS'. Nada sobre la alerta de tsunami. Quizás demasiado tarde, tomando en cuenta que en su boletín de las 10:58 p.m., el PTWC estimó que si iba a producirse un tsunami este iba a llegar a Acajutla a las 11:43 de la noche.

Minutos más tarde, Meléndez notificó a los medios de comunicación que la magnitud que había registrado SNET era de 5.7 grados Richter. Curiosamente, unos instantes después, dio otra cifra: 6.7 grados. En sus declaraciones Meléndez descartó cualquier amenaza de tsunami. Para entonces, el Centro de Advertencia de Tsunamis del Pacífico ya había notificado que a las 11:40 p.m. se había detectado un leve cambio en el nivel del mar, atribuido al sismo.

¿Por qué el SNET o Protección Civil fueron incapaces de aclarar si habría tsunami o no? El PTWC precisaba en sus boletines que su advertencia no era más que una información guía para que las agencias u organismos locales en cada país tomaran las decisiones de evacuar o de no evacuar, según sus propias evaluaciones. Pero El Salvador no tenía evaluación propia como para lanzar una alerta temprana que permitiera decidir si había necesidad de evacuar.

El impedimento principal es que El Salvador carece de mareógrafos en el océano. Los mareógrafos son dispositivos que vigilan el nivel del mar y, si detectan un alza anormal o una ola anormalmente grande, reportan el dato para que las autoridades sepan si un tsunami se encamina hacia tierra. 'Ese es un problema', dice Larreynaga. La ingeniera encargada de realizar el monitoreo en SNET de cualquier cambio en el comportamiento del mar explica que para hacer su trabajo tiene que utilizar la información que registran los mareógrafos de otros países. El más cercano a las costas salvadoreñas es el que se ubica frente a las costas de México y Guatemala. De forma que la única manera de saber si realmente se ha formado un tsunami en el mar depende de que las olas lleguen primero a los sensores de los países vecinos. 'Todo depende de la suerte que tengamos de que haya un sensor cerca'.

El Salvador solo supo que ese temblor produjo un oleaje inusual cuando ya era demasiado tarde. Una ola de 2.6 metros de altura encontró a un centenar de recolectores de huevos de tortuga en la península San Juan del Gozo, en la Bahía de Jiquilisco. Los trabajadores aprovechaban la noche para hacer sus tareas en uno de los viveros de Isla de Méndez cuando fueron sorprendidos por el mar. Según la inspección que al día siguiente hicieron las autoridades de Protección Civil, el mar penetró unos 300 metros en tierra. No hubo muertos, aunque sí algunos lesionados.

Meléndez recuerda aquella noche, pero dice que el incremento súbito del nivel del mar esa vez no puede considerarse un tsunami. 'El 26 de agosto no se podía reaccionar porque el plan nacional no es focalizado ni para costas ni para tsunamis. El 26 de agosto no hubo un tsunami, ese tipo de olas ya las hemos tenido en otras ocasiones. ¿Cómo iba a ser un tsunami si el tsunami se genera en toda la costa? Eso de tsunami local son inventos'.

El susto del 26 de agosto hizo reaccionar a las autoridades. Meléndez dice que a raíz de aquella experiencia han iniciado capacitaciones sobre tsunamis para todo el personal de Protección Civil, y se está nombrando coordinadores en los municipios costeros, tal como ha sucedico con Hilton. Los coordinadores se encargan de adaptar los mapas de riesgos que ya existen, pero que básicamente reflejan las amenazas por inundaciones o deslizamientos de tierra. Su labor podría suponer incluso que tengan que elaborar nuevos mapas que identifiquen cantidad de población, lugares altos, vehículos disponibles y rutas de acceso.

A la fecha ya hay un producto concreto: un mapa de El Salvador en el que se traza una línea a lo largo de la costa que divide al territorio en dos partes. La franja junto a la costa es aquel terreno que está por debajo de los 10 metros sobre el nivel del mar (ver el mapa que se muestra más adelante). La franja interior supone el área que Protección Civil preliminarmente considera como la tierra meta, la zona a donde idealmente quisiera poder evacuar población en caso de amenaza de tsunami. Una tarea nada fácil, tomando en cuenta que poco más de un cuarto de millón de habitantes tendrían que salir rápidamente de lugares a menudo carentes de suficientes caminos y con los pocos caminos existentes en malas condiciones.

Para crear un plan de riesgos eficiente que incluya creación de más comisiones comunales de Protección Civil, capacitaciones y simulacros, Meléndez dice necesitar al menos 10 millones de dólares. 'Solo el Plan de Riesgo de Tsunami podría costar unos 3 millones', explica. Sin embargo, agrega, la situación económica del gobierno no permite atender esta necesidad.


* * *

Aquella mañana del 5 de septiembre, Hilton Aguilar estaba preocupado y decepcionado.

-A pues… Entonces convoquemos la reunión en la tarde -le respondió el encargado de Proyección Social de la Alcaldía de Acajutla cuando Hilton le anunció que estaban en alerta de tsunami.

-Ja, ja, ja… -rio Hilton, a pesar de su preocupación-. Mirá, ¿cómo la vas a hacer en la tarde si lo estamos esperando en menos de una hora?Si lo dejás para la tarde ya nos hemos ahogado y se ha muerto un montón de gente…

Pero sabía que seguir explicando equivalía a seguir perdiendo un tiempo valioso. 'Mejor terminé la llamada. Ya no le dije nada por no decir más', cuenta.

Entonces volvió a llamar al alcalde y respiró aliviado cuando escuchó la voz de Darío Guadrón. Para entonces ya habían transcurrido 45 minutos desde cuando el PTWC había lanzado la alerta de tsunami por el terremoto en Costa Rica.

-Hilton, permítame. Es que estoy en una reunión -le susurró Guadrón al otro lado del teléfono.

-Alcalde, una cosita nada más y perdóneme que lo interrumpa -insistió Hilton-: ha sucedido un terremoto en Costa Rica y estamos esperando un tsunami. ¡Convoquemos inmediatamente a la Comisión Municipal de Protección Civil!

-¡Ah! Permítame, me voy a salir de la reunión -dijo Guadrón, lo que aliviaba un poco la aflicción de Hilton. Un par de segundos después la esperanza de Hilton se volvió a desvanecer-. Híjole… -dijo el alcalde, ya fuera del salón donde tenía su reunión-, ¿y no sería mejor en la tarde? Hagámosla a las 2 -propuso.

Hilton no podía creer lo que le decía el principal responsable de actuar para intentar salvar a la comunidad en caso de amenaza de tsunami. Así que se armó de valor y dijo sus cosas con claridad:

-No, don Darío. Es que es ya o mejor no hacemos nada…

Y el alcalde no cedió. Hilton había gastado media hora intentando comunicarse con las autoridades municipales desde cuando recibió la llamada de la alerta de tsunami, para que el alcalde propusiera que la reunión de emergencia se realizara cinco horas después de que fuera lanzada la advertencia.

* * *

Aunque el panorama es desesperanzador, en Acajutla, donde unas 18 mil personas podrían ser impactadas directamente por un tsunami, hay una comunidad de 200 personas que sí tiene un plan rigurosamente elaborado para afrontar una emergencia por tsunami. En el papel, estas 200 personas tienen capacidad para ponerse a salvo en caso de un maremoto. Tienen definidas con precisión las cuatro rutas de evacuación, el número de vehículos que transportarían a los miembros de la comunidad, por cuál de cuatro salidas debe evacuar cada quién, quiénes están a cargo de cada grupo de evacuación... tienen precisados los tiempos de evacuación y los lugares seguros a los cuales dirigirse. En caso de alerta de tsunami, alarmas sonoras advertirían a los trabajadores de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) que tienen que dejar las instalaciones del Puerto de Acajutla.

En el puerto laboran 200 empleados de CEPA, además de los de las compañías que descargan productos en el puerto que van desde granos básicos hasta petróleo. El Puerto de Acajutla inició operaciones el 21 de abril de 1961 y desde esa fecha se han enfrentado en más de una ocasión a las inclemencias del tiempo.

Desde 2009, empleados del puerto recibieron una capacitación con SNET para realizar un plan de evacuación en caso de emergencia por tsunamis.

En el plan todo está detallado milimétricamente. 'En caso de un terremoto, si hay alerta de tsunami, los de SNET nos van a avisar y de inmediato se armarían los equipos de evacuación. La alarma de CEPA sonaría tres veces seguidas, los empleados irían a los vehículos de evacuación y en cuestión de 20 a 30 minutos esperamos haber salido todos hacia el obelisco', dice Benito Lemus, encargado de riesgo que está en contacto directo con personal del SNET.

El obelisco que menciona Lemus es un monumento que está a la entrada de Acajutla, justo frente a la carretera que lleva a Sonsonate. Este es el lugar más seguro en la zona dado que se encuentra a 40 metros sobre el nivel del mar y a un kilómetro de la costa.

Acajutla es una zona que cuenta solo con una salida y una entrada, la carretera que la une a Sonsonate. Esta es el único punto por el cual podrían evacuar los 18 mil pobladores costeros del municipio, además de los empleados del Puerto de Acajutla y cerca de 20 empresas multinacionales que tienen sus instalaciones prácticamente a las orillas del mar, como Texaco, Fertica, Alcasa y la Refinería Salvadoreña de Petróleo.

El alcalde Darío Ramos dice estar consciente de la amenaza, pero también de las carencias. 'Por hoy no hay un mecanismo de alerta temprana. El plan que tenemos es el de contingencia, que es el mismo mapa de inundaciones', explica.

El plan del que habla Guadrón es uno que en caso de emergencia les indica a los pobladores de la zona que se acerquen al punto de reunión, frente a la playa. Justo donde se supone que impactaría con toda su fuerza un tsunami.

* * *

Mapa de evacuación del barrio
Mapa de evacuación del barrio 'La Playa' de Acajutla.

Aquella mañana del 5 de septiembre, Hilton ya había desperdiciado 30 valiosos minutos, pero no iba a quedarse de brazos cruzados: había que observar el mar.

-Nos fuimos a la playa para ver la marea, para ver si el agua se quitaba de donde debía estar porque conocíamos los tiempos de la marea y sabíamos que si venía un tsunami no íbamos a ver el agua.

La decisión de Hilton ha sido motivo de mofa para algunos de los pobladores del barrio La Playa. Uno de ellos es Felipe Salinas, un hombre de 78 años de edad que hace 55 años construyó su casa frente al mar. 'Cuando dijeron que iba a haber un tsunami, aquí estaba esto lleno de gente', dice Felipe, mientras apunta con el dedo índice hacia la playa que las hace de patio trasero de su casa. 'La gente se dejó venir… gran ignorancia', comenta. Él no quiso salir por temor a que dejar sola su casa supusiera que los ladrones le hurtaran sus bienes.

Los que llegaron a la playa eran aquellos que seguían el plan de evacuación de la comunidad. Ese plan que saluda a todo el que entra en el barrio La Playa. Es un cartel titulado 'Mapa de Riesgo'. Ahí aparecen todas las veredas de la comunidad, casa por casa, se señalan las zonas seguras, con especial énfasis también se señala un círculo de color negro al que se le llama 'punto de reunión'. Ese punto se ubica precisamente frente a la casa de Felipe. Ahí se reunió la comunidad el 5 de septiembre para ver si realmente venía un tsunami. Si iba a haber tsunami, los pobladores sabían que antes el mar iba a retirarse de la playa para, instantes después, volver con fuerza.

Después de un tiempo de observar el mar, la paz pareció volver al barrio. Uno a uno los pobladores fueron regresando a sus casas y a sus actividades. El mar no dejó de ser el mismo. Y el tsunami, por fortuna para esta comunidad, nunca llegó.

Después de aquel día Hilton recibió capacitaciones sobre tsunamis de parte de Protección Civil y adaptó los planes de evacuación de riesgo por inundaciones que existía en su comunidad a uno de evacuación en caso de tsunami. El plan consiste en esto: correr a lo largo del Bulevar 25 de Febrero hasta llegar a la alcaldía.

-Esa zona está a 15 metros sobre el nivel del mar -explica Hilton.

-Me parece raro que usted diga que hay que ir a la playa, porque lo que dicen los del SNET es que la gente se tiene que alejar del mar.

-No, no, tenemos que ir a ver el mar para ver si el agua está ahí o no. Con el tsunami el mar se hace pachito.

-¿Y qué van a hacer si ven que el mar ya se retiró? ¿Esperarían confirmación o qué?

-¡Aaaah, nooo, entonces no vamos a esperar confirmación, nos vamos a ir!

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