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Los fantasmas del Salón Azul de la Asamblea

La Asamblea Legislativa vivió una jornada estresante este jueves, cuando la mayoría de grupos parlamentarios despotricó contra la Sala de lo Constitucional por admitir una demanda que pide la eliminación de una comisión investigadora legislativa, mientras los diputados de Arena volvieron a sufrir la paranoia de las traiciones entre sus filas, con un diputado Ochoa Pérez anunciando otro voto disidente.

Viernes, 12 de octubre de 2012
Gabriel Labrador

Los diputados de la Asamblea Legislativa protagonizaron una tensa plenaria este jueves provocada, en primer lugar, por una verborrea que duró casi tres horas en contra de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y, en segundo lugar, por los rumores de fuga de legisladores de las filas areneras.

Desde media mañana hubo una advertencia de que el presidente del parlamento, Sigfrido Reyes, del FMLN, convocaría en cualquier momento a la comisión “agenda país” para intentar consensuar un solo nombre entre los tres contendientes a fiscal general que por ahora existen. Los diputados que entraban al Salón Azul parecían entrar con ese fantasma en la cabeza.

La entrega de distinciones a atletas con discapacidades alivió el ambiente inicial pero al filo del mediodía el estrés volvió a aparecer cuando los diputados se dieron por notificados de un mensaje que les enviaban sus vecinos del edificio contiguo, los magistrados de la Sala de lo Constitucional, con quienes han protagonizado un tira y encoge desde mediados de 2010. Esa fue la aparición del segundo fantasma.

En su notificación, la Sala informaba a los diputados que habían decidido admitir una demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el ciudadano Salvador Anaya contra un acuerdo que había tomado la Asamblea en julio, cuando crearon una comisión interna para verificar la legalidad de la elección de los magistrados de la Sala de lo Constitucional. La Sala, por ahora, había resuelto que estaba dispuesta a examinar a fondo el asunto y que para ello necesitaban escuchar los alegatos de la parte acusada.

La diputada del FMLN Lorena Peña dedicó casi una hora para leer el documento enviado por los magistrados. Durante la lectura, varios diputados dentro del Salón Azul se acomodaban en sus asientos como cuando se escucha algo poco grato. Otros legisladores habían pedido el uso de la palabra en una clara ofensiva contra la Sala. Sigfrido Reyes, acaso augurando una jornada larga, pidió calma y declaró un receso para que primero todos fueran a almorzar. Y por si los pleitos no eran ya suficientes, los diputados salieron del Salón Azul bajo una nueva oleada de rumores sobre la compra de diputados de Arena. 'Hoy dicen que sale el fiscal', decía un reportero. '¿Sabés los nombres de los que se van de Arena?', preguntaba otra periodista.

Los partidos FMLN, Gana, CN y Pes son esa mayoría que en el argot legislativo se ha denominado “el bloque”. Arena y CD son esos terrenos áridos de donde el bloque debe sacar los seis votos que necesita para obtener la preciada mayoría calificada que otorgue el poder elegir al nuevo fiscal general. Arena ya denunció que sus legisladores son víctimas de ofrecimientos de soborno a cambio de sus votos. “El último ofrecimiento lo hicieron hoy y fue de 2 millones de dólares”, dijo Donato Vaquerano, jefe de los diputados areneros. Por quinta o sexta o séptima semana consecutiva, el sospechoso número uno es el legislador Sigifredo Ochoa Pérez.

Su denuncia es apenas un reflejo de todos los sigilosos contactos que se dan en cada jornada de trabajo en la Asamblea y que los miembros de la bancada cuentan entre susurros. Llamadas telefónicas, mensajes y hasta amenazas... Ningún diputado o empleado de la fracción habla abiertamente de lo que sabe o ha escuchado. Tienen miedo, dicen. Miedo de salir afectado por las represalias que, según dicen, los del bloque puedan tomar.

El estrés tuvo un punto álgido este jueves cuando el diputado Ochoa Pérez, quien últimamente se ha convertido en especialista para pronunciar palabras prohibidas en momentos de alta tensión, dio unas declaraciones justo antes del receso del mediodía. Vestido de un traje color verde militar y acarreando un pequeño maletín deportivo azul con blanco, el miltar retirado caminó por la alfombra roja hacia el grupo de periodistas que se arremolinaba esperando sus declaraciones. “Conozco la trayectoria del abogado Ástor Escalante, es mi amigo, así que yo votaré por él”, dijo. Eso hirió la susceptibilidad de los areneros, que consideran a Escalante un símbolo de la traición que en octubre de 2009 protagonizaron 12 legisladores de Arena que desertaron para fundar el que hoy es el partido Gana.

Hace un mes, en medio de rumores de fugas, el coronel ya había dejado claro que votaría de manera independiente, según su conciencia, cada vez que pudiera. “Los hechos hablarán por sí mismos”, había dicho, y aunque en aspectos formales poco relevantes de las sesiones plenarias, demostró que sí era capaz de votar distinto a su fracción.

Ochoa es el primero en Arena que ha dicho que votará por Escalante. Escalante fue un funcionario importante en el gobierno de Antonio Saca (2004-2009), quien según Arena está detrás de la ruptura de 2009 y detrás de Gana. Escalante fue director de Centros Penales y viceministro de Seguridad en esa administración. Arena cree que Escalante es una ficha de Saca que garantizaría al expresidente que no haya investigaciones serias sobre las denuncias de corrupción en ese gobierno que han hecho tanto areneros como el actual gobierno de Mauricio Funes.

Después de la confesión de Ochoa Pérez este jueves al mediodía, hubo un estallido en las redes sociales. Ochoa Pérez de nuevo estaba rompiendo con la disciplina y la tradición dentro de Arena según la cual sus legisladores siempre votan según lo mande la línea partidaria. Hasta ahora, Arena ha dicho que prefiere dos de las tres cartas que están sobre la mesa. Ninguna de ellas es Ástor Escalante.

Después de almuerzo comenzó el desfile de pronunciamientos contra la Sala de lo Constitucional y parecía que la Asamblea estaba lista para abrir otra crisis de desacato a los fallos de los magistrados, como la que protagonizó desde junio hasta agosto pasado. Francisco Merino y Roberto Angulo, de CN; Emma Julia Fabián, del FMLN, y Rodolfo Parker, del Pes, fueron algunos de los que hablaron y soltaron frases que más parecían de una guerra abierta contra un enemigo en común.

“Hay esfuerzos por obstaculizar el trabajo de la comisión. No puede ser que en El Salvador sigamos pisoteando la Constitución, nadie puede estar por encima de ella', dijo Merino, quien presidió la comisión cuyo trabajo los magistrados han ordenado detener mediante una medida cautelar.

Rodolfo Parker, jefe de fracción del Pes, fue otro de los que tomó la palabra y una vez más blandió la bandera de la destitución. “Hay quienes abogan porque en El Salvador puedan existir autoridades sin límites de poder. Queremos recordar que la Sala Constitucional tiene dos límites concretos: la letra de la Carta Magna y los 56 votos de la Asamblea para destituir”, amenazó, tal como lo ha venido haciendo desde julio de 2010, cuando la Sala emitió una sentencia que golpeó el poder de las cúpulas partidarias.

Solo los diputados de Cambio Democrático y Arena se quedaron sin atacar a la Sala de lo Constitucional. Enma Julia Fabián, diputada del FMLN, volvió a la carga contra el magistrado Rodolfo González, demandando que la Corte lo ponga ante la justicia, aunque no supo explicar por qué razón. González enfrentó en 2004 una denuncia de su exesposa por un altercado verbal que tuvieron en esa ocasión. La jueza de Familia que ventiló el caso prescribió para los dos cónyuges que recibieran terapia para convertirse en mejores padres de la hija de ambos. El caso está archivado desde entonces, pero Fabián hizo su demanda ante las cámaras de la televisión legislativa que transmitía la sesión: “Esperaríamos que la CSJ tenga una actitud responsable y ponga al magistrado Rodolfo González ante la justicia”, dijo. El diputado Mario Tenorio, de Gana, retomó el tema: “¿Dónde queda la moralidad y la honradez notoria si este magistrado ha estado procesado por violencia intrafamiliar?”

La palabrería se alargó por tres horas, y el Salón Azul poco a poco se había ido convirtiendo en un cuadrilátero de pelea con dos luchas simultáneas. Mientras los diputados del bloque despotricaban contra su adversaria ausente, las filas areneras arengaban contra sus propios fantasmas. Más de un arenero expresó su molestia con el diputado Ochoa Pérez. “Sopresivamente ahora el coronel Ochoa ha dicho que votará por Ástor Escalante, nunca lo había dicho en las reuniones de fracción, él siempre pasa callado, no opina, no dice nada”, dijo Donato Vaquerano. “Yo pensaría dos veces antes de votar distinto, sobre todo con la rumorología de la compra de votos y las cantidades exorbitantes de dinero que andan circulando”.

Los periodistas corrían de diputado a diputado buscando confirmar los rumores de que al menos seis areneros votarían a favor de Escalante. Algunos diputados mostraban sus sospechas hacia otro de sus colegas: Manuel Rigoberto Soto, diputado por Usulután. Susurraban las versiones sobre él que han escuchado como posible tránsfuga.

Después de casi tres horas de discursos, llegó un momento que muchos habían esperado en el Salón Azul: la entrega a Sigfrido Reyes de un paquete misterioso del tamaño de dos televisores medianos. El paquete había pasado al menos la mitad de la tarde a mitad de camino en la alfombra roja donde los periodistas suelen apostarse a esperar a que un diputado llegue a hablar con los comunicadores. Era un bulto envuelto con cartulina de color celeste, atado con tirro, que despertó todas las suspicacias posibles de los periodistas... y hasta de los diputados. “¿Qué es esa papelada?”, preguntó Mario Valiente, diputado de Arena. “¡Es el billetal!”, respondió alguien entre la multitud, y las risas estallaron.

El paquete, en realidad, lo habían colocado ahí los ordenanzas del diputado Francisco Merino, quien coordina la comisión que investiga la legalidad de la elección de los magistrados de 2009. El legislador había dado la orden para que el paquete estuviera ahí y fuera el centro de atención de quienes habitualmente llegan a sacar noticias de la sesión plenaria. El ambiente de especulaciones y cuchicheos entre diputados, asesores y empleados de Arena solo abonaba para que los periodistas imaginaran que ese paquete era el que contenía las dádivas para la compra de votos. Donato Vaquerano un par de horas más tarde incluso acusaría en vivo y en directo de que el paquete escondía “quién sabe qué” y que había subido hasta la curul de la presidencia “quién sabe con qué intenciones”.

El paquete fue entregado a la presidencia en un acto que pretendió ser el de finalización de un trabajo realizado. El paquete en realidad contenía el informe final y los documentos con los que los diputados habían tratado de demostrar en los últimos meses que la elección de los magistrados constitucionalistas en 2009 había sido un fiasco. La entrega del paquete al diputado Reyes fue grabado por las cámaras de televisión y sacó risas de muchos diputados, incluyendo al mismo presidente y la comitiva de la junta directiva que lo acompañaba. Los dos ordenanzas levantaron el paquete entre dos y, sobre la alfombra roja, penetraron el área del Salón Azul donde el acceso es restringido para empleados legislativos. Parecían dos esclavos cargando los tributos para un rey.

A partir de entonces, los ánimos fueron subiendo poco a poco. Donato Vaquerano y el diputado Rigoberto Soto protagonizaron juegos de paparazzi. Primero fue Vaquerano quien en un momento de la sesión plenaria mientras sus compañeros despotricaban contra la Sala de lo Constitucional, se acercó a Soto, giró la silla de este y le tomó una fotografía con su teléfono celular mientras Soto, sentado, hablaba por teléfono con Guillermo Gallegos, diputado de Gana, al otro lado de la línea. Minutos más tarde, Vaquerano volvió a arremeter amagando colgarle la llamada a Soto quien, cuidadosamente, había tapado el identificador de llamadas en su escritorio para que así nadie pudiera ver el número con el cual se estaba comunicando. Al rato, fue Soto quien contraatacó a Vaquerano. Aprovechó un momento para sentarse junto al diputado David Reyes –otro arenero que ha dicho que siempre votará por conciencia y que las decisiones en el partido deberían ser más incluyentes-. Soto se acercó y disparó una fotografía desde su teléfono celular con una sonrisa a medias, como celebrando la hazaña. Vaquerano pretendió ignorarlo.

Consultado sobre la llamada con Gallegos y las fotografías con Vaquerano, Soto se desmarcó y señaló que dentro de la fracción, lo importante es que hay camaradería y amistad. “Mire, a veces hemos logrado echar a andar iniciativas gracias a la amistad con los colegas. Si uno tiene un proyecto pero no empatía, el proyecto no pasa”, dijo. “Y lo de la llamada (con Gallegos), no solo hablé con él, hablé con mucha otra gente este día”, agregó. Soto insiste en que “como sea” deben surgir seis votos o más que ayuden a construir la elección del fiscal general. Dice que el FMLN y Arena no deben olvidar que solo poniéndose de acuerdo pueden surgir acuerdos. Él, por ahora, rechaza tajantemente que vaya a votar de manera distinta a línea que tire el partido. “Cuando el partido escoja a su candidato, por ese votaremos”, dice. Su partido, sin embargo, ha pujado por una estrategia contraria, elegir al que no tiene veto de nadie y es así como dicen vetar a Ástor Escalante y quedarse con Luis Martínez y Romeo Barahona.

'¡Decile que coma m...!'

Hasta hoy, el ambiente arenero ha estado cargado de rumores de fuga y lo que sigue haciendo falta son pruebas de las supuestas ofertas de dinero. Donato Vaquerano dice no solo estar preocupado por los ofrecimientos sino que por el origen del dinero. “Solo puede venir de una fuente mal habida”, señala, sin dar mayor explicación de a qué se refiere. Guillermo Gallegos, aunque declinó dar una entrevista a este periódico, sí habló con los demás medios y dijo estar enterado de serios resquebrajamientos en Arena y que hay varios diputados que están interesados en votar por Ástor Escalante. “Sabemos que hay diferencias entre ellos, tenían una especie de convivio entre ellos este fin de semana y nosotros ya sabemos qué diputados son los que van a faltar”, dijo.

Después de la entrega del paquete, los ánimos se alteraron tanto que cuando el periódico La Página se aventuró poniendo en portada los nombres de quienes, según ese medio, eran los diputados que votarían a favor de Ástor Escalante, los aludidos enfrentaron al reportero que creían responsable de la información. Gustavo Escalante, Mariela Peña Pinto y Vicente Menjívar eran algunos de los aludidos y al enterarse de la nota encararon al reportero. Vicente Menjívar, diputado por La Paz, preguntó en tono desafiante: “¿Este es el de La Página?”, mientras se le acercaba a paso presuroso. Ricardo Guzmán, el responsable de las comunicaciones de la bancada arenera, tuvo que intervenir para explicar que el reportero que en esos momentos estaba en el Salón Azul no era el mismo que había escrito la nota. Otto Morán, el periodista en el Salón Azul, hablaba nervioso desde su celular: “A mí se me cierran las puertas cuando ponés información así”, decía a su interlocutor, en evidente reclamo. Minutos después, el titular de la nota había cambiado pero Donato Vaquerano estaba furioso: “¡Decile a Ciro Granados que digo yo que coma mierda!”, dijo a Morán.

Entrada la noche, el partido Gana, el que abandera la candidatura de Ástor Escalante, amagó dos veces con modificar la agenda de la sesión plenaria. Los papeles decían que la plenaria estaba llegando a su final pues ya solo quedaba un dictamen por estudiar y votar. Era uno referente a sistema público de transporte, pero antes, el diputado Mario Tenorio pidió una pausa en el desarrollo de la sesión. “Quiero aprovechar para pedir un receso, un pequeño receso de 10 minutos máximo”, dijo, y en el Salón Azul lo que hubo fueron quejidos, ayes de sorpresa y diputados retorciéndose en sus sillas. Vaquerano pidió la palabra de inmediato: “Solo queremos dejar por sentada nuestra preocupación por todo lo que ha ocurrido aquí este día. Hemos visto paquetes desfilar hacia la presidencia de esta Asamblea sin saber exactamente qué es lo que hay adentro ni con qué motivos', comentaba, mientras aparentemente movía dentro de su boca goma de mascar. 'Queremos dejar claro que los votos de conciencia quedarán bajo la estricta responsabilidad de quienes los emitan”, agregó, mientras no dejaba de ver la parte posterior de la cabeza del diputado Ochoa Pérez, a escasos metros de él, en la fila de adelante. Ochoa Pérez abría su botella de agua, y daba un pequeño sorbo.

Después de la intervención de Donato, Mario Tenorio pidió la palabra nuevamente y retiró la moción. “Ha sido bastante grande la actividad etílica que ha habido este día en la Asamblea Legislativa', comenzó su intervención, en lo que parecía aludir a Vaquerano. 'Al parecer, los nervios están muy alterados y por eso, señor presidente, retiro la petición del receso, no vaya a ser que después algún diputado no se encuentre en las condiciones para seguir”.

Los diputados estaban en medio de la discusión del último dictamen. Eso parecía que iba a ser el final de la sesión plenaria. Sin embargo, al filo de las 10 de la noche el diputado Wilfredo Iraheta Sanabria, también de Gana, pidió la palabra aunque dijo que lo hacía porque quería referirse a otro tema. Sigfrido Reyes prometió concederle la palabra después de la votación del dictamen. Cuando por fin tuvo el uso del micrófono, Iraheta se retractó y dijo que retiraba la moción. Hubo suspiros generales.

Reyes comenzó a leer la agenda de las comisiones de trabajo parlamentarias para la próxima semana y solo hasta entonces la mayoría de diputados comenzó a guardar sus aperos. Un par de minutos después, todo era silencio en el Salón Azul. Todos los diputados ya se habían marchado a sus casas y con ellos las diatribas a sus propios fantasmas.

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